domingo, 12 de mayo de 2024

                           Confederación Imperial Galáctica


Libro - 21

Las travesuras de Jhored


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Fecha estelar - 5346

1º Cuadrante Militar del Imperio

Sistema Murokhnanr

Nave de Guerra Represor

Despacho de Jhored

 

El sistema trinario Murokhnanr era muy particular, era una de esas adhesiones que en su momento firmo el antiguo Imperio y que hasta cierto punto se regía por sus propias normas fuera de la Ley general de la Confederación Imperial y que tan poco le gustaba a su Alteza Imperial el príncipe Jhored. En este caso el sistema estaba compuesto por tres estrellas clase G, la estrella “Mu”, la estrella “Rokh” y la estrella Nanr, de ahí el nombre del sistema, una unión del de las tres que lo componían. Otra particularidad es que cada estrella tenía su propio sistema estelar planetario propio, aunque por sus características especiales los tres formaban un único núcleo gravitatorio conjunto que se orbitaban entre sí.


En total, el sistema Trinario Murokhnanr contaba en total con 69 planetas y un total de más de 150 Lunas de diversos tamaños. Actualmente solo 9 de estos planetas estaban habitados, a los que se sumaban 5 de las Lunas… En esos instantes además había otros cuatro planetas y una de las lunas que estaban en proceso de Terraformación, la cual se esperaba estuviese lista en unos 30 años estándar. El sistema “Mu” contaba entre su sexto y séptimo planeta con un importante cinturón de asteroides. Como se puede suponer, esta ingente cantidad de cuerpos hacía que el sistema tuviese una más que importante industria minera y por tanto abundante capacidad fabril. La primera se extendía por el cinturón de asteroides y los planetas o lunas en los que la Terraformación se consideraba del todo imposible debido a sus características o su posición relativa con sus respectivas estrellas.

Otra particularidad, es que, entre las tres estrellas, las cuales como ya dije se orbitaban entre sí, justo en el centro de sus movimientos, existía un punto ciego bloqueado por la gravedad de las tres estrellas al chocar, anulándose mutuamente. Allí, hace algo menos de cien años, se estableció la denominada como “Gran Estación Central”, una enorme base estelar que flotaba estable gracias a la convergencia gravitacional de las tres estrellas que la mantenían allí fijada. Ese era el único punto del sistema, que, mediante algunas argucias legales, en su momento se estableció como bajo la legislación de la Confederación Imperial y no la del sistema. Obviamente esta base contaba con un gobernador militar establecido por el gobierno de Capital, en la actualidad el General de Marines de la Flota a cargo de la Base. La estación disponía de sus propias fuerzas de la Flota destinadas, que eran las encargadas de la seguridad de la Base. Además de evidentemente estar armada hasta los dientes, disponer de cuatro escuadrones de Cazas Escorpión, dos de Bombarderos Sable y contar con poderosos escudos defensivos de nivel planetario más que capaces de protegerla durante varios días.

Por los amarres de la Estación se solían pasar de forma aleatoria naves de Guerra de la Flota, de forma que nunca se podía saber cuándo aparecerían exactamente o en que numero, aunque tampoco era extraño que la evitasen deteniéndose en su lugar en la órbita de cualquier planeta o luna deshabitada de uno de los tres sistemas. En la Estación era donde se realizaban los negocios entre el sistema estelar y cualquiera de fuera de él, dado que los contratos se realizaban bajo la legislación Confederal, no la propia del sistema y al ser un centro militar tenían mayor seguridad personal que de ir a cualquiera de los mundos habitados, especialmente la capital. En todo ese tiempo ya se había demostrado que los Marines a cargo de la protección de la estación no admitían estupideces de ningún tipo en su interior, y que sus respuestas a los juegos habituales de los Clanes en ella solían ser contundentes al extremo.

La capital del sistema, Kunuar, se encontraba en el Planeta Murokhnanr, que recibía el mismo nombre que el sistema, siendo este el cuarto en órbita de la estrella “Nanr”. El sistema estaba gobernado por el consejo Bathuah, lo que en cualquier otro lugar se tomaría por una especie de junta gestora de los Clanes. Los miembros eran elegidos por los cabezas de los treinta principales Clanes, algo que a ellos parecía funcionarles extraordinariamente bien, aunque a ojos de cualquiera desde el exterior, le pareciese que el sistema estaba cogido con pinzas. La sociedad Murok se establecía en una especie de sistema de Castas basado en Clanes o lo que ellos denominaban como Kumhura, lo que se podría traducir como “linea de sangre” o algo muy parecido en lenguaje común. Cada Clan o Kumhura estaba compuesto por varias familias, las cuales se organizaban en un estricto orden jerárquico… Del mismo modo, estos Clanes estaban del mismo modo férreamente organizados por orden de importancia y poder…

La escala era, en primer lugar, los Grandes Clanes, de la posición 1 a la 5, los Clanes Medios, de la posición 6 a la 15 y los Clanes representativos de la posición 15 a la treinta. Estos treinta eran los únicos con derecho a voto en la elección de los miembros de la junta, la cual era siempre “interesante”, por decirlo suavemente. Finalmente, bajo estos se encontraban el resto de Clanes que no contaban más que para seguir órdenes, aunque todos ello tratando a su vez de auparse a una posición más elevada. Si bien la posición de los clanes no era inamovible sí que era complicado de reemplazar, pues esta se media bajo las premisas de estatus, logros, influencia, riqueza y la denominada pureza de sangre o antigüedad en la posición jerárquica.

El problema de la Confederación Imperial para poder meter mano al sistema, aparte de los acuerdos de adhesión, era el sistema legal implantado, que era preciso y concreto hasta el absurdo de la estupidez. Llegaba al extremo de tener su propio grupo de leyes que especificaban como, cuando y porque se podía matar a alguien libremente, o incluso exterminar por completo a otro Clan. Del mismo modo, en ese mismo grupo de leyes, también se establecía la forma apropiada de como poder evitar esto. Y os aseguro que las penas en las leyes del sistema no eran ninguna broma, en según qué casos, podían ir desde la cárcel, pasando por amputaciones de miembros a la muerte bajo las más variadas y divertidas formas de tortura, incluso al exterminio masivo de un Clan en las situaciones más extremas. Esta regulación tan estricta como “estúpida”, era lo que había impedido hasta la fecha que cualquiera de los gobernadores de la Estación Central pudiese permitirse el interferir en los asuntos internos del sistema y con ellos al Gobierno de Capital. A su vez, esto también hacía que nadie en su sano juicio quisiese pisar alguno de los planetas, en especial la capital, donde los 30 principales Clanes tenían sus bases centrales de operaciones, independientemente del planeta o Luna al que en origen perteneciese el Clan.

Pero como nada es perfecto, existía un punto ciego en sus leyes al que nunca desde su adhesión le habían prestado la menor atención por considerarlo poco menos que ridículamente imposible. Sin embargo, desde la aparición del Príncipe Jhored en escena y su afición por “meter las narices” en el momento más inoportuno, sumado a su increíble habilidad para pasar desapercibido en cualquier parte, los distintos miembros que desde tan “aciago” instante habían pasado por la Junta Gestora tuvieron pesadillas con este punto ciego. Aunque las leyes eran muy estrictas y tremendamente especificas en todos los aspectos, sin embargo, estaban claramente orientadas hacia el beneficio de la mayor jerarquía de clase de los Clanes, cuyo poder real era casi feudal. Realmente, pese a ello, eran poco probables los problemas entre los clanes principales en ese aspecto, todos se conocían entre ellos, por lo que sabían quién era quien. Por eso era muy reducido el tipo de situaciones que pudiesen implicar resultados serios como por ejemplo alguna muerte o llevar a una guerra abierta entre Clanes, ya que todos conocían perfectamente el modo de salir de ellas.

Y aquí era donde venia el problema, en sus propias leyes y por culpa del acuerdo de adhesión, la cabeza jerárquica inamovible en una posición de cero absoluto respecto al resto, se establecía en el Emperador, lo que otorgaba a su familia la consideración de “Clan” y se podría regir si querían por las leyes del sistema de estar en él. Cuando se firmó el acuerdo no se vio ningún problema, pues el Emperador y su “Kumhura” estaba en Capital, muy lejos de allí, por lo que no influiría en nada de nada. Además, una visita del Emperador o su heredero, en su momento se estimó que sería simplemente protocolaria, pues arrastraría tal cantidad de protección tras de sí con la Guardia Imperial a la cabeza, que dada la idiosincrasia del sistema hasta el más pequeño de los clanes sabría de su presencia en el sistema a los cinco minutos, permitiéndoles actuar en consecuencia y “quitarse” de en medio a su paso. Sin embargo, toda esta bonita idea la tumbó la irrupción de su Alteza Imperial como heredero al trono. Este era otro asunto muy diferente, si algo temía la Junta gestora y las cabezas de los principales clanes, es que a Príncipe le diese por hacer al sistema una de sus “visitas de incognito”, especialmente teniendo al SISI pegado a sus espaldas, lo que implicaría que nadie sabría de su presencia hasta que fuese demasiado tarde y alguien hiciese algo que no debiese ante, o peor aún, contra él. Y todos ellos ya conocían sus “hazañas”, y lo poco que le preocupaba mezclarse en un baño de sangre incluso si este era emitido en directo por Trivisión. Todos consideraban que su Alteza junto al SISI, quienes habitualmente se sabía que formaban parte de su escolta, deambulando por el sistema en plan incognito y dado como se solían comportar los más Jóvenes en cuando buscaban desafíos entre ellos o “problemas” voluntariamente con quien fuese, sería algo muy, pero que muy malo para todos…

La preocupación, plenamente conscientes de que a su Alteza le encantaría poder meter sus narices en el sistema, llegaba al punto de que en Capital la Junta tenía sobornados a diversos funcionarios. Todo ello con la ingenua idea de poder controlar si en un momento determinado su Alteza decidiese pasar por allí o no, confiando en que semejante decisión, dada la fama del sistema, crearía una marejada suficiente en el gobierno o incluso el propio Emperador por la posible preocupación por su seguridad como para ser notada… Del mismo modo, hasta la nave más modesta en el sistema sabía que si en algún momento se cruzasen con el Represor con rumbo a cualquiera de los planetas o lunas, deberían de dar la alerta de inmediato a la Junta. Todos ellos tenían conocimiento de la reacción de su Alteza ante los Guardianes Centrix, que fueron exterminados durante la Guerra, de los Arcturanos cuando se plantó en su planeta de incognito con su esposa, o de muchas otras similares a lo largo y ancho de la CIG que también habían transcendido, alguna incluso en directo por Trivisión. Decir que los cabezas de Clan más importantes y los miembros de la Junta le tenían miedo a su Alteza Imperial seria quedarse muy cortos… Y por si alguno se lo pregunta, si, Jhored también era consciente de todo esto, por eso mismo “su visita” había sido informando directamente por él mismo a quien pensaba que debía de saberlo, evitando así “marejadas” en Capital que pudiesen poner nervioso a quien no debía y se filtrase algo.

El único motivo por el que Jhored aún no había tratado de meter sus narices en el sistema Murokhnanr pese a todo esto, es que necesitaría entrar en la Capital del sistema, Kunuar, y hasta la fecha había sido incapaz de encontrar el modo de hacerlo pasando desapercibido. El problema no era entrar con el Represor y su escuadra, eso hacía ya años que sabia como hacerlo con total seguridad sin ser detectado pese a la paranoia generalizada de los Murok con su persona. El problema era aterrizar y permanecer luego de incognito en la capital. Dadas las leyes propias del sistema y comportamiento general de los diferentes Clanes, nadie en su sano juicio iría allí para hacer turismo, por lo que prácticamente el 100% de los visitantes eran invitados de uno u otro clan que les extendían su protección, lo que en su caso sería tanto como anunciar su presencia en cuanto pusiese el pie en tierra. Mas de un año antes, mientras “discretamente” trataban ambos del asunto final de la UEP Estrella Oscura y su generador de microagujeros, el profesor Jarkon le habló de pasada de un amigo que vivía en la Capital, Kunuar, que tenía problemas con su empresa, por extensión con su Clan y por el cual parecía estar muy preocupado.

Simplemente fue por desahogarse un poco y relajar el ambiente… pero a Jhored, según iba escuchando, se le encendían cada vez más bombillitas que le iban alegrando el semblante y hacía que comenzase a relamerse, pues este amigo podría ser su billete de entrada a Kunuar de incognito si se encontraba una razón válida para poder visitarlo. Precisamente una razón era justamente lo que menos le preocupaba, porque si no la había, siempre podría fabricarla, pero un anfitrión valido que diese una tapadera a su presencia era invaluable para él, y si, además, aunque accidentalmente, gracias a una inocua conversación también le servía en bandeja de plata el cómo poder “meter mano” al sistema de forma subrepticia ya ni os cuento…

Por razones culturales, al casarse en contra de la opinión de sus familias, este amigo y su esposa habían sido expulsados de sus clanes, y convertidos poco menos que en parias, por lo que su empresa estaba al borde del colapso. Por fortuna para ellos, esa empresa disponía de una patente muy concreta, que, aunque inicialmente no parecía servir para nada, tras estudiarla Jhored detenidamente, hizo que por medio del profesor Jarkon se enviasen varios modelos para ser probados en Cruxars. Jhored para sus travesuras procuraba siempre que las “incongruencias” de sus salidas por la tangente fuesen las menos posibles, y si ese sistema le daba una razón real mejor que mejor. Especialmente interesante para Jhored fue el hecho de que, dado sus problemas con los Clanes, aun en caso de que averiguasen quien era realmente, en su propio interés, el matrimonio evitaría que su presencia fuese “descubierta” por cualquiera de los Clanes.

Inicialmente Jhored y el profesor pensaron que podrían ser buenos para tratar de mejorar lo suficiente los Cazas Escorpión como para poder ofrecer un contrato de la Flota. Bien, pues eso no funciono y tuvieron que buscar por otro lado. Finalmente encontraron otra opción, y fueron los Bombarderos Sable los que tras unas pequeñas modificaciones se llevaron el pastel… Ese aparatito era el Sistema de Gestión que se había estado probando, y que ahora le ofrecía a Jhored una gran puerta de entrada real a Kunuar… Esa visita a Kunuar era algo que llevaba años esperando con “ilusión”, se podría incluso decir que, durante la charla con el profesor y mientras este le iba explicando las cosas, en esos instantes, a Jhored solo le falto dar palmas con las orejas de la alegría.

Tras las varias charlas con el profesor sobre sus amigos, amistades de estos, situación general y todo lo que pudiese conocer, en una de estas conversaciones, en algo que el profesor dijo como de pasada, encontró el punto de inflexión que necesitaría para forzar cambios en el sistema, y además de forma discreta, aplicando a los clanes el principio de la rana en el agua… Si metes la rana en agua hirviendo esta saltara, pero si lo haces en agua fría y la calientas lentamente, morirá sin saber que le ocurrió… Jhored en esa inocua conversación con el profesor sobre sus amigos y sus problemas, había encontrado un modo de introducir la rana en agua fría y calentarla lentamente… ¿El problema principal de la brillante idea?, evitar que Kilara lo matase después si descubría que la estaba utilizando a ella y a su futura amiga… Su Alteza tras esa charla había comenzado un cierto movimiento por medio de la sección nueve que incluía a Kilara como principal activo y que la podría llegar a enojar como un demonio como pudiese verificar en algún momento que estaba siendo utilizada para una de sus trastadas habituales…

Jhored no era ingenuo, dada la complejidad y estricta reglamentación legal del sistema, era prácticamente imposible por muy de incognito que entrase en Kinuar, lograr cambiar algo por sus propios medios, aunque hiciese una autentica masacre entre los clanes, ese tenía claro que no era el modo. Sin embargo, gracias al profesor y su amigo, si había encontrado algo que podría hacer implosionar el sistema a largo plazo desde dentro, o si no al menos, si forzar importantes cambios en el mismo. Pero para ello primero necesitaba poder entrar de incognito a la capital para poder asustarlos hasta la muerte, y segundo, usar después a su querida Kilara para colocar, valga el símil, una carga de antimateria justo bajo los pies de los Clanes sin que estos se percatasen de ello… Sus colaboradores e incluso su tío, aunque protestarían y se quejarían, tampoco dejarían que nadie se enterase de donde estaba, eso no eran un problema real, finalmente tragarían, pero lo de Kilara podía ser otra cuestión. Entre otras cosas, para que todo saliese según sus planes, Kilara no podía de ningún modo enterarse de donde estaría realmente hasta que el mismo se lo dijese cuando fuese el momento oportuno, ya que querría acompañarlo sí o sí y tiraría toda su planificación por tierra.

Jhored llevaba mucho tiempo manejando con guante de seda mediante la Sección Nueve el asunto de Kilara y su “amiga”, la cual por cierto su Alteza se cuidó mucho de que no supiese en ningún momento quién era realmente la Princesa, a quien conocía baja la identidad de Kyla, y con la que se había visto solo una vez fuera del sistema “por casualidad”, y rápidamente hicieron muy buenas migas las dos, haciéndose muy buenas amigas y manteniendo luego el contacto todo lo que podían por trivisión. Jhored mediante la Sección Nueve se movía alrededor de ambas con pies de plomo para evitar, primero que la “amiga” le pudiese conocer aun por casualidad, y segundo que Kilara no descubriese que las estaba manipulando a las dos, más que nada para evitar que lo matase lentamente por el cabreo que se pillaría… Para que os hagáis una idea del principal problema de Jhored con Kilara, os diré que Inaria, su amiga, era íntima amiga a su vez de Nuari, la esposa de Akros, el amigo del profesor Jarkon y con el cual él tendría que firmar el contrato para el sistema de los Bombarderos Sable… Toda una misteriosa casualidad de la que Jhored debía de evitar a toda costa que Kilara pudiese culparle y por tanto matarlo cuando se descubriese. Por cierto, que descubrirse era algo que pasaría si o si, porque eso además era una parte inevitable del plan. Jhored sabía perfectamente que Kilara tantas casualidades juntas las cogería con pinzas y saltaría sobre su cuello a la mínima prueba que pudiese encontrar en su contra… De toda su planificación, eso fue el mayor quebradero de cabeza para el pobrecillo…

A Jhored le llevo aproximadamente dos horas de discusiones con el General Mao, Selena, la almirante Tanya, y por comunicación tridimensional de máxima seguridad, su Tío, el conseguir que le diesen “permiso” para poder llevar sus planes adelante. Cuando el Represor junto con su escolta habitual entraron al sistema Murokhnanr, lo hicieron acompañando a un Grupo de Combate compuesto por mas de cien naves de la Flota, entre las que se encontraban 4 Superacorazados, 9 Acorazados, 19 Cruceros de Batalla, 5 Corbetas de Exploración de la Flota, etc., y lo que más alarmo a Selena, una veintena adicional de sus compañeros, curiosamente todos ellos pertenecientes a la elite del SISI. Mientras el Grupo al completo se dirigía hacia la segunda Luna del planeta Capital en el sistema, las cinco corbetas junto con una escolta de cruceros y Destructores ocupaban posiciones en el sistema para tener todo el trafico controlado.

Una vez llegaron a la luna, con el Represor oculto en el centro de la formación, tal y como solía hacer la mayor parte de las veces, tomaron posiciones. Cuando la Flota se situó en órbita, las dos corbetas de exploración del grupo de escolta del Represor, la Jade y la Ámbar, comenzaron a usar sus sistemas para oscurecer cualquier posible sensor que tratase de comprobar que y cual era cada nave. Como curiosidad, añadiré que, por orden directa de Selena en cuanto supo el destino, en el grupo al que se unieron también estaba una de las Fragatas de Asalto con base en Mar-Shagan, la cual se encontraban abarrotada con los comandos de Sigrid. El transporte de Jhored a la superficie del planeta fue también peliagudo de tratar, pues lo que él quería, llegar con un simple Crucero Ligero de los añadidos, la Almirante Tania, Selena o la misma coronel Sigrid, no estaban dispuestas a concedérselo.

Finalmente, por imposición de Tanya, fue uno de los Cruceros de Batalla de su escolta, el Innombrable, al que misteriosamente Jhored no le puso la menor pega, junto con un Crucero Ligero y tres de los destructores del Grupo al que se unieron los que se dirigieron directamente a posicionarse en órbita alta sobre Kunuar, la capital. Lo mas peliagudo de la cuestión era que Tanya quería que fuesen naves del grupo del Represor quienes estuviesen con Jhored, y este era justo lo contrario, prefería evitarlas por ser sobradamente conocidas sus identidades. Sin embargo, para sorpresa y sospecha de Tanya o Selena, cuando Sigrid habló de una especie de solución de compromiso, Jhored aceptó de inmediato al Innombrable como única nave de su escolta habitual sin más que una leve protesta testimonial.

Fue desde el Crucero de Batalla, desde donde Jhored, Selena, el General Mao, sus escoltas habituales y la veintena de escoltas del SISI llegados como refuerzos se dirigieron a la capital para una entrevista con el amigo del profesor Jarkon. A Sigrid, por cierto, no le sentó nada bien que no quisiesen “llevarla” junto a algunos de sus comandos con ellos a la superficie del planeta, o por lo menos su Fragata a la órbita cercana junto al Innombrable. Todos en la Fragata pensaron que los estaban dejando fuera de la diversión, porque ninguno de ellos dudo ni por un solo instante que con su Alteza sobre el planeta aquello se iba a poner entretenido antes o después, máxime con tanto agente de la elite del SISI incluido en la visita…

El grupo se alojo en un importante y lujoso hotel cercano a las oficinas centrales de la empresa del amigo del profesor Jarkon, en donde Jhored se había citado con él al día siguiente. Selena impuso un mas que estricto sistema de seguridad en torno a Jhored, especialmente desde que este aceptó tan rápido la presencia del Crucero de Batalla, pese a que prometió “portarse bien”. La sospecha que Selena tuvo con esto, fue que su Alteza aceptaba al Innombrable sin discutir simplemente para poder así dirigirse lo antes posible al planeta. Incluso estuvo por un momento tentada de tratar de forzar la presencia en la órbita de la Fragata de Sigrid, pero considero que eso sería apretar en exceso a Jhored, y probablemente solo serviría para que este tratase de jugársela a la primera de cambio olvidándose de su “promesa” …

Para sorpresa de Selena, Jhored durmió toda la noche sin dar señales de estar tramando nada, hacer cualquier cosa sospechosa o tratar de molestarla como seria la habitual… estuvo la mar de tranquilito y modosito… Bueno, eso fue así hasta el momento de acercarse la hora de salir del hotel, en que no se le ocurrió mas que la brillante idea de pedir a Selena que se “disfrazase” maquillándose, tiñéndose el pelo y poniéndose otro tipo de ropa… Lo cierto es que Selena se lo tomo muy bien, solo se limitó a bufar y soltar un no tras otro… aunque eso sí, se fue cabreando a medida que su Alteza insistía en ello con una sonrisita que a ella le sonó a recochineo… Finalmente y como no podía ser de otro modo, Selena termino por imponer su criterio, dejo muy claro que, o le acompañaba como ella entendía que debía de hacerlo, o lo mandaba de regreso a Capital de una patada en el culo… de modo que Jhored, acepto amablemente la decisión de su jefa de escoltas, la cual en su opinión parecía estar más cabreada que una mona…

Para terminar de rematarlo, cuando Jhored se empeñó en bajar al restaurante del hotel, pese a que a Selena no le hizo la menor gracia, se dieron ciertas circunstancias que le obligo a intervenir un par de veces para que no mátese a nadie. Ciertos comensales tuvieron unos comportamientos entre ellos bastante desagradables, y en un par de ocasiones, aunque inadvertidamente, la mesa donde estaban sentados Jhored y su sequito de escoltas se vio medio involucrada, haciendo que Selena estuviese a punto de reaccionar de modo violento. Y todos ya sabemos que Selena reaccionando de modo violento no suele terminar nada bien para alguien… especialmente si su primer impulso es dirigir su mano a su arma…

Una vez terminado el desayuno, la siguiente idea brillante de su Alteza fue salir a pasear… Un grupo tan numeroso de extraños llamaba la atención de inmediato, aunque tuvieron suerte, pues nadie les dijo o interpelo para nada, lo cual fue a decir de Jhored, raro… Para que os hagáis una idea de porque digo que eran extraños, los nativos del sistema, aunque eran también humanoides bípedos de piel entre cobriza y marrón muy claro, tenían en la cabeza sendas crestas óseas que se alzaban un centímetro aproximadamente, y que iban desde la parte superior de los ojos hasta la zona posterior de su cuello. Al peinarse, tanto hombres como mujeres, tenían mucho cuidado en dejar al aire entre el cabello, de un color blanco azulado, ambas crestas, las cuales iban adornadas y decoradas con pequeñas laminas de metal, que era de un tipo u otro, además de decorado, según su estatus social y posibilidades económicas. Obviamente, en el grupo de Jhored, aunque no todos eran de la misma especie y eran humanoides, ninguno llevaba crestas…

Durante la comida en el restaurante del hotel, y aunque esta vez Jhored pidió una mesa más centrada que la de por la mañana, lo que no es que en opinión de Selena fuese muy sensato, fue más de lo mismo. Sin embargo y pese a su posición, esta vez los problemas no afectaron a la mesa donde el grupo se sentaba. Pero no por ello, Selena dejo de estar todo el tiempo con el ceño fruncido y su mano peligrosamente cerca de su arma, algo que pareció contagiar al resto de los escoltas del SISI. Lo que puso a Selena definitivamente de mala leche, situación de la mesa aparte, fue que, tras indagar, resulto que esos comportamientos que ella considero entre muy ofensivos hasta en algún caso llegar a lo aberrante, allí por lo visto se consideraba completamente normal. Básicamente, eran diversos grupos de comensales insultándose entre ellos, rebajándose en un momento dado a ciertos comportamientos un poco agresivo ofensivo a nivel físico que, como ya se explico anteriormente, no llego en ningún caso a mas debido a que todos conocían los modos tanto de ofender hasta el extremo de casi un combate armado, y las formas varias de evitarlo en el último momento.

Lo cierto, es que esto funcionaba bastante bien mientras que esos enfrentamientos se realizasen entre clanes mas o menos de similar situación. Cuando un Clan estaba en una posición social indudablemente superior a otro la cosa podía complicarse de forma considerable si se dejaba escalar por la parte más débil, y el modo posterior de evitar una “muerte legal” podía llegar a unos modos de humillación bastante desagradables, si es que le daban tiempo a ello. Pero como ya dije también anteriormente, todo el mundo conocía a todo el mundo y esa escalada era difícil que la parte más débil dejase que se llegase a producir… Lo que a Selena si le pareció extraño, una vez entendió la situación, es que en ningún momento nadie lo intentase con ellos, y más aun sospechando de las intenciones reales de Jhored.

Creo que no voy a necesitar decir tampoco, que una vez entendido como funcionaba todo, una buena parte del cabreo de Selena, fue porque sospecho seriamente que su Alteza de algún modo, al exponerse tan públicamente junto con tantos “extraños” o en la misma elección de la mesa de la comida, estaba buscando algún tipo de confrontación con alguien, quien fuese, y sorprendentemente parecía que eso le diese igual, aun sabiendo que eso podría terminar con su “incognito” de raíz … Cuando llegó la hora de marchar a las oficinas del amigo del profesor Jarkon para tratar de la firma del contrato y tras comprender por fin como se manejaban las cosas en Kunuar, Selena y sus compañeros, que de por si solían ir muy bien armados, esta vez parecían que iban a una guerra… El decir que iban armados hasta los dientes seria quedarse bastante cortos, alguno incluso se había hecho con granadas de fragmentación estándar de alta potencia del arsenal del Innombrable, este era su nombre oficial, aunque los Marines les daban otro muy diferente. Estas granadas eran de las que se usarían por los Marines de Asalto en un ataque nave a nave para volar puertas selladas o despejar corredores, aunque coloquialmente eran más conocidas por las tropas como “Granadas de Demolición” dada su enorme potencia destructiva… y para preocupación de Jhored, los agentes del SISI de su escolta llevaban unas cuantas…

 

 

 

CONTINUARA


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