lunes, 1 de mayo de 2017

                        Confederación Imperial Galáctica

Libro - 8

Hiperbórea


 3





Fecha estelar - 5332
6º Cuadrante Militar del Imperio
Sistema Codificado CIG-1202
Punto de encuentro con el Vicealmirante Verser
Nave de Guerra "Represor"


Su Alteza Imperial, la Princesa Kilara de Volterra se encontraba en su despacho privado dentro del “Represor”, esperaba impaciente a Selena, la jefa de escoltas de su marido, el Príncipe Jhored. Todos los intentos de disfrutar de la tradición de su mundo del viaje de bodas, se habían frustrado por uno u otro motivo, cuatro en total, aunque este último ni siguiera había comenzado cuando gracias a la presente crisis habían tenido que cancelarlo. Estuvo rememorando las diferentes tentativas de sus viajes de boda con una irónica sonrisa en los labios, principalmente porque aunque nunca se lo fuese a reconocer a nadie, para ella había sido todo un placer ver cómo se quedaba la gente, las caras que ponían, cuando tras pasarse de la raya averiguaban con quien exactamente era con quienes lo habían hecho…


En el primer intento de viaje de bodas, Jhored se la jugo a todo el mundo, su tío el Emperador, aconsejado tanto por Selena, como por sus propios consejeros y los del propio Príncipe Jhored, le había delimitado y restringido enormemente donde poder ir para dicho viaje. Cierto que le había dejado para poder elegir casi un centenar de mundos, pero entre unas cosas y otras, la restricción se extendía por casi el 90% del territorio de la Confederación Imperial. Además, dado que le conocían perfectamente, se encargaron también de que le fuese exigido comunicar personalmente su destino y conseguir la aprobación del Emperador antes de poder partir. Kilara no pudo evitar soltar una carcajada al recordar cómo se la jugó su Esposo a todo el mundo cuando, para evitar pillarse los dedos, comunico sus intenciones directamente y de viva voz. Cuando los consejeros del Emperador le reclamaron el nombre del Planeta al que quería dirigirse en su viaje de bodas, su flamante esposo, que en ese momento estaba junto a ella, respondió de forma seca, “A Kharins”.
Kilara recordó cómo le susurro en voz baja que ese truco no iba a funcionar, que no se iba a salir con la suya, obteniendo como toda respuesta un casi imperceptible guiño de un ojo de su marido. Tal y como ella le predijo, en palacio revisaron todos y cada uno de los “Kharins” que existían en la Confederación Imperial, incluyendo las posibles modificaciones ortográficas, encontrándose también con otros planetas a los que se podrían aplicar ese mismo nombre, Carins, Karhins y Cahrins, estos dos últimos dentro de las zonas “prohibidas” por el emperador. La redacción de la autorización fue sin duda tan pomposa y estirada como sin duda había supuesto su flamante maridito, en ella le admitieron el poder viajar allí donde pretendía siempre que no fuese ninguno de esos dos últimos planetas y/o sistemas. De modo que tras recibir la autorización, el Príncipe Jhored, ordeno que la flotilla del Represor pusiese rumbo con destino al planeta Akharins, en plena región fronteriza con los Shilrrurs, en el 10º Cuadrante Militar, un sitio donde ni de broma le hubiesen dejado siquiera pisar. Dada la situación en donde iba a celebrarse el viaje y siguiendo el rígido protocolo militar referente al “Represor” para estas ocasiones, se impuso el silencio total de comunicaciones en todas las naves de la Flotilla, dejando de ese modo a su Alteza como máxima autoridad e impidiendo a nadie irle con el cuento al “Emperador”…  si es que no quería verse con un consejo de guerra, algo que todos sabían que Jhored era más que capaz de ordenar, contra quien fuese.
Las “vacaciones” previstas para un total máximo de 20 días, apenas duraron 4, justo los que tardaron en surgir los problemas. El servicio de contranteligencia había iniciado seis meses antes una investigación en dicho sistema por unas “huellas” de una posible red Shilrrurs que nunca llegó a concretarse, sin embargo, sí que se toparon con una creciente y floreciente industria del contrabando. De hecho ese cuarto día se desencadeno la operación que debería de terminar con dicha floreciente industria, y uno de los principales responsables de dicho tráfico se encontraba en la propiedad adyacente a la que Jhored había alquilado para este “descanso”… Kilara pese a todo no pudo evitar sonreírse al recordar la cara del “presunto” traficante y sus principales secuaces, cuando intentando escapar arma en mano y disparando, de la policía, trataron de hacerlo por la propiedad donde ellos estaban “descansando”. Si el encontrarse con dos compañías completas de marines de asalto frente a ti, con sus armaduras de combate puestas, armados hasta los dientes y con una soltura manifiesta en apretar el disparador de sus fusiles ya era de por si malo, el que a estos se incorporasen como refuerzos tres Robots de Combate y Custodia SKII no es que fuese mucho mejor. Pero el remate llego cuando además también se encontraron frente a media docena de agentes del SISI, la temida Guadaña dando las ordenes a estos soldados y robots. Nueve “presuntos” delincuentes trataron de escapar por allí mientras sus “matones” les cubrían con la policía, solo dos llegaron a ser detenidos, con heridas muy graves eso sí. Los cuerpos de los siete restantes quedaron destrozados en el suelo por las descargas de los “defensores”. Después del desafortunado incidente, no quedó otro remedio que suspender “ese intento” de viaje de Bodas.
El segundo resulto ser aún más rocambolesco. Puesto que la primera vez su Alteza Imperial les había tomado el pelo a todos, en esta ocasión fue su propia Excelencia el Emperador, quien decidió a que sitio exactamente iban a ir de viaje de bodas sus respectivas Altezas Imperiales. Para evitar posibles “accidentes”, el Emperador eligió cuidadosamente, resultando ser el afortunado mundo donde irían el planeta Forkont VIII. Este era un pequeño mundo cuya Terraformación había terminado de completarse tan solo veinte años antes y cuya temperatura media rondaba los 0º, un mundo perfecto para las actividades de invierno. Dado que su sistema pillaba un poco a contramano de las grandes rutas, podría decirse que difícilmente se encontraría allí nadie con problemas. Pues bien, ni dos días duro el descanso. Supuestamente era un mundo tipo para el placer y el descanso, aprovechando la práctica de un sinfín de deportes y aventuras de invierno al que solo solían acudir personas de los sistemas del sector y de algunos otros planetas de los más cercanos. Resulto que el motivo de que el Emperador conociese la situación y la principal industria de dicho mundo, era por las conversaciones que había mantenido en algunas reuniones con varios integrantes de una de las familias de la nobleza más poderosas, lo que en ningún instante llego a suponerse o imaginarse, es que estos tuviesen residencia permanente allí, y muchísimo menos en las cercanías de uno de los complejos más pequeños y “apartados” de ese planeta. Kilara y Jhored suponían que alguien les debió de ver cuando llegaban a la propiedad que les había preparado el Emperador, les reconoció y en “confianza” se lo debió de contar a otra persona, con el resultado de que a los dos días, los medios de información lo llenaban todo, parecía como si una plaga hubiese caído sobre el pobre planeta, al extremo de que cuando la Flotilla del Represor abandonaba el sistema, un Crucero Ligero, cinco Destructores y una Corbeta de Exploración de la Flota, con sus poderosos sensores a máximo rendimiento, entraban en el sistema para poner orden en la navegación por el mismo, ante el caos creado por el ingente número de naves que estaban llegando desde todos los sitios imaginables.
La tercera intentona fue aún peor, ni ella ni Jhored sabían de quien podía haber sido la brillante idea de mandarlos a pasar ese periodo de descanso al Planeta Arcturus, algo que no se le hubiese ocurrido hacer ni al más idiota de los miembros de la flotilla. Los Arcturianos eran un pueblo de comerciantes regidos por castas, cuya pertenencia a ellas se determinaba por su riqueza, no por su nacimiento. Sus naves se extendían por todas las rutas comerciales habidas y por haber, se dedicaban a transportar cualquier cosa que pudiese ser rentable. El problema de los Arcturianos era que tampoco solían ser para nada escrupulosos a la hora de aceptar cargamentos, motivo por el cual sus naves solían ser inspeccionadas con regularidad. El Planeta Arcturus tenía fama de ser un sitio donde todo estaba en venta, todo se podía vender y comprar, y todo, se refería específicamente a eso, a todo. Una semana después de estar allí y misteriosamente resultar que de verdad estaban descansando relajados, sin problemas, sin interrupciones de última hora, etc…, se estropeo todo en cuestión de apenas cinco minutos. Ese sexto dia acudieron ambos a una especie de feria, donde a los cinco minutos tropezaron con tres monísimas representantes de la clase dirigente de Arcturus, que por lo visto debían de estar muy acostumbradas a hacer su santa voluntad y salirse con la suya. Para pasmo de todo el mundo, las tres le hicieron una oferta a Kilara por su “contrato matrimonial” con Jhored cuando se enteraron que estaban casados. Kilara recordó cómo se rio en sus caras, tomándose la cosa a cachondeo y como se negó entre risas, cogiendo del brazo a Jhored, tirando de el para seguir paseando tranquilamente  por la feria.
Como a la hora y media, cuando ya se marchaban, media docena de idiotas, trataron de secuestrar al Príncipe por orden de sus señoras, sus tres señoras para más señas, y luego de llevárselo pagar por el contrato a Kilara, eso sí, no tenían pensado quedárselo “gratis”. El resultado fue de cuatro muertos, y los dos restantes, tras su detención,  “interrogados” por los agentes del SISI encargados de la protección de la pareja, o lo que es lo mismo, práctica y literalmentemente, despellejados vivos por Selena, quien dado lo enfadada que estaba prefirió interrogarles al viejo estilo. Kilara ya tenía sobradas referencias de oídas de las malas pulgas que se gastaba Selena, pero una cosa era escucharlo, y otra muy diferente verlo en persona o escuchar los aullidos del infeliz que había caído en sus manos. Los Marines de Asalto del Represor tomaron las residencias donde vivían las memas que dieron las órdenes. Dando de paso a los padres de estas un susto de muerte, especialmente cuando al frente de cada ataque estaba un agente del SISI completamente uniformado, portando Armadura de combate con el temido emblema de la Guadaña en el centro del pecho, un arma en la mano y con cara de estar deseando poder volar la cabeza de quien fuese. El suave tratamiento que Selena ofreció a las tres jóvenes cuando por fin les puso las manos encima fue de los que se recordarían en dicho planeta durante mucho tiempo. Los seis a ocho meses de hospitalización para poder recuperarse, en un mundo que contaba siempre con los adelantos médicos más vanguardistas que existían, daban cumplida cuenta e información, de la dureza del tratamiento a que las tres fueron sometidas.
Y no es que lo que esas tres hicieron fuese algo fuera de lo común, en Arcturus la casta superior, tenía esas y otras costumbres bastante más deplorables sobre las castas inferiores, pero ni al más engreído de los miembros de la casta superior de Arcturus se le hubiese ocurrido jamás en su vida mirar mal siquiera a un miembro de cualquiera de las principales familias de la nobleza de la Confederación Imperial, conscientes de su enorme peso político y el gran daño que podrían hacer a sus negocios de proponérselo. Por supuesto, muchísimo menos aún se les ocurriría de tratar de poner sus manos encima, nada más y nada menos, que del Príncipe Jhored, máxime cuando todos ellos en función de su propia experiencia comerciando a lo largo y ancho de la Confederación Imperial se habían encontrado con alguno de los resultados de su “mal humor” tras algún problema de eso calificados como “de estado” en los que este había intervenido. Kilara aun recordaba sonriendo ladinamente el rostro descompuesto de los principales miembros de la Casta Dirigente prometiendo a su Alteza que esa costumbre de hechos consumados que solían practicar cesaría de inmediato, y más recordaba aun la poco sutil respuesta de su marido, informándoles que a la primera noticia que tuviese de que lo ocurrido se repetía aunque solo fuese una vez, se encargaría personalmente de llevar a Selena junto con medio centenar más de sus compañeros y una Flota de naves de Guerra a sus órdenes para que se lo explicasen personalmente a todas y cada una de las familias de la casta superior.
Kilara salió de su ensimismamiento cuando solo el pitido que señalaba la presencia de alguien al otro lado de la puerta pidiendo poder entrar. Pulso la apertura y Selena entro en sus dependencias, por cierto y según observo, con cara de pocos amigos.
·         ¿Pasa algo Selena?
·         Si pasa, si, pasa tu marido… -Kilara suspiro al escucharla.
·         ¿Qué ha hecho esta vez?
·         Error, que ha hecho no, más bien que es lo que no ha hecho esta vez… -masculló.
·         No entiendo…
·         Como sabes, vamos al encuentro de refuerzos para después dirigirnos al Sector Hiperboreo, luego allí se nos unirán también varias naves más, incluyendo los Cruceros de Batalla del Vicealmirante Tagard… Naves más que suficientes como para poder hacer frente a casi cualquier cosa que se nos cruce por delante.
·         Sí, todo eso ya lo sé, se trató en la reunión que tuvimos con mi marido y todo el mundo quedo conforme con el número de naves implicado, de hecho creo recordar que a él directamente ni se le pregunto… ¿no entiendo lo que quieres decir?
·         Quiero decir, que siempre soy yo o los generales Gzak y Mao los que tienen que forzar a su Alteza a que reúna un número suficiente de naves como para asegurarnos de no tener problemas, por eso mismo ya ni nos molestamos en discutirlo con él, damos las ordenes y punto. Pues bien, esta vez, lo ha hecho el mismo por su propia iniciativa sin que nadie tuviese que “presionarlo” ni siquiera un poquito. Hace quince minutos que acaba de añadir al grupo 1 nuevo acorazado y 5 Cruceros Ligeros más de un traslado rutinario de naves entre Cuadrantes a las que ha podido echar el guante, según su propia expresión. Estoy preocupada, esto no es propio de él, no digo que no sepa lo que hace, pero si el mismo considera como necesario llevar tal cantidad de naves y a la primera que puede las refuerza…
·         Entiendo, si el mismo cree que van a ser necesarias, quizá no sea tan mala idea aumentar un poco más el grupo…
·         Sí, pero no veo como, he estado repasando los despliegues organizados para ver de dónde podría retirar alguna nave con seguridad, y sin que se note, pero no encuentro posibilidades, o al menos, yo no las veo, no sin crear puntos peligrosamente “flexibles” en la red de seguridad que se ha montado –replicó Selena.
·          ¿Qué me dices de los Astilleros del sector y los contiguos? Lo que este ya casi listo para salir de ellos definitivamente –preguntó Kilara.
·         Podría ser, entre las naves reparadas y las de nueva construcción en sus últimas fases de pruebas, podríamos conseguir al menos cuatro o naves más sin mucho esfuerzo más por buscar por nuestra parte. Lo mirare y luego hablare con la Almirante… Bueno, ¿para qué me necesitaba?
·         Para que me ayudes cuando todo esto termine para salirme con la mía sobre donde iremos a parar con ese puñetero viaje de bodas –Kilara entonces pulso sobre la consola, mostrando la proyección holografía de un planeta que dejo a Selena con la boca abierta.
·         Pero si es… -Kilara la interrumpió.
·         Sé que planeta es, igual que tú. Créeme, si estoy en lo cierto no interferiremos con los entrenamientos o con la actividad diaria de vuestra academia. De hecho, quiero que como habitad para nosotros despleguemos un pequeño Fuerte de Defensa armado de colonización en la cara contraria del planeta, justo en la Planicie de B’kadt, en la salida del valle de Shill, justo en el extremo contrario… Iríamos en la próxima temporada invernal, y el Represor podría orbitar tal como lo hace la Corbeta Hades, en el límite superior de la Ionosfera, protegida de cualquier detección externa por los violentos campos Iónicos de la Exosfera del Planeta…
·         No se… -dudo Selena.
·         Mira, sé que en cinco meses finaliza este curso, y que desde ese instante existe un periodo de receso en los cursos superiores, de entre seis y nueve meses, hasta que se ponen nuevamente en marcha. En esos meses intermedios los cursos inferiores de vuestra academia permanecen en el centro, por lo que tenemos todo ese tiempo para poder pasar los quince o veinte días los dos solos en la superficie del Planeta… Y piénsalo, posiblemente sea el único sitio donde sea imposible que nos metamos en ningún lio o que pase nada “extraño” que nos las estropee, y no me refiero a asuntos de estado, si no de los habituales “personales” que mi marido tiene tendencia a encontrarse cuando es el quien “decide” donde pasar un tiempo “de relax”.
·         Así que un habitad fortificado… -mascullo Selena frotándose el mentón mientras miraba detenidamente los planes de Kilara.
·         No, un habitad fortificado, no, un Fuerte de colonización Armado de avanzada desplegable, y con prácticamente toda su potencia de fuego defensivo. Mira en el que pensé junto con los medios a habilitar, cuatro torres defensivas con montajes laser cuádruples de alta velocidad, tres Drones operativos, y en lugar de los soldados habituales como dotación, creo que con un par de MKII internos y tres en el exterior sería suficiente para garantizar nuestra seguridad… Todo esto sin olvidar la presencia en órbita estática del Represor sobre nosotros… En esa época del año el valle está cerrado por la nieve, mientras que la planicie está aislada y su temperatura media “primaveral” protegida por los volcanes de las cadenas montañosas que la rodean…
·         ¿Y el Volcán al Norte?, ese que por estar activo calienta los ríos que permiten pese a estar en pleno invierno, que la planicie tenga una aceptable temperatura que ronda los 16 o 18º… -pregunto muy seria Selena.
·         Si bueno, pero es más de lo mismo, aun en caso de erupción la lava iría en dirección contraria, y además el Represor estaría sobre nosotros, ¿que tardaría una lanzadera en sacarnos de allí?, menos de tres minutos… Incluso llegado el caso se podría dejar una lanzadera automatizada en el mismo patio del Fuerte si crees que de ese modo sería más seguro…
·         Está bien, pásame una copia de tu plan, que le daré un vistazo, pero no te prometo nada…
·         Me vale, y si crees que merece la pena la idea…
·         Si creo que merece la pena, tendrás mi apoyo para convencer a todos los demás, aunque a tu marido… -hizo un gesto de negación.
·         Por eso no te preocupes Selena, de mi marido ya me ocupo yo.
·         No estarás pensando en tratar de manipularlo, ¿verdad? –enarco las cejas Selena mientras se guardaba la tarjeta de datos que le tendía Kilara.
·         No, no soy tan idiota como para pensar que eso funcionaria, no. Pero en esto estoy segura de que podre convencerlo sin mucho esfuerzo… siempre claro, que me facilites el camino con los demás y nadie se meta dando ideas…
·         Está bien, si creo que merece la pena tratar de hacerlo así, te ayudare con tus planes… y ojala podamos quitarnos de una vez por todas este viajecito…
·         Eso mismo espero yo… si llego a saber que traería todos estos problemas me hubiese callado la boca… y Selena, gracias…
 Mientras que las dos mujeres hablaban y planificaban el próximo intento de viaje de bodas de la Pareja, su Alteza Imperial el Príncipe Jhored se encontraba tratando aun de encontrar el modo de encajar al ascendido algo más de una año antes, “Vicealmirante Tagard”, en Mar-Shagan, y no hacia otra cosa que darse de bruces con la maquinaria burocrática de Defensa. Aunque cobraba y a efectos de su hoja de servicios, Tagard constaba como Almirante de una estrella, a efectos de servicio en Mar-Shagan solo podía permanecer allí como Vicealmirante, este era uno más de los reveses en sus planes que su Alteza Imperial había recibido en este último año y medio. Según una subsección de las ordenanzas de organización de Bases Estelares de la Flota y sus depósitos, en una de estas únicamente podía estar destinado y/o asignado un Almirante independientemente de su graduación. Según le explicaron a su Alteza cuando acudió al servicio jurídico para que se lo aclarasen, la subsección se añadió para evitar “duplicados” de mando. Normalmente esto no habría supuesto un problema real, ya que se habría solucionado poniendo al Almirante de mayor graduación o antigüedad, al mando de la base, y al otro, el de menor rango, al mando de su Flota destinada, pero Mar-Shagan era una Base-Deposito, por lo que no debía ni debería de tener “Flota” asignada, y cualquier nave seria de “guarnición Movil”, por tanto dependiente de la Base de la Flota más cercana, por lo que ese sistema no servía. Otra solución podría haber sido, “por orden Imperial”, pero en ese caso habría supuesto dirigir excesivas miradas curiosas sobre Mar-Shagan, donde se llevaban a cabo excesivos proyectos “ultrasecretos” como para cometer una estupidez semejante. Cuando por fin, tres meses antes había conseguido encontrar una solución, nuevamente la formidable burocracia estaba colmando su paciencia, todo marchaba ridículamente lento, muy, pero que muy lento…
Mientras mascullaba y le daba vueltas a todo esto, maldiciendo la incompetencia de la burocracia, su Alteza permanecía expectante en el puente de mando del Represor, sentado a la derecha de la Almirante Kasinhs, a la espera de la aparición del Grupo de combate del Vicealmirante Verser y de las cinco nuevas naves que había podido desviar sin que ningún plan quedase al descubierto, paradójicamente, una vez más, gracias nuevamente a esa maldita burocracia. Jhored llevaba más de diez horas verificando todas las comunicaciones o intentos de ello en referencia a su persona sin encontrar aquello que buscaba, era obvio que algo había fallado con el resultado de que su planificación cuidadosamente llevada a cabo había estado a punto de derrumbarse en sus mismas narices… De hecho, aun podría llegar a darse el caso de no llegar el Vicealmirante Tagard a tiempo de cumplir su parte en el Planeta Hiperborea, que todo se desplomase. Solo había conseguido dar con una anomalía en todo lo que reviso, un fallo en los centros de comunicación de varios Sectores adyacentes a la Nébula Tarkhana dentro de la Liga, lo que podía explicar la ausencia de advertencia previa por parte del Sigfried IV, Emperador de la Liga de Mundos Libres, de que empezaba a ponerse en marcha. Tras la Muerte de *Barok Radecked, la última espina en el costado del Trono de la Liga era el Príncipe Zordak, quien, pese a lo que algunos pensasen, también era un serio problema para la propia seguridad de la Confederación Imperial. Paradójicamente, tras la colaboración para eliminar a * Barok Radecked, Zordak había pasado de espina para ambos Tronos, a punto focal y referente de “futuros acuerdos” puntuales entre ambos, con posibilidad de mejoras si las cosas salían bien…
El principal problema existente con el Príncipe Zordak a nivel de inteligencia e información para sus adversarios, era su forma de planificar sus movimientos, quienes nunca parecían terminar de comprenderle. Su Alteza el Príncipe Jhored, sabía que esto era porque Zordak tenía una forma muy particular de hacerlo, siempre planificaba en función de etapas independientes y con objetivos estrictamente limitados en cada una de ellas. Se conocía que el sector Hiperbórea estaba en su punto de mira, pero la primera impresión de los servicios secretos de la Confederación Imperial, era que de obtenerlo, habría conseguido asegurar la frontera de sus territorios con la Confederación, mejorando la situación general estratégica para la Liga de Mundos Libres son más, obteniendo en ello importantes beneficios políticos dentro de la Liga. Pero en realidad, Jhored sabía que no era tan simple, pues esto en realidad solo sería un paso más, un paso que generaría dos problemas muy serios para sus vecinos cuando de inmediato pusiese en marcha su siguiente “paso”. Lo que de este modo conseguía en realidad, ocupando Hiperoborea, era poder disponer libremente de las fuerzas a su cargo que debían de guarnecer dicha frontera, usandose de dos modos posibles o probables, pero siempre de modo inmediato si es que quería obtener “beneficios” de ello.
El primero sería usándolos para ocupar o arrasar varios de los sectores adyacentes de Hiperbórea, abriendo de ese modo una cuña en la frontera de la Confederación Imperial, lo que terminaría antes o después degenerando de ese modo en una Guerra general entre ambas potencias, y que le beneficiaria, pues el recién ocupado Hiperbórea le protegería las espaldas, manteniendo sus territorios completamente a salvo mientras que podría usar esa “puerta” para saquear a placer en “territorio enemigo”. La otra opción era volverlas contra sus enemigos del interior de la Liga, usándolas para eliminar del mapa a las principales familias rivales, sin embargo, aun en el caso de que le saliesen sus planes redondos y pese a todo, le sería imposible ocupar el Trono de la Liga, y más importante aún, poder mantenerlo luego. Él mismo Zordek era plenamente consciente de que le sería imposible retenerlo, incluso quienes no tenían nada en su contra se revolverían automáticamente enfrentándosele, sus propios antecedentes le vetaban para poder obtener ese premio supremo. Lo que sin embargo todo el mundo parecía obviar, era la principal cualidad de Zordek, la habilidad de moverse en las sombras y desde allí manejar los hilos. Tanto para Jhored, como para el Emperador Sigfried IV, estaba muy claro que el objetivo final de Zordek era poner a un Títere en el Trono de la Liga, y manejar el poder desde las sombras. Sin embargo, el Príncipe Jhored, apuntaba aún más lejos, ya que pensaba que Zordek en realidad tenía la mira puesta a largo plazo en un premio final completamente diferente a lo que todo el mundo podía llegar a suponer. Jhored estaba seguro que Zordek apuntaba directamente al Trono de la Propia Confederación Imperial, y por eso mismo, tenia que morir... antes o después, pero siempre asegurándose de que no dejase ningún “legado” detrás…
Todos los contactos entre el Emperador Sigfried IV y el Príncipe Jhored, con el beneplácito de su tío el emperador, habían sido directamente entre ellos, sin intervención de ambos “gobiernos”, negociando una alianza personal entre ambos tronos, algo que sería del todo obvio una vez que todo esto terminase. Jhored no pudo por menos que sonreírse para sí, pensando en que todo el mundo en la Liga debía de estar tratando de encontrar donde había “muerto” su emperador, y únicamente él sabía con seguridad donde se encontraba este en esos mismos momentos junto con una potente flota, a la espera de la recepción de un mensaje que le haría ponerse en marcha de inmediato con el fin de asegurar su Trono de una vez por todas, aprovechando de paso muy posiblemente, para hacerlo a sangre y fuego sobre sus enemigos internos... Pero eso ya no era problema de la Confederación Imperial…

CONTINUARA


*Barok Radecked – Vease el 5º Libro, La Liga de Mundos Libres.


3 comentarios:

  1. Y aquí está la explicación a mi lío mental con los dos anteriores capítulos de este libro jejeje no quiero imaginar como piensa meter con calzador a 2 almirantes en Mar Shagan

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me ha enviado el mensaje sin terminar de escribir... Shadow hay alguna forma de contactar contigo más en privado que por aquí?

      Eliminar
  2. Déjame tu mail por aquí, en cuanto lo vea lo borro y te mando un mail para que puedas contactar conmigo.

    ResponderEliminar