sábado, 6 de mayo de 2017

                        Confederación Imperial Galáctica

Libro - 8

Hiperbórea


 4



Fecha estelar - 5332
6º Cuadrante Militar del Imperio
Sistema Hiperbórea
Zona externa del sistema
Crucero de Batalla "Elemental del Viento"


Al ver la situación de la flota después de que la última de las naves hiciesen su aparición en el espacio normal, el Almirante Tagard no pudo por menos que llevarse la mano a la cara, meneando la cabeza en sentido negativo, como no pudiendo creerse lo que sus ojos veían gracias a los sistemas sensores de su nave.


·         Bueno, tan poco esta tan mal… -sugirió el Coronel Trayev
·         ¿Qué no?, se da usted cuenta de que estamos esparcidos por todo este sector del sistema… Nos llevara horas el volver a tomar una formación lógica, perderemos la ventaja de 27h que hemos obtenido… -replico el Vicealmirante Tagard.
·         Bueno, esa sería una opción, pero dada la prisa que tenemos, quizá esta salida en esta forma nos pueda ser útil para nuestros propósitos, incluso puede que podamos “camuflar” nuestra verdadera misión mejor de lo que habíamos supuesto. El punto ideal de una flota de Transporte de suministros de nueva formación, sería el planeta principal, Hiperbórea, al amparo de sus defensas planetarias… a la vez que dejamos los suministros de su “guarnición” -objeto el Coronel Trayev.
·         Si, la verdad es que eso no es mala idea, podemos organizarnos para poder llegar a Hiperbórea en un orden predeterminado, y hacerlo de modo que nadie se dé cuenta de verdadera cuenta de lo que estamos haciendo… Mantendríamos esa ventaja horaria y conseguiríamos tranquilizar a nuestros adversarios  sobre nuestras intenciones en caso de que nos observasen orbitando el planeta. Es más, quizá incluso se alegren del incremento de medios que podrían llegar a capturar. Coronel, adelante con las modificaciones necesarias para que cada nave avance por su cuenta hacia Hiperbórea, “organice” allí el convoy...
·         Por supuesto señor… -sonrió el coronel Trayev
Catorce horas después, el Vicealmirante Tagard despedía en el Hangar de su Crucero de Batalla al General Xartgie, comandante en jefe de la División Especial de Asalto Nº 110, “Cazadores de Hiperbórea”. El Vicealmirante sonrió mientras veía como la lanzadera se lanzaba a toda velocidad hacia el planeta, concretamente hacia las zonas de jungla más próximas a la capital planetaria y el centro de control primario del Escudo. Incluso él se había sorprendido de la cantidad tan enorme de piezas de artillería que habían llevado dos de los transportes y que habían sido desembarcadas directamente en la propia capital del planeta, Tagard desconocía el plan que se ejecutaría en tierra, pero desde luego, visto lo visto y conociendo tanto al General Xartgie como a su alteza Imperial, por un breve instante casi sintió lastima por los miembros de La Tarharsa, que si todo iba según lo previsto, en esos instantes se estaban dirigiendo hacia una trampa letal que iba a significar su completa aniquilación.
Cuando la Flota de Tagard por fin se puso en marcha, los precisos sensores de su Cuatro Cruceros de Batalla captaron en el extremo contrario a la rotación de Hiperbórea un total de lo que parecían cuatro cargueros superpesados procedente de los sectores fronterizos de la Liga. Tagard hizo unos cálculos rápidos y llego a la conclusión de que perfectamente podrían estar transportando en sus entrañas a una división completa con pertrechos suficientes como para entre diez y catorce días de operaciones de guerra, muy justo a su entender, pero perfectamente posible, lo que le hizo considerar que La Tarharsa había llegado por fin. Solo dos horas después, la flotilla entera salto al Interespacio, aparentemente para continuar su “rutina” de suministro de pertrechos. En realidad, mientras que los Cargueros regresaban directamente a Mar-Shagan, mientras, Tagard al mando de los escoltas se dirigía a toda velocidad al punto de reunión establecido con la Flotilla del Represor.
Los cargueros de la Liga aceleraron en cuanto la última de las naves de la flota de la Confederación salto fuera del sistema, el oficial al mando de las naves, el comandante Zreshid, no las tenía todas consigo, sabía que la presencia de dicho grupo no era normal en esas fechas, sin embargo, Lord Kippling, Comandante en Jefe de la Temida Tarharsa había determinado que se trataba simplemente de un convoy de aprovisionamiento en formación enviado a la frontera para aumentar la capacidad operativa de las unidades destacadas... Incluso había sonreído, señalando que alguien había dado por sentado que las Divisiones de Asalto establecidas en Hiperbórea no serían movidas y que gracias a esos suministros, acababan de dejarles inadvertidamente un sustancial incremento en su tiempo operativo a la espera de los refuerzos… De seguido dio orden de que desde los hangares despegasen los comandos encargados de neutralizar los cinco comunicadores hiperespaciales distribuidos en el sistema. No obstante y pese a todo, el comandante Zreshid seguía con un mal presentimiento, sus cargueros estaban fuertemente armados, aprovechando el factor sorpresa podrían encargarse con cierta facilidad de dos o tres Destructores, e incluso tutearse con un Crucero Ligero de no ser por la falta de blindaje de sus naves, pero esa flotilla que acababa de marchar, según sus sensores, tenía en sus filas al menos cuatro Cruceros de Batalla, y uno solo de ellos que regresase sería más que suficiente como para terminar con sus cuatro naves, armadas o no, con la sorpresa de su parte o no. Si el planeta lograba enviar aunque solo fuese una mínima señal de socorro y enviaban a uno de ellos a investigar... estarían acabados. Le preocupaba que el “Lord” no pareciese entenderlo así, le encontraba “absurdamente” seguro de sí mismo y de las ideas preconcebidas que tenía sobre como actuaria o no el enemigo.
Apenas cuatro horas después, las cuatro naves de carga recibieron autorización del control de vuelo planetario para acercarse a las dársenas de descarga internas, situadas dentro del perímetro de seguridad, justo tras las orbitas lunares . Estas dársenas eran enormes construcciones tubulares enrejadas espaciales donde los Súpercargueros y Cargueros Pesados podían desprenderse de sus módulos de carga con total seguridad gracias a los medios automatizados de la instalación, que era controlada por unos pocos operarios civiles desde un único complejo central. Tan solo cuatro minutos después de que se iniciase el desacoplamiento de los módulos de las cuatro naves, los operarios civiles habían sido eliminados y el centro de Control de la instalación estaba bajo el absoluto control de la Tarharsa. Una vez hecho esto se inició el despliegue de las tropas en el interior del planeta en tres áreas principalmente, los dos emisores del escudo, con el fin de evitar el envió de refuerzos desde esas previsibles, los aledaños de la capital y el 75% de la división, en el terreno adyacente a la Isla de Kalorun… Los sitios de los desembarcos habían sido específicamente elegidos por su baja posibilidad de detección antes de que la operación se pusiese en marcha. Tres horas después de que todo estuviese en su lugar y cuando a Lord kippling le llego la información de la marcha de los cuatro cargueros junto con la recuperación de los comandos encargados de minar los repetidores de comunicaciones Hiperestelares situados en órbita, dio orden de inicio para las operaciones. La Tarharsa transmitió el código cifrado correspondiente hacia los Cargueros, que serían los encargados de reenviarlo hacia su propio territorio para que se pusiese en marcha la fase dos del plan, y que a su vez, detonaría las minas instaladas en los satélites automatizados de comunicación interestelar del sistema, dejando Hiperbórea teóricamente Incomunicado.
A operación se había puesto en marcha acorde a lo planeado, apenas diez minutos después del inicio de la misma, desde la capital del Planeta a Lord Kippling le llego el código que le indicaba que el gran repetidor Interestelar existente allí había sido destruido, o como minino inutilizado con éxito para varios días, asi como los medios necesarios para organizar un despliegue de los medios de las Bases de Caza y Bombardeo Lunares... Desde su puesto de mando, hora y media después del inicio de las operaciones, Lord Kippling pudo ver con regocijo el instante en que sus primeras tropas lograban penetrar dentro de las fortificaciones del centro de control del escudo y las defensas planetarias, las cuales, apenas catorce minutos más tarde cayeron, dejando el planeta completamente expuesto a una más que previsible invasión… Además, el mando de defensa planetaria, tal y como también se había previsto reacciono de inmediato enviando casi la práctica totalidad de sus medios aéreos para tratar de defender el centro de control planetario aun antes de saber de cierto a que se enfrentaban, encontrándose con un auténtico entramado defensivo de armamento Antiaéreo, misiles fijos y portátiles, cañones repulsores, laser, etc...  Incluso buena parte de las piezas de artillería medias y ligeras con que  la Tarharsa había sido dotada, e incluso aquellas con las que habían sido reforzados antes de salir, eran de doble propósito, y uno de sus usos principales, era el de defensa aérea. Durante la primera hora de combate, cerca de mil naves atmosféricas de ataque aéreo habían sido abatidas sin que fuesen capaces de causar apenas daños a la División, todo ello gracias a la neutralización de los Cazas y Bombarderos Estelares en sus Bases de las Lunas. Por otro lado, tal y como se esperaba, la principal defensa Terrestre del planeta y de todo el sector, descansaba sobre las espaldas de las tres Divisiones de Asalto Planetario que ahora mismo se encontraban desplegadas en otro punto de la Frontera con la Liga de Mundos Libres.
Del cuartel General de la División Tarharsa partió la segunda de las comunicaciones cifradas en dirección a los cargueros que estaban a punto de marchar del sistema rumbo a la capital del Principado, notificándoles la caída de las defensas Planetarias de Hiperbórea. Tras esto y que los defensores volaran las instalaciones del control, las tropas de la Tarharsa se lanzaron contra la capital, logrando entrar en los barrios más periféricos, luchándose prácticamente edificio por edificio contra las tropas de guarnición planetaria, que poco o nada tenían que hacer contra las Tropas Blindadas de Asalto de la Tarharsa. Repentinamente y por sorpresa, a los escasos veintitrés minutos de partir del sistema los cargueros que les habían llevado hasta allí, las cosas comenzaron a ir de mal en peor para la temida Tarharsa… Primero y para su sorpresa el escudo planetario fue reactivado, lo que los dejaba completamente aislados e incomunicados en suelo enemigo. Y Segundo, sin saber que o quienes eran, comenzaron a recibir violentos ataques en su retaguardia por lo que parecían ser Tropas de Asalto de la Confederación Imperial, a la vez que su vanguardia de incursión de la capital comenzó a reportar pérdidas importantes por intenso fuego adversario que repentinamente se había recrudecido…  Una vez que fueron rechazados de la capital, y empujados contra sus posiciones iniciales, sobre las tropas de la Tarhrasa cayó una autentica lluvia artillera de fuego. Para sorpresa de Lord Kippling su estado mayor estimo que cerca de 7.000 piezas de artillería pesadas eran las que les estaban machacando desde la capital, y que lo más sensato en esos instantes seria replegarse sobre la selva del continente adyacente con el fin de evitar ser detectados con facilidad, poner un brazo de mar por medio y de paso salir fuera del rango de acción de la artillería…
Aun con todos estos problemas y el hecho de estar sufriendo revés tras revés en todo el frente, Lord Kippling aún no se planteó ni por asomo, la posibilidad de que junto con sus tropas se hubiesen metido en una trampa cuando atacaron el Planeta, pese a saber a ciencia cierta la ausencia de las tres Divisiones de Asalto que conformaban su principal línea defensiva. La Luz se hizo por fin en su mente varias horas más tarde, tras verificar con su estado mayor la perdida aproximada del 60% de sus tropas y el 89% de sus medios pesados de combate… Entre estas pérdidas, estaban la práctica totalidad de las tropas encargadas de los emisores del escudo planetario, apenas una docena de los más de cuatro mil que eran lograron enlazar con sus fuerzas, mientras que los que quedaron de guarnición en la Dársena de Carga y los que destruyeron la Antena principal Planetaria de comunicación Interespacial no contestaban, empezando a darse por echa su eliminación por tropas hostiles. Con todos esos datos en sus manos, Lord kippling llego a tres conclusiones, a cual más alarmante, primera que enfrente tenían a no menos de una División y Media de Asalto fuertemente armada, segunda que dicha división posiblemente estuviese especialmente entrenada para operar dentro de aquel terreno de pesadilla que estaba siendo la densa jungla, y tres, que no estaban haciendo ningún prisionero ni aceptaban rendiciones. Por los supervivientes sabía que estaban ejecutando en el sitio a todo el que cogían con vida… Lord Kippling entonces cometió el peor error que podía haber realizado, que fue dejar practicamente de lado el mando operativo en manos de su segundo, mientras trataba de encontrar el mejor modo posible de salir de allí con vida, facilitándoles aún más las cosas a los “Cazadores de Hiperbórea” en su labor de exterminio de la Tarharsa… Los ojos de Lord Kippling se volvieron de inmediato hacia las dos Lanzaderas Pesadas de Asalto que les habían acompañado desde los cargueros, y que tenían capacidad por si misma de salto Interespacial, si las bases Lunares hubiesen estado activas, nunca lograrían pasar entre sus Cazas, pero en esos instantes no era así y eso le daba una oportunidad.
La orden de su Alteza Imperial al General Xartgie cuando hablo con él fue clara y concisa, la Tarharsa no ofrecía ni cuartel ni piedad a sus adversarios y era famosa por ello, es más, se vanagloriaba de ello, por lo que tampoco debían de recibirlo, ninguno de ellos, fuese quien fuese, debía de salir con vida de las junglas de Hiperbórea. Si bien al principio no es que este estuviese especialmente de acuerdo con dicha orden, tras el inicio de las operaciones y a medida que estas fueron avanzando, se fueron conociendo noticias de las acciones de la Tarhrsa, como por ejemplo la ejecución de los operarios civiles de la plataforma de descarga, los del sistema planetario de comunicaciones Interestelares, o las ejecuciones de tropas Planetarias que “no habían querido tomar prisioneras”, la orden recibida dejo de ser un problema para convertirse en un “agradable deber”. De las tropas de la Tarharsa que aparecieron con el fin de tomar los emisores del escudo, apenas escaparon de las manos de los defensores una veintena, únicamente aquellos que iban equipados con armaduras de reconocimiento, cuyos pequeños motores antigravitatorios les permitieron alejarse a gran velocidad y altura de las tropas enemigas. Varias horas después llegaron al núcleo central de su división, donde las cosas comenzaban a torcerse ya de mala manera, y en donde su narración de los hechos no hizo sino confirmar que aquello no pintaba nada bien para ellos.
En el plan que se trazó en su día con su Alteza, este propuso dejar un estrecho pasillo como vía de escape hacia el interior de la jungla para las tropas de la Tarharsa que tratarían de hacerse con la capital. En esos instantes, una vez rechazados todos los ataques y alejados de la periferia de la capital, el General Xartgie dio la orden de usar las grandes piezas de artillería que habían sido trasladadas junto a ellos y montadas sobre los edificios del centro de la capital, más de 7000 cañones repulsores que dispararían proyectiles de alto poder explosivo sobre las tropas enemigas.  Lo cierto es que uno de estos proyectiles normalmente tendrían poco impacto sobre tropas de Asalto Pesadas debido a sus armaduras de combate, sin embargo, ni aun estas aguantarían un impacto directo de semejantes proyectiles, y dada la concentración con que se harían los disparos, esas tropas iban a salir muy malparadas. Esto les iba a forzar a tener que retirarse hacia el interior del continente dejando atrás el equipo pesado si es que querían escapar de su destrucción, y por si esto no fuese suficiente, aún estaba la segunda parte de la trampa, la ruta de escape hacia la jungla. Las mismas armaduras que les protegían de la caída de esos proyectiles de la artillería, se iban a convertir en unas pocas decenas de kilómetros en un serio problema para escapar de sus tropas, cuyas armaduras eran más ligeras y flexibles de movimientos, vital para moverse entre las densas concentraciones de árboles.
Las autoridades una vez alejado el peligro de la capital, trataron de proceder a poner en órbita alta de un Satélite de comunicaciones Interestelares, lo que no satisfaría nada a nivel “civil”, pero a nivel militar al menos les permitiría enviar una petición de ayuda inmediata al Alto Mando del 6º Distrito Militar… La puesta en órbita se realizaba mediante un anticuado cohete repulsor de iones por etapas, las cuales se irían separando tras alcanzar cierta altura hasta llegar a la órbita correcta donde la cabeza separaría el satélite colocándolo en una órbita Geoestacionaria sobre la propia Capital. Pero para ello, antes deberían de forzar una ventana libre en el escudo, tanto para poder enviar de inmediato la petición de ayuda, como para evitar que el satélite se destruyese contra el antes de poder maniobrar, por si la órbita inicial de colocación resultaba excesivamente alta. Lord Kippling supo ver esta oportunidad, esperando pacientemente el momento indicado para tratar de escapar en una de las lanzaderas, con el objetivo final de anunciar a su Príncipe del fracaso de la Operación. Dado que en su planificación original, en caso de haber salido todo bien, daban por supuesto la destrucción del centro de mando y control del Escudo y las defensas lunares, habían diseñado un sistema manual para conectar, por lo menos el Escudo Planetario, que sería lo más urgente. De este modo, dio por supuesto que los técnicos Hiperbóreos habían hecho algo más o menos parecido, ya que evidentemente conocían sus propios sistemas mejor que ellos y deberían de tener un sistema auxiliar por si el Centro de Mando sufría algún tipo de accidente critico no dejar el planeta indefenso. Lo que para su desgracia nunca llego a conocer antes de su muerte, fue que el antiguo y teóricamente obsoleto centro de control de Mando, nunca llego a ser destruido, y que de hecho, se convertiría en parte vital de la trampa tendida por su alteza Imperial.
Tal y como Lord Kippling esperaba en el momento del lanzamiento se abrió una pequeña ventana en el escudo, que los sensores de las dos lanzaderas, sabiendo lo que debían de buscar, no tardaron más que unos segundos en localizar. Mientras que su lanzadera partía a toda velocidad en dirección al espacio, la segunda se desviaba levemente para usar sus cañones y acabar con el intento de situar el satélite en órbita, cosa que no les llevo más de un par de disparos. Para desgracia de ambas naves, cuando desviaron el control de Defensa Planetario del centro principal, al Auxiliar situado en el centro del continente, las defensas planetarias Lunares al igual que el Escudo, poco a poco fueron estando plenamente operativas de nuevo. Una vez que se situaron enfrente a las defensas Planetarias, ambas lanzaderas fueron fácilmente destruidas. Del mismo modo, una vez cerrada la trampa contra la Tarharsa y un segundo satélite de comunicaciones fue puesto sobre su órbita, los escuadrones estelares de Caza y bombardeo situados en las bases lunares de defensa fueron puestos en marcha, participando en la caza de los restos de sus enemigos. A esas alturas tanto Cazas como Bombarderos prácticamente ya no tenían que preocuparse de posibles defensas Antiaéreas pesadas. La inicial retirada de la Tarharsa hacia el interior del continente paso de ser algo organizado a una especie de sálvese el que pueda… Lo cierto es que su aniquilación, no fue algo ni simple, ni sencillo, a la 110º División, Cazadores de Hiperbórea, y a las Divisiones 23, 205 y 439 cuando se reintegraron a sus puestos, les llevo casi un año completo exterminar hasta los últimos supervivientes de la Tarharsa en lo más profundo de las junglas del continente, donde tuvieron su último refugio.
Dos días después de la debacle sufrida por la Tarharsa y la muerte de Lord Kippling, el general Xartgie, por los pelos, fue capaz de impedir que el mando de Defensa Planetario enviase una petición de ayuda al Mando de la Flota del Cuadrante una vez puesto un satélite de comunicaciones Interestelares de Emergencia en órbita. Es obvio decir, que ni al mando de Defensa, ni al gobierno del Planeta, les hizo la menor gracia saber que habían sido usados como cebo para una trampa, sin embargo, a estos últimos sí que les alegro conocer, el hecho de que una flota de naves de guerra había sido apresuradamente reunida por si esto pasaba, y estaba a un solo salto del sistema, esperando por si sus enemigos “volvían” para traer refuerzos… El Alto Mando no fue tan ingenuo como el gobierno, pero se tragó sus más que previsibles protestas cuando el General Xartgie dejó caer delicadamente y solo para sus oídos, que la nave al mando de la fuerza de “rescate” era el “Represor”, nave insignia de su Alteza Imperial el Príncipe Jhored… Esta información, confirmo al Mando de Defensa dos cosas más allá de toda duda, primero el haber sido usados como cebo, y segundo, también les dejaba muy clara la procedencia de la posible idea. Además, el hecho de que el propio General Xartgie les pasase un dosier confidencial del Alto Mando Imperial del Ejercito con una serie de puntos débiles en la estructura Defensiva del Sector Hiperbóreo, y en el cual se les señalaba a ellos como los directamente responsables ante los ojos de su Alteza Imperial, provoco que sabiamente, el Mando de Defensa Planetario decidiese dejar de lado sus “sospechas”, archivándolas de inmediato, para centrarse de lleno en ver cómo podían “rellenar” esos lapsus en Defensa que tenían sus “planes” originales.
Por su parte, El Dominio Zordak o Principado Zordak como se solía conocer, seguía con sus planes originales, ajenos por completo al destino sufrido por su mejor unidad, la Tarharsa. Casi cuarenta enormes naves de transporte de tropas y Cargueros, escoltados por una decena de destructores y dos Cruceros Pesados, se dirigían a toda velocidad hacia el Sistema Hiperbórea con el fin de reforzar el planeta y retirar las tropas responsables de haberlo ocupado. Cuando entraron en el sistema lo primeo que el grupo detecto fue que el Escudo del Planeta estaba alzado, lo que al oficial al mando del convoy no le inquietó lo mas mínimo, ya que esperaba que la Tarharsa tras hacerse con el control de los principales sistemas defensivos y de comunicación, lo hubiesen alzado para cerrar el Planeta por completo al exterior hasta que ellos llegasen con las fuerzas de ocupación permanentes. De hecho, el Comandante de la Escolta y mando principal del Convoy, tenía órdenes de que sus Cruceros Pesados y Destructores tomasen como base operacional las Lunas de Hiperbórea y una vez que se restableciese el control sobre escudo y defensa, comenzasen operaciones de tipo razzia sobre el territorio cercano de la Confederación Imperial. ¿Su misión? Atraer la atención sobre ellos de tantas naves de la Flota de la Confederación de ese Distrito como les fuese posible sin ponerse en excesivo riesgo. Lo que nunca, ni en sus peores pesadillas había podido imaginarse cuando le informaron de su misión, fue el recibimiento que les dispenso Hiperbórea, cuyas defensas comenzaron a dispararles nada más entrar dentro de rango… En menos de tres minutos, tres destructores, el otro crucero Pesado y cuatro de los transportes quedaron completamente arrasados… Todas las demás naves fueron capaces de retirarse a distancia segura, aunque ninguna de ellas estaba intacta. En esos instantes fue cuando los sensores de los restos de la Flotilla detectaron la rápida aproximación de la potente Flota del “Represor”. Tan solo un carguero estaba intacto y a la suficiente distancia de Hiperbórea como para poder escapar… si es que fuese capaz de soltar su carga y moverse a su máxima velocidad, sin embargo, el motivo por el que ese carguero estaba en tan inmejorable situación, era porque tenía una importante avería en su motor principal de impulso.
Nada más entrar en el sistema estelar Hiperbórea, nuevamente los malos presentimientos regresaron al comandante Zreshid, responsable de colocar sobre el planeta a la temida Tarharsa… Sus naves al igual que el resto de la flota detectaron el escudo planetario alzado, lo que pese a saber que así es como debería de estar, no le gusto, y a medida que se acercaban al planeta, la situación cada vez le gustaba menos… No era supersticioso, pero todo él, su instinto, su experiencia, su… todo, le indicaba que tenía que salir de allí enseguida… El comandante Zreshid trato de advertir al nuevo comandante del convoy de que algo no iba bien en Hiperbórea, quien por supuesto no le hizo el menor caso, ordenándole incluso en un momento dado, que no volviese a comunicarse con el si no era con motivo del desarrollo de su función dentro de la misión. Zreshid tras eso tomo una decisión, hizo lo que nunca pensó que haría en su vida, literalmente tratar de escapar de aquel sistema, uso el sistema de detención de emergencia del reactor del carguero para que este se parase en seco, dio la alerta al jefe del convoy de que su motor de impulso tenia graves averías y de que iniciaba el procedimiento de cierre de emergencia del mismo para tratar de repararlo, algo que  en caso de no lograrlo implicaría soltar la carga y regresar a su base usando el motor de salto Interespacial, aunque “por fortuna”, se suponía que al dominar Hiperbórea podría ser remolcado hasta allí para las reparaciones… El comandante Zreshid dio orden de arrancar el motor con suavidad dejándolo bajo mínimos, y hacerlo despacio, usando para ello la deriva gravitacional de la Estrella del Sistema poco a poco ir alejándose de Hiperbórea mientras tomaban más velocidad, como si les fuese imposible de evitar… Ni su segundo, ni su tripulación entendían lo que ocurria y porque su comandante había hecho aquello, pero no les gustaba nada. Cuando su segundo por fin se decidió a tratar de hacer entrar en razón a su comandante, los sensores del Carguero Armado recogieron dos hechos simultáneos, por un lado el momento en que las Defensas Planetarias de Hiperbórea abrían fuego contra el convoy, y por otro la entrada a toda velocidad en el sistema de la Flota del “Represor”. El ordenador del Carguero fue muy claro con esta última, 4 Acorazados, 8 Cruceros de Batalla, 13 Cruceros Pesados, 15 Cruceros Ligeros, 24 Destructores, 9 Fragatas, 2 Corbetas de Exploración y una gran Nave de Guerra identificada como el “Represor”, nave insignia del Príncipe Heredero de la Confederación Imperial Galáctica, a la cual, ellos estaban atacando…
Si al Comandante Zreshid cuando sus sistemas le informaron de la composición de la Flota de la Confederación que en ese momento avanzaba a toda velocidad hacia Hiperbórea desplegándose para el combate, prácticamente se le cayó la mandíbula al ser consciente del problema que tenía pues su motor de impulso aun seguía completamente detenido, el Coronel Aberthtan, al Mando de lo que quedaba de convoy, por su parte alcanzo en su rostro una lividez cadavérica a la par de quedarse durante unos segundo completamente sin respiración. Por si esto ya de por si no fuese suficiente, los sensores de las naves recogieron una poderosa fuente de interferencias que les impedirían poder enviar ningún mensaje Interespacial a casa… Aberthtan hizo un rápido recuento de fuerzas, Su Crucero Pesado y los Siete Destructores que le quedaban, contra lo que se les venía encima… cuando simplemente con los cruceros de Batalla de esa flotilla ya les igualaban en número y multiplicaban su poder por varias veces… La conclusión no fue agradable, los cargueros estaban condenados desde el principio, su Crucero no podía Saltar al Interespacio gracias a un impacto afortunado de las defensas Planetarias, y de los Siete Destructores, tan solo dos de ellos podrían alcanzar su velocidad máxima… los únicos que tenían una remota posibilidad de escapar si comenzaban a correr ahora mismo hacia el exterior del sistema para después saltar fuera… Dio la orden de inmediato para que lo hiciesen, después, dio orden al Comandante Zreshid para que dejase todo intento de reparación e iniciase de inmediato un Salto forzado en el Interespacio hacia la base para informar de lo que ocurria… Lo único bueno en opinión del Coronel Aberthtan, había sido la avería de ese carguero, lamentando de paso por cierto no haber escuchado a su comandante cuando este trato de advertirle, esperaba que con un poco de suerte fuese capaz de avisar con tiempo suficiente como para que la frontera con Hiperbórea no quedase desguarnecida. Después de esto, y considerando a su flota destruida de antemano, ordeno que los cargueros se dispersasen y tratasen de escapar por su cuenta… La orden final para su Crucero Pesado y los Cinco destructores restantes fueron muy diferentes, les hizo ver en primer lugar que no podían esperar clemencia, y que ya estaban muertos, por lo que dio la única orden desesperada de la que podría al menos sacar algún beneficio para su señor, directamente poner las seis naves a la máxima velocidad posible y tratar de embestir directamente al “Represor”. Para su desgracia, sus seis naves tenían velocidades diferentes, por lo que los sistemas de disparo de las naves pesadas de la Flota del “Represor” no tuvieron el mas mínimo problema en cazarlas en parejas sin que supusiesen en ningún momento el menor peligro para ninguna de ellas… 
El Comandante Zreshid cumplió con sus órdenes, hizo el salto de “emergencia” que se le ordenó, aunque no logro disponer los motores iónicos a pleno funcionamiento, este no dejo de ser “normal”, aunque un poco más movido de lo normal. El Salto le llevo directamente a uno de los sistemas estelares exteriores del Principado, desde donde tenía pensado emitir un comunicado de advertencia tal y como se le había ordenado, pero sin embargo, desde luego no tenía la menor intención de regresar a la base… Tras lo visto en Hiperbórea, tenía muy claro que el destino del Principado estaba sentenciado, y el en esos momentos disponía de un Carguero Pesado Armado totalmente operativo, con una tripulación bien entrenada, pensó que el contrabando podía ser una buena alternativa para vivir. Desgraciadamente para él, el poner en orden la nave con sus motores de impulso en línea de nuevo, sumado al hecho de preparar el mensaje para enviar, sumo excesivos esfuerzos que restaron de la puesta en marcha de los escudos, blindaje o del control de los sensores, y estos últimos por ejemplo, emitieron su alerta excesivamente tarde. Para cuando Zreshid quiso reaccionar los cuatro torpedos ya estaban casi encima del carguero, y la Torpedera Z-249 de la Confederación Imperial volvía a conectar nuevamente sus poderosos sistemas de interferencia, alejándose de ellos a toda velocidad, trato desesperadamente de subir los escudos del carguero sin llegar a lograrlo… Apenas tres segundos después de la transmisión del mensaje de alerta, el carguero resultó pulverizado por el impacto de los torpedos…
El resto del convoy no sufrió mejor suerte, los dos Destructores trataron de escapar, sin embargo, lo hicieron juntos y en la misma dirección, un error estúpido que les costó caro. La almirante Kasinhs dio orden de inmediato para que las dos corbetas, seis destructores y cuatro Cruceros Ligeros les diesen caza. Fue muy sencillo, especialmente porque uso para ello únicamente las naves habituales de la escolta del “Represor”, acostumbradas a colaborar en todas circunstancias. Las dos corbetas se limitaron a frenarlas y retirarse después de inmediato hacia la flota, luego llegó el turno de los Seis Destructores, quienes en dos pasadas les dañaron lo suficiente como para que no fuesen a ningún sitio en los siguientes minutos, alejándose luego para dejar campo libre de tiro a los cuatro Cruceros Ligeros que se encargaron de su destrucción definitiva. Salvo por unos pocos impactos en una de las corbetas, la “Jade”, y en dos de los destructores, el “Princesa” y el “Dardo”, todo había sido idéntico a cualquiera de los entrenamientos que habían echo para una circunstancia similar. Mientras el convoy comenzó a dispersarse mientras el resto de las escoltar intentaron… bueno, La Almirante no supo bien en ningún momento que se supone que fue lo que intentaron, porque fueron directos de frente contra sus 4 Acorazados, los 8 Cruceros de Batalla y el Represor… El fuego cruzado de estos los pulverizo nada más entraron en su radio de tiro… Mientras, los Cruceros Pesados restantes procedían a la caza de los Cargueros y Transportes…
La Almirante Kasinhs en previsión de que algunos de esos transportes y Cargueros fuesen naves armadas, mantuvo fuera de su alcance tanto a los Destructores como a las Fragatas, dejando que los veloces Cruceros Ligeros fuesen los encargados de “pararlas” para que sus hermanos mayores pudiesen llegar cuando acabasen con las escoltas…  Una vez terminaron con las naves de guerra, la Almirante dio orden de caza libre a los Acorazados, Cruceros de Batalla y Cruceros Pesados, mientras que por su lado, ordeno al resto de los escoltas formar en torno al “Represor”. No hubo cuartel de ningún tipo, mientras que la Flota se encargaba de destruir hasta la última nave de Zordak del sistema, los Cazas  y Bombarderos Estelares procedentes de las Defensas Planetarias de Hiperbórea que no estaban atacando en la superficie a la Tarhrasa, se dedicaron a eliminar hasta la última de las capsulas de salvamento lanzadas por el convoy. El resultado final de la operación fue una División Completa de Asalto Planetario, diez Divisiones Planetarias de Ocupación, elementos Auxiliares y el personal de su Flota aniquilados… en total más de 200.000 muertos… y como extra, la Tarharsa completamente aniquilada.


CONTINUARA

3 comentarios:

  1. sublime genial
    tenia mono de mas gracias

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  2. Excelente, de lo mejor

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  3. No se como lo haces pero me gustan tus relatos, no por el contenido erótico,sino por sus historias,ya tengo ganas de ver el próximo capitulo de la boda...un saludo y sigue así...te felicito

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