Confederación Imperial Galáctica
Libro - 8
Hiperbórea
3
Su Alteza
Imperial, la Princesa Kilara de Volterra se encontraba en su despacho privado
dentro del “Represor”, esperaba impaciente a Selena, la jefa de escoltas de su
marido, el Príncipe Jhored. Todos los intentos de disfrutar de la tradición de
su mundo del viaje de bodas, se habían frustrado por uno u otro motivo, cuatro
en total, aunque este último ni siguiera había comenzado cuando gracias a la
presente crisis habían tenido que cancelarlo. Estuvo rememorando las diferentes
tentativas de sus viajes de boda con una irónica sonrisa en los labios,
principalmente porque aunque nunca se lo fuese a reconocer a nadie, para ella
había sido todo un placer ver cómo se quedaba la gente, las caras que ponían,
cuando tras pasarse de la raya averiguaban con quien exactamente era con
quienes lo habían hecho…
En el primer
intento de viaje de bodas, Jhored se la jugo a todo el mundo, su tío el
Emperador, aconsejado tanto por Selena, como por sus propios consejeros y los
del propio Príncipe Jhored, le había delimitado y restringido enormemente donde
poder ir para dicho viaje. Cierto que le había dejado para poder elegir casi un
centenar de mundos, pero entre unas cosas y otras, la restricción se extendía
por casi el 90% del territorio de la Confederación Imperial. Además, dado que
le conocían perfectamente, se encargaron también de que le fuese exigido
comunicar personalmente su destino y conseguir la aprobación del Emperador
antes de poder partir. Kilara no pudo evitar soltar una carcajada al recordar
cómo se la jugó su Esposo a todo el mundo cuando, para evitar pillarse los
dedos, comunico sus intenciones directamente y de viva voz. Cuando los
consejeros del Emperador le reclamaron el nombre del Planeta al que quería
dirigirse en su viaje de bodas, su flamante esposo, que en ese momento estaba
junto a ella, respondió de forma seca, “A Kharins”.
Kilara recordó
cómo le susurro en voz baja que ese truco no iba a funcionar, que no se iba a
salir con la suya, obteniendo como toda respuesta un casi imperceptible guiño
de un ojo de su marido. Tal y como ella le predijo, en palacio revisaron todos
y cada uno de los “Kharins” que existían en la Confederación Imperial,
incluyendo las posibles modificaciones ortográficas, encontrándose también con
otros planetas a los que se podrían aplicar ese mismo nombre, Carins, Karhins y
Cahrins, estos dos últimos dentro de las zonas “prohibidas” por el emperador. La redacción de la autorización fue sin duda tan pomposa y estirada como sin duda
había supuesto su flamante maridito, en ella le admitieron el poder viajar allí
donde pretendía siempre que no fuese ninguno de esos dos últimos planetas y/o
sistemas. De modo que tras recibir la autorización, el Príncipe Jhored, ordeno
que la flotilla del Represor pusiese rumbo con destino al planeta Akharins, en
plena región fronteriza con los Shilrrurs, en el 10º Cuadrante Militar, un
sitio donde ni de broma le hubiesen dejado siquiera pisar. Dada la situación en
donde iba a celebrarse el viaje y siguiendo el rígido protocolo militar
referente al “Represor” para estas ocasiones, se impuso el silencio total de
comunicaciones en todas las naves de la Flotilla, dejando de ese modo a su
Alteza como máxima autoridad e impidiendo a nadie irle con el cuento al
“Emperador”… si es que no quería verse
con un consejo de guerra, algo que todos sabían que Jhored era más que capaz de
ordenar, contra quien fuese.
Las “vacaciones”
previstas para un total máximo de 20 días, apenas duraron 4, justo los que
tardaron en surgir los problemas. El servicio de contranteligencia había
iniciado seis meses antes una investigación en dicho sistema por unas “huellas”
de una posible red Shilrrurs que nunca llegó a concretarse, sin embargo, sí que
se toparon con una creciente y floreciente industria del contrabando. De hecho ese
cuarto día se desencadeno la operación que debería de terminar con dicha
floreciente industria, y uno de los principales responsables de dicho tráfico
se encontraba en la propiedad adyacente a la que Jhored había alquilado para
este “descanso”… Kilara pese a todo no pudo evitar sonreírse al recordar la
cara del “presunto” traficante y sus principales secuaces, cuando intentando
escapar arma en mano y disparando, de la policía, trataron de hacerlo por la
propiedad donde ellos estaban “descansando”. Si el encontrarse con dos
compañías completas de marines de asalto frente a ti, con sus armaduras de
combate puestas, armados hasta los dientes y con una soltura manifiesta en
apretar el disparador de sus fusiles ya era de por si malo, el que a estos se
incorporasen como refuerzos tres Robots de Combate y Custodia SKII no es que
fuese mucho mejor. Pero el remate llego cuando además también se encontraron
frente a media docena de agentes del SISI, la temida Guadaña dando las ordenes
a estos soldados y robots. Nueve “presuntos” delincuentes trataron de escapar
por allí mientras sus “matones” les cubrían con la policía, solo dos llegaron a
ser detenidos, con heridas muy graves eso sí. Los cuerpos de los siete
restantes quedaron destrozados en el suelo por las descargas de los
“defensores”. Después del desafortunado incidente, no quedó otro remedio que
suspender “ese intento” de viaje de Bodas.
El segundo
resulto ser aún más rocambolesco. Puesto que la primera vez su Alteza Imperial
les había tomado el pelo a todos, en esta ocasión fue su propia Excelencia el
Emperador, quien decidió a que sitio exactamente iban a ir de viaje de bodas
sus respectivas Altezas Imperiales. Para evitar posibles “accidentes”, el
Emperador eligió cuidadosamente, resultando ser el afortunado mundo donde irían
el planeta Forkont VIII. Este era un pequeño mundo cuya Terraformación había
terminado de completarse tan solo veinte años antes y cuya temperatura media
rondaba los 0º, un mundo perfecto para las actividades de invierno. Dado que su
sistema pillaba un poco a contramano de las grandes rutas, podría decirse que
difícilmente se encontraría allí nadie con problemas. Pues bien, ni dos días
duro el descanso. Supuestamente era un mundo tipo para el placer y el descanso,
aprovechando la práctica de un sinfín de deportes y aventuras de invierno al
que solo solían acudir personas de los sistemas del sector y de algunos otros
planetas de los más cercanos. Resulto que el motivo de que el Emperador
conociese la situación y la principal industria de dicho mundo, era por las
conversaciones que había mantenido en algunas reuniones con varios integrantes
de una de las familias de la nobleza más poderosas, lo que en ningún instante
llego a suponerse o imaginarse, es que estos tuviesen residencia permanente
allí, y muchísimo menos en las cercanías de uno de los complejos más pequeños y
“apartados” de ese planeta. Kilara y Jhored suponían que alguien les debió de
ver cuando llegaban a la propiedad que les había preparado el Emperador, les
reconoció y en “confianza” se lo debió de contar a otra persona, con el
resultado de que a los dos días, los medios de información lo llenaban todo,
parecía como si una plaga hubiese caído sobre el pobre planeta, al extremo de
que cuando la Flotilla del Represor abandonaba el sistema, un Crucero Ligero,
cinco Destructores y una Corbeta de Exploración de la Flota, con sus poderosos
sensores a máximo rendimiento, entraban en el sistema para poner orden en la
navegación por el mismo, ante el caos creado por el ingente número de naves que
estaban llegando desde todos los sitios imaginables.
La tercera
intentona fue aún peor, ni ella ni Jhored sabían de quien podía haber sido la
brillante idea de mandarlos a pasar ese periodo de descanso al Planeta Arcturus,
algo que no se le hubiese ocurrido hacer ni al más idiota de los miembros de la
flotilla. Los Arcturianos eran un pueblo de comerciantes regidos por castas,
cuya pertenencia a ellas se determinaba por su riqueza, no por su nacimiento. Sus
naves se extendían por todas las rutas comerciales habidas y por haber, se
dedicaban a transportar cualquier cosa que pudiese ser rentable. El problema de
los Arcturianos era que tampoco solían ser para nada escrupulosos a la hora de
aceptar cargamentos, motivo por el cual sus naves solían ser inspeccionadas con
regularidad. El Planeta Arcturus tenía fama de ser un sitio donde todo estaba
en venta, todo se podía vender y comprar, y todo, se refería específicamente a
eso, a todo. Una semana después de estar allí y misteriosamente resultar que de
verdad estaban descansando relajados, sin problemas, sin interrupciones de
última hora, etc…, se estropeo todo en cuestión de apenas cinco minutos. Ese
sexto dia acudieron ambos a una especie de feria, donde a los cinco minutos tropezaron
con tres monísimas representantes de la clase dirigente de Arcturus, que por lo
visto debían de estar muy acostumbradas a hacer su santa voluntad y salirse con
la suya. Para pasmo de todo el mundo, las tres le hicieron una oferta a Kilara
por su “contrato matrimonial” con Jhored cuando se enteraron que estaban
casados. Kilara recordó cómo se rio en sus caras, tomándose la cosa a cachondeo
y como se negó entre risas, cogiendo del brazo a Jhored, tirando de el para
seguir paseando tranquilamente por la
feria.
Como a la hora y
media, cuando ya se marchaban, media docena de idiotas, trataron de secuestrar
al Príncipe por orden de sus señoras, sus tres señoras para más señas, y luego
de llevárselo pagar por el contrato a Kilara, eso sí, no tenían pensado
quedárselo “gratis”. El resultado fue de cuatro muertos, y los dos restantes,
tras su detención, “interrogados” por
los agentes del SISI encargados de la protección de la pareja, o lo que es lo
mismo, práctica y literalmentemente, despellejados vivos por Selena, quien dado
lo enfadada que estaba prefirió interrogarles al viejo estilo. Kilara ya tenía
sobradas referencias de oídas de las malas pulgas que se gastaba Selena, pero
una cosa era escucharlo, y otra muy diferente verlo en persona o escuchar los
aullidos del infeliz que había caído en sus manos. Los Marines de Asalto del
Represor tomaron las residencias donde vivían las memas que dieron las órdenes.
Dando de paso a los padres de estas un susto de muerte, especialmente cuando al
frente de cada ataque estaba un agente del SISI completamente uniformado,
portando Armadura de combate con el temido emblema de la Guadaña en el centro
del pecho, un arma en la mano y con cara de estar deseando poder volar la
cabeza de quien fuese. El suave tratamiento que Selena ofreció a las tres
jóvenes cuando por fin les puso las manos encima fue de los que se recordarían
en dicho planeta durante mucho tiempo. Los seis a ocho meses de hospitalización
para poder recuperarse, en un mundo que contaba siempre con los adelantos
médicos más vanguardistas que existían, daban cumplida cuenta e información, de
la dureza del tratamiento a que las tres fueron sometidas.
Y no es que lo
que esas tres hicieron fuese algo fuera de lo común, en Arcturus la casta
superior, tenía esas y otras costumbres bastante más deplorables sobre las
castas inferiores, pero ni al más engreído de los miembros de la casta superior
de Arcturus se le hubiese ocurrido jamás en su vida mirar mal siquiera a un
miembro de cualquiera de las principales familias de la nobleza de la
Confederación Imperial, conscientes de su enorme peso político y el gran daño
que podrían hacer a sus negocios de proponérselo. Por supuesto, muchísimo menos
aún se les ocurriría de tratar de poner sus manos encima, nada más y nada
menos, que del Príncipe Jhored, máxime cuando todos ellos en función de su
propia experiencia comerciando a lo largo y ancho de la Confederación Imperial
se habían encontrado con alguno de los resultados de su “mal humor” tras algún
problema de eso calificados como “de estado” en los que este había intervenido.
Kilara aun recordaba sonriendo ladinamente el rostro descompuesto de los
principales miembros de la Casta Dirigente prometiendo a su Alteza que esa
costumbre de hechos consumados que solían practicar cesaría de inmediato, y más
recordaba aun la poco sutil respuesta de su marido, informándoles que a la
primera noticia que tuviese de que lo ocurrido se repetía aunque solo fuese una
vez, se encargaría personalmente de llevar a Selena junto con medio centenar más
de sus compañeros y una Flota de naves de Guerra a sus órdenes para que se lo
explicasen personalmente a todas y cada una de las familias de la casta
superior.
Kilara salió de
su ensimismamiento cuando solo el pitido que señalaba la presencia de alguien
al otro lado de la puerta pidiendo poder entrar. Pulso la apertura y Selena
entro en sus dependencias, por cierto y según observo, con cara de pocos
amigos.
·
¿Pasa algo
Selena?
·
Si pasa, si, pasa
tu marido… -Kilara suspiro al escucharla.
·
¿Qué ha hecho
esta vez?
·
Error, que ha
hecho no, más bien que es lo que no ha hecho esta vez… -masculló.
·
No entiendo…
·
Como sabes, vamos
al encuentro de refuerzos para después dirigirnos al Sector Hiperboreo, luego
allí se nos unirán también varias naves más, incluyendo los Cruceros de Batalla
del Vicealmirante Tagard… Naves más que suficientes como para poder hacer
frente a casi cualquier cosa que se nos cruce por delante.
·
Sí, todo eso ya
lo sé, se trató en la reunión que tuvimos con mi marido y todo el mundo quedo
conforme con el número de naves implicado, de hecho creo recordar que a él
directamente ni se le pregunto… ¿no entiendo lo que quieres decir?
·
Quiero decir, que
siempre soy yo o los generales Gzak y Mao los que tienen que forzar a su Alteza
a que reúna un número suficiente de naves como para asegurarnos de no tener
problemas, por eso mismo ya ni nos molestamos en discutirlo con él, damos las
ordenes y punto. Pues bien, esta vez, lo ha hecho el mismo por su propia
iniciativa sin que nadie tuviese que “presionarlo” ni siquiera un poquito. Hace
quince minutos que acaba de añadir al grupo 1 nuevo acorazado y 5 Cruceros
Ligeros más de un traslado rutinario de naves entre Cuadrantes a las que ha
podido echar el guante, según su propia expresión. Estoy preocupada, esto no es
propio de él, no digo que no sepa lo que hace, pero si el mismo considera como
necesario llevar tal cantidad de naves y a la primera que puede las refuerza…
·
Entiendo, si el
mismo cree que van a ser necesarias, quizá no sea tan mala idea aumentar un
poco más el grupo…
·
Sí, pero no veo
como, he estado repasando los despliegues organizados para ver de dónde podría
retirar alguna nave con seguridad, y sin que se note, pero no encuentro
posibilidades, o al menos, yo no las veo, no sin crear puntos peligrosamente
“flexibles” en la red de seguridad que se ha montado –replicó Selena.
·
¿Qué me dices de los Astilleros del sector y
los contiguos? Lo que este ya casi listo para salir de ellos definitivamente –preguntó
Kilara.
·
Podría ser, entre
las naves reparadas y las de nueva construcción en sus últimas fases de
pruebas, podríamos conseguir al menos cuatro o naves más sin mucho esfuerzo más
por buscar por nuestra parte. Lo mirare y luego hablare con la Almirante… Bueno,
¿para qué me necesitaba?
·
Para que me
ayudes cuando todo esto termine para salirme con la mía sobre donde iremos a
parar con ese puñetero viaje de bodas –Kilara entonces pulso sobre la consola,
mostrando la proyección holografía de un planeta que dejo a Selena con la boca
abierta.
·
Pero si es…
-Kilara la interrumpió.
·
Sé que planeta
es, igual que tú. Créeme, si estoy en lo cierto no interferiremos con los
entrenamientos o con la actividad diaria de vuestra academia. De hecho, quiero
que como habitad para nosotros despleguemos un pequeño Fuerte de Defensa armado
de colonización en la cara contraria del planeta, justo en la Planicie de
B’kadt, en la salida del valle de Shill, justo en el extremo contrario… Iríamos
en la próxima temporada invernal, y el Represor podría orbitar tal como lo hace
la Corbeta Hades, en el límite superior de la Ionosfera, protegida de cualquier
detección externa por los violentos campos Iónicos de la Exosfera del Planeta…
·
No se… -dudo
Selena.
·
Mira, sé que en
cinco meses finaliza este curso, y que desde ese instante existe un periodo de
receso en los cursos superiores, de entre seis y nueve meses, hasta que se
ponen nuevamente en marcha. En esos meses intermedios los cursos inferiores de
vuestra academia permanecen en el centro, por lo que tenemos todo ese tiempo
para poder pasar los quince o veinte días los dos solos en la superficie del
Planeta… Y piénsalo, posiblemente sea el único sitio donde sea imposible que
nos metamos en ningún lio o que pase nada “extraño” que nos las estropee, y no
me refiero a asuntos de estado, si no de los habituales “personales” que mi
marido tiene tendencia a encontrarse cuando es el quien “decide” donde pasar un
tiempo “de relax”.
·
Así que un
habitad fortificado… -mascullo Selena frotándose el mentón mientras miraba
detenidamente los planes de Kilara.
·
No, un habitad
fortificado, no, un Fuerte de colonización Armado de avanzada desplegable, y
con prácticamente toda su potencia de fuego defensivo. Mira en el que pensé
junto con los medios a habilitar, cuatro torres defensivas con montajes laser
cuádruples de alta velocidad, tres Drones operativos, y en lugar de los
soldados habituales como dotación, creo que con un par de MKII internos y tres
en el exterior sería suficiente para garantizar nuestra seguridad… Todo esto sin
olvidar la presencia en órbita estática del Represor sobre nosotros… En esa
época del año el valle está cerrado por la nieve, mientras que la planicie está
aislada y su temperatura media “primaveral” protegida por los volcanes de las
cadenas montañosas que la rodean…
·
¿Y el Volcán al
Norte?, ese que por estar activo calienta los ríos que permiten pese a estar en
pleno invierno, que la planicie tenga una aceptable temperatura que ronda los
16 o 18º… -pregunto muy seria Selena.
·
Si bueno, pero es
más de lo mismo, aun en caso de erupción la lava iría en dirección contraria, y
además el Represor estaría sobre nosotros, ¿que tardaría una lanzadera en
sacarnos de allí?, menos de tres minutos… Incluso llegado el caso se podría
dejar una lanzadera automatizada en el mismo patio del Fuerte si crees que de
ese modo sería más seguro…
·
Está bien, pásame
una copia de tu plan, que le daré un vistazo, pero no te prometo nada…
·
Me vale, y si
crees que merece la pena la idea…
·
Si creo que
merece la pena, tendrás mi apoyo para convencer a todos los demás, aunque a tu
marido… -hizo un gesto de negación.
·
Por eso no te
preocupes Selena, de mi marido ya me ocupo yo.
·
No estarás
pensando en tratar de manipularlo, ¿verdad? –enarco las cejas Selena mientras
se guardaba la tarjeta de datos que le tendía Kilara.
·
No, no soy tan
idiota como para pensar que eso funcionaria, no. Pero en esto estoy segura de
que podre convencerlo sin mucho esfuerzo… siempre claro, que me facilites el
camino con los demás y nadie se meta dando ideas…
·
Está bien, si
creo que merece la pena tratar de hacerlo así, te ayudare con tus planes… y
ojala podamos quitarnos de una vez por todas este viajecito…
·
Eso mismo espero
yo… si llego a saber que traería todos estos problemas me hubiese callado la
boca… y Selena, gracias…
Mientras que las dos mujeres hablaban y
planificaban el próximo intento de viaje de bodas de la Pareja, su Alteza
Imperial el Príncipe Jhored se encontraba tratando aun de encontrar el modo de
encajar al ascendido algo más de una año antes, “Vicealmirante Tagard”, en
Mar-Shagan, y no hacia otra cosa que darse de bruces con la maquinaria
burocrática de Defensa. Aunque cobraba y a efectos de su hoja de servicios,
Tagard constaba como Almirante de una estrella, a efectos de servicio en
Mar-Shagan solo podía permanecer allí como Vicealmirante, este era uno más de
los reveses en sus planes que su Alteza Imperial había recibido en este último
año y medio. Según una subsección de las ordenanzas de organización de Bases
Estelares de la Flota y sus depósitos, en una de estas únicamente podía estar
destinado y/o asignado un Almirante independientemente de su graduación. Según
le explicaron a su Alteza cuando acudió al servicio jurídico para que se lo
aclarasen, la subsección se añadió para evitar “duplicados” de mando.
Normalmente esto no habría supuesto un problema real, ya que se habría
solucionado poniendo al Almirante de mayor graduación o antigüedad, al mando de
la base, y al otro, el de menor rango, al mando de su Flota destinada, pero
Mar-Shagan era una Base-Deposito, por lo que no debía ni debería de tener
“Flota” asignada, y cualquier nave seria de “guarnición Movil”, por tanto
dependiente de la Base de la Flota más cercana, por lo que ese sistema no
servía. Otra solución podría haber sido, “por orden Imperial”, pero en ese caso
habría supuesto dirigir excesivas miradas curiosas sobre Mar-Shagan, donde se
llevaban a cabo excesivos proyectos “ultrasecretos” como para cometer una
estupidez semejante. Cuando por fin, tres meses antes había conseguido encontrar
una solución, nuevamente la formidable burocracia estaba colmando su paciencia,
todo marchaba ridículamente lento, muy, pero que muy lento…
Mientras mascullaba
y le daba vueltas a todo esto, maldiciendo la incompetencia de la burocracia,
su Alteza permanecía expectante en el puente de mando del Represor, sentado a
la derecha de la Almirante Kasinhs, a la espera de la aparición del Grupo de
combate del Vicealmirante Verser y de las cinco nuevas naves que había podido
desviar sin que ningún plan quedase al descubierto, paradójicamente, una vez
más, gracias nuevamente a esa maldita burocracia. Jhored llevaba más de diez
horas verificando todas las comunicaciones o intentos de ello en referencia a
su persona sin encontrar aquello que buscaba, era obvio que algo había fallado
con el resultado de que su planificación cuidadosamente llevada a cabo había
estado a punto de derrumbarse en sus mismas narices… De hecho, aun podría
llegar a darse el caso de no llegar el Vicealmirante Tagard a tiempo de cumplir
su parte en el Planeta Hiperborea, que todo se desplomase. Solo había
conseguido dar con una anomalía en todo lo que reviso, un fallo en los centros
de comunicación de varios Sectores adyacentes a la Nébula Tarkhana dentro de la
Liga, lo que podía explicar la ausencia de advertencia previa por parte del
Sigfried IV, Emperador de la Liga de Mundos Libres, de que empezaba a ponerse
en marcha. Tras la Muerte de *Barok Radecked, la última espina en
el costado del Trono de la Liga era el Príncipe Zordak, quien, pese a lo que
algunos pensasen, también era un serio problema para la propia seguridad de la
Confederación Imperial. Paradójicamente, tras la colaboración para eliminar a * Barok Radecked, Zordak había pasado de espina para ambos Tronos, a punto focal
y referente de “futuros acuerdos” puntuales entre ambos, con posibilidad de
mejoras si las cosas salían bien…
El principal
problema existente con el Príncipe Zordak a nivel de inteligencia e información
para sus adversarios, era su forma de planificar sus movimientos, quienes nunca
parecían terminar de comprenderle. Su Alteza el Príncipe Jhored, sabía que esto
era porque Zordak tenía una forma muy particular de hacerlo, siempre
planificaba en función de etapas independientes y con objetivos estrictamente
limitados en cada una de ellas. Se conocía que el sector Hiperbórea estaba en
su punto de mira, pero la primera impresión de los servicios secretos de la
Confederación Imperial, era que de obtenerlo, habría conseguido asegurar la
frontera de sus territorios con la Confederación, mejorando la situación
general estratégica para la Liga de Mundos Libres son más, obteniendo en ello
importantes beneficios políticos dentro de la Liga. Pero en realidad, Jhored
sabía que no era tan simple, pues esto en realidad solo sería un paso más, un
paso que generaría dos problemas muy serios para sus vecinos cuando de
inmediato pusiese en marcha su siguiente “paso”. Lo que de este modo conseguía
en realidad, ocupando Hiperoborea, era poder disponer libremente de las fuerzas
a su cargo que debían de guarnecer dicha frontera, usandose de dos modos
posibles o probables, pero siempre de modo inmediato si es que quería obtener
“beneficios” de ello.
El primero sería usándolos
para ocupar o arrasar varios de los sectores adyacentes de Hiperbórea, abriendo
de ese modo una cuña en la frontera de la Confederación Imperial, lo que
terminaría antes o después degenerando de ese modo en una Guerra general entre
ambas potencias, y que le beneficiaria, pues el recién ocupado Hiperbórea le
protegería las espaldas, manteniendo sus territorios completamente a salvo
mientras que podría usar esa “puerta” para saquear a placer en “territorio
enemigo”. La otra opción era volverlas contra sus enemigos del interior de la
Liga, usándolas para eliminar del mapa a las principales familias rivales, sin
embargo, aun en el caso de que le saliesen sus planes redondos y pese a todo,
le sería imposible ocupar el Trono de la Liga, y más importante aún, poder mantenerlo
luego. Él mismo Zordek era plenamente consciente de que le sería imposible
retenerlo, incluso quienes no tenían nada en su contra se revolverían
automáticamente enfrentándosele, sus propios antecedentes le vetaban para poder
obtener ese premio supremo. Lo que sin embargo todo el mundo parecía obviar,
era la principal cualidad de Zordek, la habilidad de moverse en las sombras y
desde allí manejar los hilos. Tanto para Jhored, como para el Emperador
Sigfried IV, estaba muy claro que el objetivo final de Zordek era poner a un
Títere en el Trono de la Liga, y manejar el poder desde las sombras. Sin
embargo, el Príncipe Jhored, apuntaba aún más lejos, ya que pensaba que Zordek
en realidad tenía la mira puesta a largo plazo en un premio final completamente
diferente a lo que todo el mundo podía llegar a suponer. Jhored estaba seguro
que Zordek apuntaba directamente al Trono de la Propia Confederación Imperial,
y por eso mismo, tenia que morir... antes o después, pero siempre asegurándose
de que no dejase ningún “legado” detrás…
Todos los
contactos entre el Emperador Sigfried IV y el Príncipe Jhored, con el
beneplácito de su tío el emperador, habían sido directamente entre ellos, sin
intervención de ambos “gobiernos”, negociando una alianza personal entre ambos
tronos, algo que sería del todo obvio una vez que todo esto terminase. Jhored
no pudo por menos que sonreírse para sí, pensando en que todo el mundo en la
Liga debía de estar tratando de encontrar donde había “muerto” su emperador, y
únicamente él sabía con seguridad donde se encontraba este en esos mismos
momentos junto con una potente flota, a la espera de la recepción de un mensaje
que le haría ponerse en marcha de inmediato con el fin de asegurar su Trono de
una vez por todas, aprovechando de paso muy posiblemente, para hacerlo a sangre
y fuego sobre sus enemigos internos... Pero eso ya no era problema de la
Confederación Imperial…
CONTINUARA
*Barok Radecked – Vease el 5º Libro, La Liga de Mundos Libres.
Y aquí está la explicación a mi lío mental con los dos anteriores capítulos de este libro jejeje no quiero imaginar como piensa meter con calzador a 2 almirantes en Mar Shagan
ResponderEliminarMe ha enviado el mensaje sin terminar de escribir... Shadow hay alguna forma de contactar contigo más en privado que por aquí?
EliminarDéjame tu mail por aquí, en cuanto lo vea lo borro y te mando un mail para que puedas contactar conmigo.
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