Confederación Imperial Galáctica
Libro - 8
Hiperbórea
4
Al ver
la situación de la flota después de que la última de las naves hiciesen su
aparición en el espacio normal, el Almirante Tagard no pudo por menos que
llevarse la mano a la cara, meneando la cabeza en sentido negativo, como no
pudiendo creerse lo que sus ojos veían gracias a los sistemas sensores de su nave.
·
Bueno,
tan poco esta tan mal… -sugirió el Coronel Trayev
·
¿Qué
no?, se da usted cuenta de que estamos esparcidos por todo este sector del
sistema… Nos llevara horas el volver a tomar una formación lógica, perderemos
la ventaja de 27h que hemos obtenido… -replico el Vicealmirante Tagard.
·
Bueno,
esa sería una opción, pero dada la prisa que tenemos, quizá esta salida en esta
forma nos pueda ser útil para nuestros propósitos, incluso puede que podamos
“camuflar” nuestra verdadera misión mejor de lo que habíamos supuesto. El punto
ideal de una flota de Transporte de suministros de nueva formación, sería el
planeta principal, Hiperbórea, al amparo de sus defensas planetarias… a la vez
que dejamos los suministros de su “guarnición” -objeto el Coronel Trayev.
·
Si,
la verdad es que eso no es mala idea, podemos organizarnos para poder llegar a Hiperbórea
en un orden predeterminado, y hacerlo de modo que nadie se dé cuenta de
verdadera cuenta de lo que estamos haciendo… Mantendríamos esa ventaja horaria
y conseguiríamos tranquilizar a nuestros adversarios sobre nuestras intenciones en caso de que nos
observasen orbitando el planeta. Es más, quizá incluso se alegren del
incremento de medios que podrían llegar a capturar. Coronel, adelante con las
modificaciones necesarias para que cada nave avance por su cuenta hacia Hiperbórea,
“organice” allí el convoy...
·
Por
supuesto señor… -sonrió el coronel Trayev
Catorce
horas después, el Vicealmirante Tagard despedía en el Hangar de su Crucero de
Batalla al General Xartgie, comandante en jefe de la División Especial de
Asalto Nº 110, “Cazadores de Hiperbórea”. El Vicealmirante sonrió mientras veía
como la lanzadera se lanzaba a toda velocidad hacia el planeta, concretamente
hacia las zonas de jungla más próximas a la capital planetaria y el centro de
control primario del Escudo. Incluso él se había sorprendido de la cantidad tan
enorme de piezas de artillería que habían llevado dos de los transportes y que
habían sido desembarcadas directamente en la propia capital del planeta, Tagard
desconocía el plan que se ejecutaría en tierra, pero desde luego, visto lo
visto y conociendo tanto al General Xartgie como a su
alteza Imperial, por un breve instante casi sintió lastima por los miembros de La
Tarharsa, que si todo iba según lo previsto, en esos instantes se estaban
dirigiendo hacia una trampa letal que iba a significar su completa
aniquilación.
Cuando la Flota
de Tagard por fin se puso en marcha, los precisos sensores de su Cuatro
Cruceros de Batalla captaron en el extremo contrario a la rotación de Hiperbórea
un total de lo que parecían cuatro cargueros superpesados procedente de los
sectores fronterizos de la Liga. Tagard hizo unos cálculos rápidos y llego a la
conclusión de que perfectamente podrían estar transportando en sus entrañas a
una división completa con pertrechos suficientes como para entre diez y catorce
días de operaciones de guerra, muy justo a su entender, pero perfectamente
posible, lo que le hizo considerar que La Tarharsa había llegado por fin. Solo
dos horas después, la flotilla entera salto al Interespacio, aparentemente para
continuar su “rutina” de suministro de pertrechos. En realidad, mientras que
los Cargueros regresaban directamente a Mar-Shagan, mientras, Tagard al mando
de los escoltas se dirigía a toda velocidad al punto de reunión establecido con
la Flotilla del Represor.
Los cargueros de
la Liga aceleraron en cuanto la última de las naves de la flota de la
Confederación salto fuera del sistema, el oficial al mando de las naves, el
comandante Zreshid, no las tenía todas consigo, sabía que la presencia de dicho
grupo no era normal en esas fechas, sin embargo, Lord Kippling, Comandante en
Jefe de la Temida Tarharsa había determinado que se trataba simplemente de un
convoy de aprovisionamiento en formación enviado a la frontera para aumentar la
capacidad operativa de las unidades destacadas... Incluso había sonreído,
señalando que alguien había dado por sentado que las Divisiones de Asalto
establecidas en Hiperbórea no serían movidas y que gracias a esos suministros,
acababan de dejarles inadvertidamente un sustancial incremento en su tiempo
operativo a la espera de los refuerzos… De seguido dio orden de que desde los
hangares despegasen los comandos encargados de neutralizar los cinco
comunicadores hiperespaciales distribuidos en el sistema. No obstante y pese a
todo, el comandante Zreshid seguía con un mal presentimiento,
sus cargueros estaban fuertemente armados, aprovechando el factor sorpresa
podrían encargarse con cierta facilidad de dos o tres Destructores, e incluso tutearse
con un Crucero Ligero de no ser por la falta de blindaje de sus naves, pero esa
flotilla que acababa de marchar, según sus sensores, tenía en sus filas al
menos cuatro Cruceros de Batalla, y uno solo de ellos que regresase sería más
que suficiente como para terminar con sus cuatro naves, armadas o no, con la
sorpresa de su parte o no. Si el planeta lograba enviar aunque solo fuese una
mínima señal de socorro y enviaban a uno de ellos a investigar... estarían
acabados. Le preocupaba que el “Lord” no pareciese entenderlo así, le
encontraba “absurdamente” seguro de sí mismo y de las ideas preconcebidas que
tenía sobre como actuaria o no el enemigo.
Apenas
cuatro horas después, las cuatro naves de carga recibieron autorización del
control de vuelo planetario para acercarse a las dársenas de descarga internas,
situadas dentro del perímetro de seguridad, justo tras las orbitas lunares .
Estas dársenas eran enormes construcciones tubulares enrejadas espaciales donde
los Súpercargueros y Cargueros Pesados podían desprenderse de sus módulos de
carga con total seguridad gracias a los medios automatizados de la instalación,
que era controlada por unos pocos operarios civiles desde un único complejo
central. Tan solo cuatro minutos después de que se iniciase el desacoplamiento
de los módulos de las cuatro naves, los operarios civiles habían sido
eliminados y el centro de Control de la instalación estaba bajo el absoluto
control de la Tarharsa. Una vez hecho esto se inició el despliegue de las
tropas en el interior del planeta en tres áreas principalmente, los dos
emisores del escudo, con el fin de evitar el envió de refuerzos desde esas previsibles,
los aledaños de la capital y el 75% de la división, en el terreno adyacente a
la Isla de Kalorun… Los sitios de los desembarcos
habían sido específicamente elegidos por su baja posibilidad de detección antes
de que la operación se pusiese en marcha. Tres horas después de que todo
estuviese en su lugar y cuando a Lord kippling le llego la información de la
marcha de los cuatro cargueros junto con la recuperación de los comandos
encargados de minar los repetidores de comunicaciones Hiperestelares situados
en órbita, dio orden de inicio para las operaciones. La Tarharsa transmitió el
código cifrado correspondiente hacia los Cargueros, que serían los encargados
de reenviarlo hacia su propio territorio para que se pusiese en marcha la fase
dos del plan, y que a su vez, detonaría las minas instaladas en los satélites
automatizados de comunicación interestelar del sistema, dejando Hiperbórea
teóricamente Incomunicado.
A operación se
había puesto en marcha acorde a lo planeado, apenas diez minutos después del
inicio de la misma, desde la capital del Planeta a Lord Kippling le llego el
código que le indicaba que el gran repetidor Interestelar existente allí había
sido destruido, o como minino inutilizado con éxito para varios días, asi como
los medios necesarios para organizar un despliegue de los medios de las Bases
de Caza y Bombardeo Lunares... Desde su puesto de mando, hora y media después
del inicio de las operaciones, Lord Kippling pudo ver con regocijo el instante
en que sus primeras tropas lograban penetrar dentro de las fortificaciones del
centro de control del escudo y las defensas planetarias, las cuales, apenas
catorce minutos más tarde cayeron, dejando el planeta completamente expuesto a
una más que previsible invasión… Además, el mando de defensa planetaria, tal y
como también se había previsto reacciono de inmediato enviando casi la práctica
totalidad de sus medios aéreos para tratar de defender el centro de control
planetario aun antes de saber de cierto a que se enfrentaban, encontrándose con
un auténtico entramado defensivo de armamento Antiaéreo, misiles fijos y
portátiles, cañones repulsores, laser, etc...
Incluso buena parte de las piezas de artillería medias y ligeras con
que la Tarharsa había sido dotada, e
incluso aquellas con las que habían sido reforzados antes de salir, eran de
doble propósito, y uno de sus usos principales, era el de defensa aérea.
Durante la primera hora de combate, cerca de mil naves atmosféricas de ataque
aéreo habían sido abatidas sin que fuesen capaces de causar apenas daños a la
División, todo ello gracias a la neutralización de los Cazas y Bombarderos
Estelares en sus Bases de las Lunas. Por otro lado, tal y como se esperaba, la
principal defensa Terrestre del planeta y de todo el sector, descansaba sobre
las espaldas de las tres Divisiones de Asalto Planetario que ahora mismo se
encontraban desplegadas en otro punto de la Frontera con la Liga de Mundos
Libres.
Del cuartel
General de la División Tarharsa partió la segunda de las comunicaciones
cifradas en dirección a los cargueros que estaban a punto de marchar del
sistema rumbo a la capital del Principado, notificándoles la caída de las
defensas Planetarias de Hiperbórea. Tras esto y que los defensores volaran las
instalaciones del control, las tropas de la Tarharsa se lanzaron contra la capital,
logrando entrar en los barrios más periféricos, luchándose prácticamente
edificio por edificio contra las tropas de guarnición planetaria, que poco o
nada tenían que hacer contra las Tropas Blindadas de Asalto de la Tarharsa.
Repentinamente y por sorpresa, a los escasos veintitrés minutos de partir del
sistema los cargueros que les habían llevado hasta allí, las cosas comenzaron a
ir de mal en peor para la temida Tarharsa… Primero y para su sorpresa el escudo
planetario fue reactivado, lo que los dejaba completamente aislados e
incomunicados en suelo enemigo. Y Segundo, sin saber que o quienes eran,
comenzaron a recibir violentos ataques en su retaguardia por lo que parecían
ser Tropas de Asalto de la Confederación Imperial, a la vez que su vanguardia de
incursión de la capital comenzó a reportar pérdidas importantes por intenso
fuego adversario que repentinamente se había recrudecido… Una vez que fueron rechazados de la capital,
y empujados contra sus posiciones iniciales, sobre las tropas de la Tarhrasa
cayó una autentica lluvia artillera de fuego. Para sorpresa de Lord Kippling su
estado mayor estimo que cerca de 7.000 piezas de artillería pesadas eran las
que les estaban machacando desde la capital, y que lo más sensato en esos
instantes seria replegarse sobre la selva del continente adyacente con el fin
de evitar ser detectados con facilidad, poner un brazo de mar por medio y de
paso salir fuera del rango de acción de la artillería…
Aun con todos
estos problemas y el hecho de estar sufriendo revés tras revés en todo el
frente, Lord Kippling aún no se planteó ni por asomo, la posibilidad de que
junto con sus tropas se hubiesen metido en una trampa cuando atacaron el
Planeta, pese a saber a ciencia cierta la ausencia de las tres Divisiones de
Asalto que conformaban su principal línea defensiva. La Luz se hizo por fin en
su mente varias horas más tarde, tras verificar con su estado mayor la perdida
aproximada del 60% de sus tropas y el 89% de sus medios pesados de combate…
Entre estas pérdidas, estaban la práctica totalidad de las tropas encargadas de
los emisores del escudo planetario, apenas una docena de los más de cuatro mil
que eran lograron enlazar con sus fuerzas, mientras que los que quedaron de
guarnición en la Dársena de Carga y los que destruyeron la Antena principal
Planetaria de comunicación Interespacial no contestaban, empezando a darse por
echa su eliminación por tropas hostiles. Con todos esos datos en sus manos,
Lord kippling llego a tres conclusiones, a cual más alarmante, primera que enfrente
tenían a no menos de una División y Media de Asalto fuertemente armada, segunda
que dicha división posiblemente estuviese especialmente entrenada para operar
dentro de aquel terreno de pesadilla que estaba siendo la densa jungla, y tres,
que no estaban haciendo ningún prisionero ni aceptaban rendiciones. Por los
supervivientes sabía que estaban ejecutando en el sitio a todo el que cogían
con vida… Lord Kippling entonces cometió el peor error que podía haber realizado,
que fue dejar practicamente de lado el mando operativo en manos de su segundo,
mientras trataba de encontrar el mejor modo posible de salir de allí con vida,
facilitándoles aún más las cosas a los “Cazadores de Hiperbórea” en su labor de
exterminio de la Tarharsa… Los ojos de Lord Kippling se volvieron de inmediato
hacia las dos Lanzaderas Pesadas de Asalto que les habían acompañado desde los
cargueros, y que tenían capacidad por si misma de salto Interespacial, si las
bases Lunares hubiesen estado activas, nunca lograrían pasar entre sus Cazas,
pero en esos instantes no era así y eso le daba una oportunidad.
La orden de su
Alteza Imperial al General Xartgie cuando hablo con él fue clara y concisa, la
Tarharsa no ofrecía ni cuartel ni piedad a sus adversarios y era famosa por
ello, es más, se vanagloriaba de ello, por lo que tampoco debían de recibirlo,
ninguno de ellos, fuese quien fuese, debía de salir con vida de las junglas de Hiperbórea.
Si bien al principio no es que este estuviese especialmente de acuerdo con
dicha orden, tras el inicio de las operaciones y a medida que estas fueron
avanzando, se fueron conociendo noticias de las acciones de la Tarhrsa, como
por ejemplo la ejecución de los operarios civiles de la plataforma de descarga,
los del sistema planetario de comunicaciones Interestelares, o las ejecuciones
de tropas Planetarias que “no habían querido tomar prisioneras”, la orden
recibida dejo de ser un problema para convertirse en un “agradable deber”. De
las tropas de la Tarharsa que aparecieron con el fin de tomar los emisores del
escudo, apenas escaparon de las manos de los defensores una veintena,
únicamente aquellos que iban equipados con armaduras de reconocimiento, cuyos
pequeños motores antigravitatorios les permitieron alejarse a gran velocidad y
altura de las tropas enemigas. Varias horas después llegaron al núcleo central
de su división, donde las cosas comenzaban a torcerse ya de mala manera, y en
donde su narración de los hechos no hizo sino confirmar que aquello no pintaba
nada bien para ellos.
En el plan que se
trazó en su día con su Alteza, este propuso dejar un estrecho pasillo como vía
de escape hacia el interior de la jungla para las tropas de la Tarharsa que
tratarían de hacerse con la capital. En esos instantes, una vez rechazados
todos los ataques y alejados de la periferia de la capital, el General Xartgie
dio la orden de usar las grandes piezas de artillería que habían sido
trasladadas junto a ellos y montadas sobre los edificios del centro de la
capital, más de 7000 cañones repulsores que dispararían proyectiles de alto
poder explosivo sobre las tropas enemigas.
Lo cierto es que uno de estos proyectiles normalmente tendrían poco
impacto sobre tropas de Asalto Pesadas debido a sus armaduras de combate, sin
embargo, ni aun estas aguantarían un impacto directo de semejantes proyectiles,
y dada la concentración con que se harían los disparos, esas tropas iban a
salir muy malparadas. Esto les iba a forzar a tener que retirarse hacia el
interior del continente dejando atrás el equipo pesado si es que querían escapar
de su destrucción, y por si esto no fuese suficiente, aún estaba la segunda
parte de la trampa, la ruta de escape hacia la jungla. Las mismas armaduras que
les protegían de la caída de esos proyectiles de la artillería, se iban a
convertir en unas pocas decenas de kilómetros en un serio problema para escapar
de sus tropas, cuyas armaduras eran más ligeras y flexibles de movimientos,
vital para moverse entre las densas concentraciones de árboles.
Las autoridades
una vez alejado el peligro de la capital, trataron de proceder a poner en
órbita alta de un Satélite de comunicaciones Interestelares, lo que no
satisfaría nada a nivel “civil”, pero a nivel militar al menos les permitiría
enviar una petición de ayuda inmediata al Alto Mando del 6º Distrito Militar…
La puesta en órbita se realizaba mediante un anticuado cohete repulsor de iones
por etapas, las cuales se irían separando tras alcanzar cierta altura hasta
llegar a la órbita correcta donde la cabeza separaría el satélite colocándolo
en una órbita Geoestacionaria sobre la propia Capital. Pero para ello, antes
deberían de forzar una ventana libre en el escudo, tanto para poder enviar de
inmediato la petición de ayuda, como para evitar que el satélite se destruyese
contra el antes de poder maniobrar, por si la órbita inicial de colocación
resultaba excesivamente alta. Lord Kippling supo ver esta oportunidad,
esperando pacientemente el momento indicado para tratar de escapar en una de
las lanzaderas, con el objetivo final de anunciar a su Príncipe del fracaso de
la Operación. Dado que en su planificación original, en caso de haber salido
todo bien, daban por supuesto la destrucción del centro de mando y control del
Escudo y las defensas lunares, habían diseñado un sistema manual para conectar,
por lo menos el Escudo Planetario, que sería lo más urgente. De este modo, dio
por supuesto que los técnicos Hiperbóreos habían hecho algo más o menos
parecido, ya que evidentemente conocían sus propios sistemas mejor que ellos y
deberían de tener un sistema auxiliar por si el Centro de Mando sufría algún
tipo de accidente critico no dejar el planeta indefenso. Lo que para su
desgracia nunca llego a conocer antes de su muerte, fue que el antiguo y
teóricamente obsoleto centro de control de Mando, nunca llego a ser destruido,
y que de hecho, se convertiría en parte vital de la trampa tendida por su
alteza Imperial.
Tal y como Lord
Kippling esperaba en el momento del lanzamiento se abrió una pequeña ventana en
el escudo, que los sensores de las dos lanzaderas, sabiendo lo que debían de
buscar, no tardaron más que unos segundos en localizar. Mientras que su
lanzadera partía a toda velocidad en dirección al espacio, la segunda se
desviaba levemente para usar sus cañones y acabar con el intento de situar el
satélite en órbita, cosa que no les llevo más de un par de disparos. Para
desgracia de ambas naves, cuando desviaron el control de Defensa Planetario del
centro principal, al Auxiliar situado en el centro del continente, las defensas
planetarias Lunares al igual que el Escudo, poco a poco fueron estando
plenamente operativas de nuevo. Una vez que se situaron enfrente a las defensas
Planetarias, ambas lanzaderas fueron fácilmente destruidas. Del mismo modo, una
vez cerrada la trampa contra la Tarharsa y un segundo satélite de
comunicaciones fue puesto sobre su órbita, los escuadrones estelares de Caza y
bombardeo situados en las bases lunares de defensa fueron puestos en marcha,
participando en la caza de los restos de sus enemigos. A esas alturas tanto
Cazas como Bombarderos prácticamente ya no tenían que preocuparse de posibles
defensas Antiaéreas pesadas. La inicial retirada de la Tarharsa hacia el
interior del continente paso de ser algo organizado a una especie de sálvese el
que pueda… Lo cierto es que su aniquilación, no fue algo ni simple, ni
sencillo, a la 110º División, Cazadores de Hiperbórea, y a las Divisiones 23,
205 y 439 cuando se reintegraron a sus puestos, les llevo casi un año completo
exterminar hasta los últimos supervivientes de la Tarharsa en lo más profundo
de las junglas del continente, donde tuvieron su último refugio.
Dos días después
de la debacle sufrida por la Tarharsa y la muerte de Lord Kippling, el general
Xartgie, por los pelos, fue capaz de impedir que el mando de Defensa Planetario
enviase una petición de ayuda al Mando de la Flota del Cuadrante una vez puesto
un satélite de comunicaciones Interestelares de Emergencia en órbita. Es obvio
decir, que ni al mando de Defensa, ni al gobierno del Planeta, les hizo la
menor gracia saber que habían sido usados como cebo para una trampa, sin
embargo, a estos últimos sí que les alegro conocer, el hecho de que una flota
de naves de guerra había sido apresuradamente reunida por si esto pasaba, y
estaba a un solo salto del sistema, esperando por si sus enemigos “volvían”
para traer refuerzos… El Alto Mando no fue tan ingenuo como el gobierno, pero
se tragó sus más que previsibles protestas cuando el General Xartgie dejó caer
delicadamente y solo para sus oídos, que la nave al mando de la fuerza de
“rescate” era el “Represor”, nave insignia de su Alteza Imperial el Príncipe
Jhored… Esta información, confirmo al Mando de Defensa dos cosas más allá de
toda duda, primero el haber sido usados como cebo, y segundo, también les
dejaba muy clara la procedencia de la posible idea. Además, el hecho de que el
propio General Xartgie les pasase un dosier confidencial del Alto Mando
Imperial del Ejercito con una serie de puntos débiles en la estructura
Defensiva del Sector Hiperbóreo, y en el cual se les señalaba a ellos como los
directamente responsables ante los ojos de su Alteza Imperial, provoco que sabiamente,
el Mando de Defensa Planetario decidiese dejar de lado sus “sospechas”,
archivándolas de inmediato, para centrarse de lleno en ver cómo podían
“rellenar” esos lapsus en Defensa que tenían sus “planes” originales.
Por su parte, El
Dominio Zordak o Principado Zordak como se solía conocer, seguía con sus planes
originales, ajenos por completo al destino sufrido por su mejor unidad, la
Tarharsa. Casi cuarenta enormes naves de transporte de tropas y Cargueros,
escoltados por una decena de destructores y dos Cruceros Pesados, se dirigían a
toda velocidad hacia el Sistema Hiperbórea con el fin de reforzar el planeta y retirar
las tropas responsables de haberlo ocupado. Cuando entraron en el sistema lo
primeo que el grupo detecto fue que el Escudo del Planeta estaba alzado, lo que
al oficial al mando del convoy no le inquietó lo mas mínimo, ya que esperaba
que la Tarharsa tras hacerse con el control de los principales sistemas
defensivos y de comunicación, lo hubiesen alzado para cerrar el Planeta por
completo al exterior hasta que ellos llegasen con las fuerzas de ocupación
permanentes. De hecho, el Comandante de la Escolta y mando principal del
Convoy, tenía órdenes de que sus Cruceros Pesados y Destructores tomasen como
base operacional las Lunas de Hiperbórea y una vez que se restableciese el
control sobre escudo y defensa, comenzasen operaciones de tipo razzia sobre el territorio
cercano de la Confederación Imperial. ¿Su misión? Atraer la atención sobre
ellos de tantas naves de la Flota de la Confederación de ese Distrito como les
fuese posible sin ponerse en excesivo riesgo. Lo que nunca, ni en sus peores
pesadillas había podido imaginarse cuando le informaron de su misión, fue el
recibimiento que les dispenso Hiperbórea, cuyas defensas comenzaron a
dispararles nada más entrar dentro de rango… En menos de tres minutos, tres
destructores, el otro crucero Pesado y cuatro de los transportes quedaron
completamente arrasados… Todas las demás naves fueron capaces de retirarse a
distancia segura, aunque ninguna de ellas estaba intacta. En esos instantes fue
cuando los sensores de los restos de la Flotilla detectaron la rápida aproximación
de la potente Flota del “Represor”. Tan solo un carguero estaba intacto y a la
suficiente distancia de Hiperbórea como para poder escapar… si es que fuese
capaz de soltar su carga y moverse a su máxima velocidad, sin embargo, el
motivo por el que ese carguero estaba en tan inmejorable situación, era porque
tenía una importante avería en su motor principal de impulso.
Nada más entrar
en el sistema estelar Hiperbórea, nuevamente los malos presentimientos
regresaron al comandante Zreshid, responsable de colocar sobre el
planeta a la temida Tarharsa… Sus naves al igual que el resto de la flota
detectaron el escudo planetario alzado, lo que pese a saber que así es como
debería de estar, no le gusto, y a medida que se acercaban al planeta, la
situación cada vez le gustaba menos… No era supersticioso, pero todo él, su
instinto, su experiencia, su… todo, le indicaba que tenía que salir de allí
enseguida… El comandante Zreshid trato de advertir al nuevo comandante del
convoy de que algo no iba bien en Hiperbórea, quien por supuesto no le hizo el
menor caso, ordenándole incluso en un momento dado, que no volviese a
comunicarse con el si no era con motivo del desarrollo de su función dentro de
la misión. Zreshid tras eso tomo una decisión, hizo lo que nunca pensó que
haría en su vida, literalmente tratar de escapar de aquel sistema, uso el
sistema de detención de emergencia del reactor del carguero para que este se parase
en seco, dio la alerta al jefe del convoy de que su motor de impulso tenia
graves averías y de que iniciaba el procedimiento de cierre de emergencia del
mismo para tratar de repararlo, algo que en caso de no lograrlo implicaría soltar la
carga y regresar a su base usando el motor de salto Interespacial, aunque “por
fortuna”, se suponía que al dominar Hiperbórea podría ser remolcado hasta allí
para las reparaciones… El comandante Zreshid dio orden de arrancar el motor con
suavidad dejándolo bajo mínimos, y hacerlo despacio, usando para ello la deriva
gravitacional de la Estrella del Sistema poco a poco ir alejándose de
Hiperbórea mientras tomaban más velocidad, como si les fuese imposible de
evitar… Ni su segundo, ni su tripulación entendían lo que ocurria y porque su
comandante había hecho aquello, pero no les gustaba nada. Cuando su segundo por
fin se decidió a tratar de hacer entrar en razón a su comandante, los sensores
del Carguero Armado recogieron dos hechos simultáneos, por un lado el momento
en que las Defensas Planetarias de Hiperbórea abrían fuego contra el convoy, y
por otro la entrada a toda velocidad en el sistema de la Flota del “Represor”.
El ordenador del Carguero fue muy claro con esta última, 4 Acorazados, 8
Cruceros de Batalla, 13 Cruceros Pesados, 15 Cruceros Ligeros, 24 Destructores,
9 Fragatas, 2 Corbetas de Exploración y una gran Nave de Guerra identificada
como el “Represor”, nave insignia del Príncipe Heredero de la Confederación
Imperial Galáctica, a la cual, ellos estaban atacando…
Si al Comandante
Zreshid cuando sus sistemas le informaron de la composición de la Flota de la Confederación
que en ese momento avanzaba a toda velocidad hacia Hiperbórea desplegándose
para el combate, prácticamente se le cayó la mandíbula al ser consciente del problema
que tenía pues su motor de impulso aun seguía completamente detenido, el Coronel
Aberthtan, al Mando de lo que quedaba de convoy, por su parte
alcanzo en su rostro una lividez cadavérica a la par de quedarse durante unos
segundo completamente sin respiración. Por si esto ya de por si no fuese
suficiente, los sensores de las naves recogieron una poderosa fuente de
interferencias que les impedirían poder enviar ningún mensaje Interespacial a
casa… Aberthtan hizo un rápido recuento de fuerzas, Su Crucero Pesado y los
Siete Destructores que le quedaban, contra lo que se les venía encima… cuando
simplemente con los cruceros de Batalla de esa flotilla ya les igualaban en
número y multiplicaban su poder por varias veces… La conclusión no fue
agradable, los cargueros estaban condenados desde el principio, su Crucero no
podía Saltar al Interespacio gracias a un impacto afortunado de las defensas
Planetarias, y de los Siete Destructores, tan solo dos de ellos podrían
alcanzar su velocidad máxima… los únicos que tenían una remota posibilidad de
escapar si comenzaban a correr ahora mismo hacia el exterior del sistema para
después saltar fuera… Dio la orden de inmediato para que lo hiciesen, después,
dio orden al Comandante Zreshid para que dejase todo intento de reparación e
iniciase de inmediato un Salto forzado en el Interespacio hacia la base para
informar de lo que ocurria… Lo único bueno en opinión del Coronel Aberthtan,
había sido la avería de ese carguero, lamentando de paso por cierto no haber
escuchado a su comandante cuando este trato de advertirle, esperaba que con un
poco de suerte fuese capaz de avisar con tiempo suficiente como para que la
frontera con Hiperbórea no quedase desguarnecida. Después de esto, y
considerando a su flota destruida de antemano, ordeno que los cargueros se
dispersasen y tratasen de escapar por su cuenta… La orden final para su Crucero
Pesado y los Cinco destructores restantes fueron muy diferentes, les hizo ver
en primer lugar que no podían esperar clemencia, y que ya estaban muertos, por
lo que dio la única orden desesperada de la que podría al menos sacar algún
beneficio para su señor, directamente poner las seis naves a la máxima
velocidad posible y tratar de embestir directamente al “Represor”. Para su
desgracia, sus seis naves tenían velocidades diferentes, por lo que los
sistemas de disparo de las naves pesadas de la Flota del “Represor” no tuvieron
el mas mínimo problema en cazarlas en parejas sin que supusiesen en ningún
momento el menor peligro para ninguna de ellas…
El Comandante
Zreshid cumplió con sus órdenes, hizo el salto de “emergencia” que se le
ordenó, aunque no logro disponer los motores iónicos a pleno funcionamiento,
este no dejo de ser “normal”, aunque un poco más movido de lo normal. El Salto
le llevo directamente a uno de los sistemas estelares exteriores del
Principado, desde donde tenía pensado emitir un comunicado de advertencia tal y
como se le había ordenado, pero sin embargo, desde luego no tenía la menor
intención de regresar a la base… Tras lo visto en Hiperbórea, tenía muy claro
que el destino del Principado estaba sentenciado, y el en esos momentos
disponía de un Carguero Pesado Armado totalmente operativo, con una tripulación
bien entrenada, pensó que el contrabando podía ser una buena alternativa para
vivir. Desgraciadamente para él, el poner en orden la nave con sus motores de
impulso en línea de nuevo, sumado al hecho de preparar el mensaje para enviar,
sumo excesivos esfuerzos que restaron de la puesta en marcha de los escudos,
blindaje o del control de los sensores, y estos últimos por ejemplo, emitieron
su alerta excesivamente tarde. Para cuando Zreshid quiso reaccionar los cuatro
torpedos ya estaban casi encima del carguero, y la Torpedera Z-249 de la
Confederación Imperial volvía a conectar nuevamente sus poderosos sistemas de
interferencia, alejándose de ellos a toda velocidad, trato desesperadamente de
subir los escudos del carguero sin llegar a lograrlo… Apenas tres segundos
después de la transmisión del mensaje de alerta, el carguero resultó pulverizado
por el impacto de los torpedos…
El resto del
convoy no sufrió mejor suerte, los dos Destructores trataron de escapar, sin
embargo, lo hicieron juntos y en la misma dirección, un error estúpido que les
costó caro. La almirante Kasinhs dio orden de inmediato para que las dos
corbetas, seis destructores y cuatro Cruceros Ligeros les diesen caza. Fue muy
sencillo, especialmente porque uso para ello únicamente las naves habituales de
la escolta del “Represor”, acostumbradas a colaborar en todas circunstancias.
Las dos corbetas se limitaron a frenarlas y retirarse después de inmediato
hacia la flota, luego llegó el turno de los Seis Destructores, quienes en dos
pasadas les dañaron lo suficiente como para que no fuesen a ningún sitio en los
siguientes minutos, alejándose luego para dejar campo libre de tiro a los
cuatro Cruceros Ligeros que se encargaron de su destrucción definitiva. Salvo
por unos pocos impactos en una de las corbetas, la “Jade”, y en dos de los
destructores, el “Princesa” y el “Dardo”, todo había sido idéntico a cualquiera
de los entrenamientos que habían echo para una circunstancia similar. Mientras
el convoy comenzó a dispersarse mientras el resto de las escoltar intentaron…
bueno, La Almirante no supo bien en ningún momento que se supone que fue lo que
intentaron, porque fueron directos de frente contra sus 4 Acorazados, los 8
Cruceros de Batalla y el Represor… El fuego cruzado de estos los pulverizo nada
más entraron en su radio de tiro… Mientras, los Cruceros Pesados restantes procedían
a la caza de los Cargueros y Transportes…
La Almirante
Kasinhs en previsión de que algunos de esos transportes y Cargueros fuesen
naves armadas, mantuvo fuera de su alcance tanto a los Destructores como a las
Fragatas, dejando que los veloces Cruceros Ligeros fuesen los encargados de
“pararlas” para que sus hermanos mayores pudiesen llegar cuando acabasen con
las escoltas… Una vez terminaron con las
naves de guerra, la Almirante dio orden de caza libre a los Acorazados,
Cruceros de Batalla y Cruceros Pesados, mientras que por su lado, ordeno al
resto de los escoltas formar en torno al “Represor”. No hubo cuartel de ningún
tipo, mientras que la Flota se encargaba de destruir hasta la última nave de Zordak
del sistema, los Cazas y Bombarderos
Estelares procedentes de las Defensas Planetarias de Hiperbórea que no estaban
atacando en la superficie a la Tarhrasa, se dedicaron a eliminar hasta la
última de las capsulas de salvamento lanzadas por el convoy. El resultado final
de la operación fue una División Completa de Asalto Planetario, diez Divisiones
Planetarias de Ocupación, elementos Auxiliares y el personal de su Flota aniquilados…
en total más de 200.000 muertos… y como extra, la Tarharsa completamente
aniquilada.
CONTINUARA
sublime genial
ResponderEliminartenia mono de mas gracias
Excelente, de lo mejor
ResponderEliminarNo se como lo haces pero me gustan tus relatos, no por el contenido erótico,sino por sus historias,ya tengo ganas de ver el próximo capitulo de la boda...un saludo y sigue así...te felicito
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