sábado, 22 de agosto de 2015

                           Confederación Imperial Galáctica

Libro - 6

El Compromiso


3




Fecha estelar - 5329


8º Cuadrante Militar del Imperio

Sistema Scarrat

Orbita del planeta Scarrat

Crucero de Batalla “Intrepido”



Su Alteza y su Prometida, la Marquesa de Volterra estaban en la sala principal de descanso de oficiales del Crucero de Batalla en el que se encontraban, acompañados de Selena, la sombra del Príncipe. Kilara no parecía nada contenta con lo que fuese que le hubiera explicado solo unos instantes antes Jhored. Selena por su parte mantenía en todo momento una cara completamente inescrutable, pero cualquiera que la conociese bien, se habría percatado enseguida de lo mucho que estaba disfrutando con lo que fuese que en esos instantes estaba mascullándole medio entre dientes Kilara a su prometido. No era algo muy habitual ver sudar a su Alteza.


Lo cierto es que por una vez el Príncipe fue pillado a contrapié. Jhored no esperaba semejante reacción de su prometida, y todo porque alguien había tenido la ocurrencia de alquilarles una pequeña “casita” a unos pocos kilómetros del lugar en donde se celebraría la boda cuando ella ya tenía todo perfectamente pensado, planeado y organizado para poder quedarse con su amiga. Obviamente, haciendo uso de su recién descubierta sabiduría al tratar con Kilara, ni se le ocurrió decir que había sido él quien había concebido la idea en cuestión y dado las ordenes pertinentes al respecto, pues eso llevaría a otras explicaciones que acabaría llevándole directamente a una situación mucho más comprometida que la actual. En realidad su Alteza no pensaba mentirle a su prometida, eso era totalmente cierto, pero dado que no preguntó de modo especifico y únicamente se estaba quejando, pues considero que tampoco era estrictamente necesario en su opinión, el explicar algo que muy, pero que muy probablemente, crease aún más tensiones entre ambos de las que se avecinaban.
El alquiler en cuestión, era una finca de varios kilómetros cuadrados de grande, con una casa principal, una mansión en realidad, de tres plantas con una veintena larga de habitaciones con baño propio más un par de espaciosos baños de invitados en cada una de las dos primeras plantas, salones espaciosos de varios usos, etc. La última planta estaba exclusivamente reservada a los dormitorios para empleados y personal más variado, en este caso serían ocupados por parte de los Marines de escolta… Además existían tres pequeñas casitas en el exterior, un invernadero, cenador, caballerizas, y algunas otras cosas más, todo ello rodeado de una densa arboleda de Itialos, una especie autóctona que podía llegar a medir más de cuarenta metros de altura y cuyos troncos tenían un grosor de también varios metros, los cuales habían sido convenientemente plantados con el único fin de crear intimidad. Esto impedía que se viese nada desde el exterior de la misma, ya que incluso el camino de entrada hacia un par de curvas en su interior. Vamos, era lo que vulgarmente se conocería como “Mansión” muy amplia, lujosa y totalmente “privada”. De cara al exterior, en ella se alojarían ellos dos y seis parejas “amigas” de ambos que, según la versión oficial ante los novios, si bien no habían sido invitados a la boda, sí que habían decidido aprovechar el viaje de Jhored y Kilara, tanto para hacerles compañía, como para hacer turismo entre amigos.
Obviamente en realidad, dichas parejas estaban compuestas por Selena y once de sus compañeros del SISI, la temida Guadaña, seis hombres y cinco mujeres. Y eso que a Kilara nadie le había dicho que en torno a la “casita” ya se habían desplegado algunas medidas de seguridad. Por ejemplo existía una lanzadera de Asalto oculta en la zona del invernadero junto con dos escuadrones completos de Marines procedentes del “Represor” en las casitas externas, más otro alojado en el interior de la Mansión. Pero sobre todo, de lo que nadie le había informado a Kilara es de la presencia perfectamente ocultos, de ocho Robots de Combate y Custodia SKII en torno a la casa principal, y muchísimo menos aún, que otros dos de ellos estarían en el interior de la misma perfectamente camuflados, uno de ellos en la propia zona de su habitación. Kilara a estas alturas de relación, ya había visto en un par de ocasiones imágenes e informes de los efectos de destrucción que un MKII en el cumplimiento de su misión era capaz de producir, y prefería mantenerlos cuanto más alejados de ella, muchísimo mejor. Jhored sabía que Kilara había visto en su planeta algún accidente provocado por maquinaria con una programación defectuosa con resultados catastróficos para las personas a su alrededor, y aunque pudiese ser considerado como una “tontería”, ella había extrapolado estos incidentes en su cabeza a lo que podría suceder de haber sido uno de estos Robots armados hasta los dientes a los que les hubiese pasado.
En esos instantes aun con todas esas medidas de seguridad, y pese a estar todo un Superacorazado, con sus cazas, bombarderos, lanzaderas, marines, y una flota completa de escolta en órbita geosincrónica estacionado justo sobre sus cabezas, se podrían haber considerado como pasivas. Jhored sabía que eso cambiaria en el mismo momento en que el compromiso se hiciese público. En ese mismo momento el Represor ocuparía el puesto del Superacorazado “Punto Blanco” sobre la “casita”, y en su perímetro exterior del conjunto arbolado se desplegaría de modo permanente un regimiento completo de Marines de Asalto del mismo con sus Armaduras de combate completas para la protección de la pareja. También se incorporarían de modo abierto tres lanzaderas de asalto armadas y no menos de cuatro a seis Cazas Estelares de la Clase Escorpión basados también en la zona abierta junto a la Mansión. A esto habría que añadirle la lanzadera Blindada personal de su Alteza, marcada en sus costados con el escudo Imperial. Y en la parte central de la zona boscosa, rodeando la propiedad, se desplegarían varias plataformas móviles con plataformas telescópicas de armas laser con capacidad antiaérea de altura limitada y varios lanzadores de misiles rastreadores de hipervelocidad, comúnmente llamados cazamisiles, aunque en este caso eran del tipo de “blancos múltiples”.
Un hecho prácticamente desconocido para el común de los mortales en la Confederación Imperial Galáctica, que aún seguía en vigor pese a todo el tiempo trascurrido, era un edicto fechado casi dos años después de que su Alteza Imperial hiciese su aparición y aun en plan guerra, por el que se decretaba que cualquier planeta en presencia del Emperador o del miembro de la Familia Imperial situado en el primer escalón del Trono más consortes y/o descendencia directa, se consideraría bajo la ley marcial a todos los efectos para cualquier causa o suceso relacionado con los mismos. Kilara era una de esos mortales que desconocían dicho decreto por irregular, pero a la que una vez casada se le aplicaría por su servicio de seguridad de la Guadaña en caso de ser considerado necesario. En pocas palabras, ese decreto prácticamente otorgaba a la escolta cercana del SISI de los mencionados derechos sobre la vida o la muerte de cualquiera que se relacionase con sus protegidos, lo que siempre era una situación tan peligrosa como peliaguda, pues como ya era conocido a estas alturas, era un cuerpo a quienes no les temblaba la mano en absoluto ante nadie si era considerado un peligro.
Cuando Kilara pudo observar por los visores nocturnos de la lanzadera en la que se desplazaban el edificio junto a sus alrededores le encanto casi tanto como le emociono, aunque por principios trato de no dar muestras ni de lo uno, ni de lo otro, algo totalmente inútil para los sagaces ojos de Selena que no la perdían de vista. Para cuando su Alteza y su prometida se levantaron a la mañana siguiente, todos los preparativos de seguridad habían sido concluidos.  Aunque Selena esperaba con ansia que pasasen los cuatro días que aún quedaban para que su compromiso fuese hecho público y que entonces, pudiese de verdad establecer la escolta que ella quería disponer para sus “Altezas”. Kilara acompañada de Jhored y las parejas de “amigos” visitaron la propiedad montados sobre Ummit, denominados también como “caballos de Scarrat”. Eran unos animales locales de seis patas y unos dos metros y medio de Altura, no muy rápidos pero si extraordinariamente resistentes. Después del paseo y tras regresar justo para la hora de la comida, Kilara decidió que era el momento de ir al encuentro de su amiga… y marcó el inicio de los problemas para su Alteza Imperial el Príncipe Jhored.
Kilara quedo con su amiga Thelma y con Doken, su prometido en el sitio donde se celebraría la boda de acuerdo a los ritos Scarrat. Al llegar ambos salieron a recibirnos, Thelma y Kilara se abrazaron nada más verse, después de ello entre ambas organizaron las presentaciones, incluidas las de nuestras “parejas de amigos”. Estaban mostrándonos todo aquello y explicando Thelma muy ilusionada como se desarrollaría la boda, cuando todos pudieron observar como su alegría se apagaba casi de modo inmediato al ver avanzar a un hombre de forma rápida desde una de las puertas del enorme salón que tenían reservado para la cena tras la ceremonia. De un modo aparentemente normal, un par de las parejas que los acompañaban se interpusieron en el camino que traía hacia el grupo. Estaba casi a punto de llegar y de ser interceptado, cuando una voz le hizo detenerse en seco y darse media vuelta…
·         Señor Stiulg, ¡¡deténgase de inmediato!! ¿Qué cree usted que está haciendo?, ya se le ha dicho que deje inmediatamente de molestar a los invitados de esta ceremonia. Selle las puertas intermedias que crea oportunas, establezca medidas entre los diferentes jardines que usaremos, lo que quiera, pero no moleste… -dijo una joven de pelo rubio que se acercaba al tal Stiulg con paso rápido y mirada encendida por el enfado.
·         Señorita de Voerse, solo trato de hacer mi trabajo, y este consiste en garantizar su seguridad y la de todos sus invitados, de modo que voy a obtener los datos biométricos de estas personas para asegurarme de que no haya problemas, ¿está claro?
·         He dicho… -la rubia fue interrumpida.
·         Me da igual lo que usted diga. Y ahora, todos ustedes, pónganse en fila y sitúen sus dedos índices y corazón en este aparato de medición… -dijo en tono desabrido dirigiéndose al grupo de su Alteza.
·         ¿Me permite por favor ver la documentación que le acredita el poder solicitarnos algo así…? - le replicó Jhored poniéndose ante él, secundado por Selena y su “pareja”, mientras que el resto empezaban a tomar posiciones de forma discreta, con sus manos ya casi rozando las culatas de sus ocultas armas y a tan solo un dedo de hacer algo mucho más drástico.
·         No es necesario, si quiere asistir a esta boda, ponga aquí sus dedos…
·         No, de ningún modo si antes no me demuestra que es usted alguien para exigirme algo semejante. Y le informo que si no lo es, más le vale dejar de tocar las narices antes de que tomemos medidas legales contra usted y quien le haya contratado, ¿me he expresado por mi parte con claridad, Sr. Stiulg? –replico su Alteza sin perder la sonrisa ni un solo instante.
·         Creo que no tiene usted idea de con quien está hablando –replicó Stiulg con gesto duro.
·         Pues mire, no. Pero vera, me resulta muy gracioso que diga usted eso, porque en realidad quien no tiene aquí ni idea de con quien está hablando en estos instantes es usted. Ni creería lo cerca que se encuentra en estos momentos del desastre… -respondió Jhored con sus manos en los bolsillos y una provocativa sonrisa en los labios que no acompañaba la dureza que mostraban sus ojos.
·         ¡¡¡SUFICIENTE!!! –el grito llegó de la puerta por la que tanto Stiulg como la rubia habían entrado, y en esta ocasión procedía de un joven moreno que también se acercaba a grandes zancadas con cara de muy poquitos amigos.
·         Excelencia, yo únicamente trato de… -el joven lo atajo con un solo gesto.
·         Me da igual Stiulg, su trabajo es de esas puertas hacia dentro, ya le ha dicho mi prometida que no toleraremos que se siga molestando a esta pareja y a sus invitados.
Hubo entre ambos un silencioso enfrentamiento de voluntades que al final el Joven moreno pareció ganar de primeras, pero al ver la cara con que el tal Stiulg se retiró, estuvo muy claro que no pensaba dejar aquello de aquel modo, y tanto Jhored como Selena barruntaron problemas incluso antes de hacerse oficial el compromiso. El joven y la rubia, que resultó ser su prometida se presentaron como Kelmer, Conde de Tielmar, y Jessy de Voerse. Tras una agradable aunque intrascendente charla y después de que la pareja se marchase de la mano por el mismo sitio por el que habían llegado, tanto Thelma como Doker pusieron a todo el mundo al tanto de quienes eran la pareja, algo que obviamente todos sabían ya de antemano.
Después de eso, Thelma suspirando, dijo que al final no íbamos a tener otro remedio que ceder a la petición de Stiulg con el fin de ahorrarnos problemas. Kilara de inmediato le dirigió de soslayo una mirada a Jhored, quien de forma igualmente discreta le hizo un leve gesto en dirección a Selena, quien miro a esta. Selena al ver la mirada de Kilara, son suavidad movió en sentido negativo la cabeza, dando de aquel modo la situación al respecto por zanjada. Kilara trato de hacer un aparte con Jhored, lográndolo durante apenas un par de minutos…
·         Habla tú con Selena por favor… -pidió Kilara.
·         No servirá de nada –alzó un poco la mano para detenerla antes de que pudiese hablar-. No cielo, no se trata de que no quiera, recuerda lo que te expliqué sobre ella y mis limitaciones en su trabajo.
·         No dependía de ti –apretó los dientes.
·         En esto no, en lo referente a la seguridad su autoridad esta incluso por encima de la mía.
·         ¿Entonces qué hacemos? Porque ese va a volver de nuevo, y quizá esa amable pareja no esté cerca para impedir… -fue interrumpida por Selena.
·         Creo que lo más aconsejable seria salir de aquí e invitar a su amiga y prometido a “la casa” a cenar con el fin de que ustedes puedan recordar viejos tiempos –expuso Selena, dejando flotar en el aire el sobreentendimiento de que, en otro caso, si ese sujeto volvía, habría problemas muy serios.
·         Y decirles a los dos la verdad –remachó Jhored.
·         Pero… -Kilara fue interrumpida por Jhored.
·         Cielo, si no es ahora, se enteraran de ello dentro de cuatro días, cuando ya sea oficial. Y si no, en caso de que lo rechacen por “imposible” será cuando nos presentemos en la boda. Piénsalo detenidamente, ahora mismo podemos decírselo de un mejor modo, prepararlos ahora para que cuando la noticia se haga oficial, ya lo tengan asumido en ese momento y no les sorprenda con la guardia baja.
·         Marquesa, creo que lo que su Alteza propone es la mejor opción, y con ello tendremos también otras ventajas…
·         Piénsalo Kilara, saberlo hará que tu amiga y su prometido puedan pararle los pies a ese cretino del tal Stiulg. Con nuestra presencia la importancia de su boda ahora mismo ha dado un giro de 180º en relación a la otra –explicó Jhored rematando la idea de Selena.
·         Sí, eso es cierto, y se sabrían respaldado por nosotros, ¿no?
·         Marquesa, eso puede darlo por sentado, incluso si usted quiere y su Alteza no se opone, desde el mismo momento en que el compromiso se haga público puedo asignar a uno de mis subordinados para que los acompañe, incluso una de las parejas para que se hagan cargo de todo si lo desea así –expuso Selena con gesto serio.
Lo que Selena no dijo, pero que el Príncipe Jhored capto al vuelo, es que desde el mismo instante en que el compromiso fuese público, las cosas en ese lugar, gustase o no sí que iban a dar de verdad un giro de 180º. Tenia intención de que todas esas medidas de seguridad que Stiulg había implantado recortando opciones a la ceremonia de Thelma y Doker, se le iban a volver en su contra por el mero hecho de la presencia en la ceremonia de la pareja “Imperial”. En esta ocasión iban a ser Selena y su equipo quienes iban a meter sus narices hasta en el último preparativo de la otra boda, incluidos invitados, novios, padres de estos y equipo de seguridad. Otro hecho que Jhored y Selena sabían que Kilara no había pensado con suficiente detenimiento, era sobre la repercusión que tendría tanto su presencia en esta ceremonia, como las dos invitaciones para su propia boda que llevaba para Thelma y Doker. Ambos tenían negocios “modestos” que no obstante suponían auténticas fortunas a nivel planetario, y en ambos casos, tras la demostración práctica de su conexión con ellos, estos también se iban a ver sacudidos tras esta boda.
Kilara consiguió convencer a su amiga para que aceptase la invitación a cenar y que les acompañasen directamente cuando se fuesen a la mansión. Los Marines que estaban de guardia en la zona exterior se las apañaron para no ser vistos mientras el vehículo terrestre de la pareja se acercaba hasta la Mansión, y la puerta de entrada pareció abrirse mediante un sencillo sistema de visión tridimensional al que tuvieron que llamar para hacer saber que ya estaban allí. Cuando llegaron, lo primero que hizo Kilara fue darles un pequeño paseo por el interior de la Residencia Principal, negándose Selena de forma discreta a que los enseñase de momento el exterior de la finca. La cena fue un éxito del que todo el mundo disfruto, por lo menos hasta el momento en que pasaron al salón para poder charlar más cómodamente.
Para sorpresa de Jhored, Kilara en un momento dado, nerviosa, empezó a dar vueltas en torno a ellos dos mientras hablaba con su amiga Thelma y su prometido, al punto que decidió ser el quien hiciese las presentaciones formales. En ese momento y ante un movimiento de cabeza de Selena el resto del grupo de protección cercano se marchó a sus ocupaciones, quedándose únicamente dos de las mujeres, que se situaron ante cada una de las dos puertas que conducían al salón en el que se encontraban. Pero antes de que Jhored pudiese decir nada, fue Doker quien se adelantó con cara de curiosidad…
·         ¿Pasa algo?, lo pregunto porque se han ido todos, bueno, menos vosotros y ellas dos… que están ahí paradas –señalo a ambas agentes con cara de curiosidad.
·         No se preocupe por ellos, simplemente han regresado a sus obligaciones. Ellos les explicaran “ahora” lo que sucede –se adelantó Selena, señalando al final con la cabeza a su Alteza y a la Marquesa de Volterra, remarcando el “ahora”.
·         Kilara, ¿qué ocurre?, me estáis asustando… -hablo nerviosa Thelma.
·         Thelma, Doker –inspiro con fuerza Kilara antes de seguir-, os presento a mi prometido, el Príncipe Jhored Thalant, heredero del Trono Imperial. Ella es Selena, su escolta personal y agente del SISI, o la Guadaña, como ahora se conoce comúnmente al cuerpo al que pertenece.
Thelma que se había medio incorporado se quedó a medio movimiento mirándola fijamente, mientras que a Doker, su prometido se le abría la boca más de un palmo, así como los ojos hasta casi salírsele de las orbitas. Repentinamente, ambos se miraron para después empezar a reírse a carcajadas, abrazándose mutuamente para darse golpecitos en la espalda tratando de que se les pasase el ataque de risa. Entre tanto todo el mundo los miraba, Kilara sorprendida por su reacción, Jhored, Selena y las dos agentes en cambio, lo hacían con rostro inescrutable. Cuando por fin fueron capaces de detenerse, el primero en hablar fue Doker…
·         Muy bueno Kilara, ya me dijo Thelma que eras una bromista y que debía de tener cuidado cuando hablase contigo no me hicieses alguna de las tuyas…
·         Así que una bromista, eh. ¿Y eras buena cariño? –preguntó Jhored mirando a su prometida con tono humorístico y enarcando una ceja.
·         Era genial Jhored, realmente buena gastándolas, además la gente de primeras nunca se daba cuenta, no nos reímos ni nada en la universidad con ello –Thelma parecía de nuevo estar al borde de la risa.
·         Señorita Thelma, señor Doker –dijo Selena avanzando ante ellos y deteniéndose a un paso de ambos-, mi nombre es Selena, tal y como la Marquesa de Volterra ha dicho, soy agente del SISI y escolta personal de su Alteza Imperial aquí presente… Mis credenciales… -les mostro a ambos la tarjeta metálica con impresiones digitales tridimensionales que la habilitaba como tal.
Las caras alegres se les cortaron a ambos de raíz con solamente ver la tarjeta acreditativa de Selena, ambos la habían reconocido perfectamente, era una de esas cosas que se conocían porque si, era muy fácil saber cómo eran. Aunque lo cierto es que al tratarse de la Guadaña y con la fama que tenía, se prefería no tener que ver nunca alguna de verdad ante la cara. También eran muy conscientes los dos dada la “seriedad” de esa organización, que nadie en su sano juicio jugaría con falsificaciones ni aun para una broma, era de locos pensar en hacer algo así, sobre todo debido a las consecuencias que aquello podría acarrear al infractor. La creyeron en el acto, además de que al moverse para sacarla, Selena también les había permitido ver “accidentalmente”  la culata de su arma, lo que lo convertía todo en aun más realista si cabe. Ambos se pusieron repentinamente pálidos y empezaron a tener problemas para respirar por la impresión. Jhored se puso rápidamente en pie haciendo una seña a una de las agentes, que por transmisor pidió de inmediato que acudiese alguien del equipo médico que se alojaba en las instalaciones.
Por si alguno de ambos novios tenían aun alguna mínima duda todavía de que pudiese ser todo una elaborada broma, el oficial médico que les atendió junto a los dos sanitarios militares con uniformes de la Flota que le acompañaban terminaron de despejar las escasísimas dudas que aún les pudiese haber quedado de que aquello, por imposible que pudiese parecerles, no era ninguna charada. La pareja por separado y casi a la vez, tomaron consciencia de que llevaban buena parte del día en compañía, de risas, cenando y gastando bromas, de su Alteza, el Príncipe Heredero de la confederación Imperial. Y por si eso no fuese poco, también había estado rodeados en todo momento por agentes del temible SISI, sin saber, ni lo uno, ni lo otro. Podría decirse que sus cerebros en esos instantes estaban en cortocircuito, tratando de procesar toda la información como buenamente podían.
Cuando ambos se recuperaron, lo primero que vieron fue al Príncipe sentado frente a ellos e inclinado en su dirección con los codos apoyados sobre sus muslos. Los dos a la vez trataron de levantarse en el acto, pero desde su espalda, las fuertes manos de Selena les sujeto a ambos por uno de sus hombros a una señal de Jhored, haciendo que permaneciesen en sus respectivos sitios…
·         Está bien, calmaos los dos –alzo una mano impidiéndoles decir nada-. No, por favor, escuchadme primero. Aquí y ahora solo somos tu amiga Kilara –señalo a Thelma- y su prometido Jhored, nada más que eso, dos amigos que podéis tratar en confianza como a tales aun en caso de que salgamos por ahí los cuatro. Pero eso cambiara pronto, y entonces sí que en público deberéis los dos de seguir el protocolo, ese será el instante en que yo entonces pase a ser su Alteza Imperial y en que a Kilara deberéis tratarla como Marquesa de Volterra o como Excelencia.
·         Pero Jhored, ¿se puede saber que estás diciendo? Thelma es mi amiga, no hace falta que me llame “marquesa de Volterra” ni de ninguna otra forma –le espetó sorprendida y algo enfadada Kilara.
·         Ahora mismo no como ya he dicho, pero en cuanto el compromiso se haga público y estemos ante más personas que nos reconoceran, sí. Y Kilara, te guste o no sabes que es de ese modo, has estado presente conmigo y mi Tío en ambas situaciones. Sabes perfectamente que en público siempre lo trato de “Su Majestad el Emperador” o “Su Majestad Imperial”, nunca jamás por su nombre de pila o tuteándolo, aquí funciona exactamente igual y con mucho mayor motivo. Seguir el protocolo es imperativo.
·         Alteza…
·         Jhored, Thelma, de momento Jhored, por favor…
·         Está bien, Jhored. Creo que he entendido perfectamente a que se refería, en cuanto se haga público el compromiso y hagáis vuestra aparición en público ambos os convertiréis en personajes oficiales, mas allá de ser simplemente dos amigos invitados a nuestra boda, ¿no?
·         Si, así es Thelma, pero hay muchísimo más que todo eso. Es la razón por la que quería que Kilara os invitase aquí, para poder hablar con ambos y que entendáis lo que tenéis entre manos, si aún queréis que todavía asistamos a vuestro enlace cuando todo se haga público.
·         ¡¡¡Jhored!!!, pero que dices, no puedes hablar en serio –saltó Kilara como si le hubiesen mordido.
·         Vaya lio –musito Doken pasándose las manos por la cara-. Creo que puedo hablar también por Thelma cuando digo que deseamos que asistáis a la boda, esto para nosotros no cambia nada en absoluto, a ella le hacia una enorme ilusión tener a Kilara aquí –sujeto la mano de Thelma al hablar-. Pero imagino que vuestra presencia oficial supondrá algunas modificaciones en lo que habíamos planeado para la ceremonia, ¿no?.
·         Si, muchísimas, empezando por la seguridad, de la que ahora mismo no disponéis y de la que yo misma me encargare de organizar además de por supuesto, supervisar –intervino Selena haciéndose cargo del peso de la conversación al entrar está en sus cometidos.
·         Necesitareis una lista de los invitados o algo así, ¿no? ´-dijo Thelma un poco perdida.
·         La seguridad de “la otra boda” ya ha hecho las verificaciones por nosotros, tranquilos que no será necesario molestar a nadie de vuestra boda –sonrió irónica Selena-. En ese sentido la única diferencia es que en esta ocasión la impermeabilidad entre ambas ceremonias sí que va a ser real, nadie pasara de una a otra en ninguna de las dos direcciones, o por lo menos de las suya a la vuestra con total seguridad –dijo Selena, no añadió que por su parte en cuestión de saber quién era quien, ellos también había hecho ya su trabajo en ese aspecto. Tampoco añadió que tenía toda la sana intención de importunar hasta donde pudiese al tal Stiulg y quienes lo habían contratado, los “poderosos”  papas de los novios.
·         Por cierto, me comentaste que pensabais felicitar a la otra pareja, ¿no? –preguntó Kilara a Thelma mirando de reojo a Selena.
·         Si, pensábamos ir los dos a felicitarlos durante el banquete. Jessy y Kelme lucharon mucho para que no nos la anularan, también para que nos permitiesen movernos y gracias a ellos dos, por lo menos a nosotros su seguridad no nos restringió los movimientos –explicó Thelma.
·         Bien, Selena… -se dirigió Kilara, dejándole a esta la petición en el aire.
·         Si a su Ateza no le parece mal, me encargare personalmente también de que ellos no tengan ningún problema tampoco en acceder a “nuestra” boda o a cualquier otro lugar fuera de los límites de la suya.
·         Incluso si ambos lo deseáis, Kilara y yo podríamos acompañaros al otro salón a felicitar a la pareja en vez de hacer que ellos pasen a vuestra boda a felicitaros… como prefiráis hacerlo –sonrió Jhored.
·         Eso sería genial, me gustaría poder felicitarlos en su propia ceremonia, se lo merecen –se emocionó Thelma.
·         Pues dalo por hecho…
·         Gracias… -se secó las lágrimas Thelma.
·         Más cosas, ahora vamos con nuestra boda –Jhored tendió la mano a Kilara-, tenemos aquí vuestras invitaciones. A vosotros solo os queda únicamente conseguir tiempo en vuestras agendas para poder asistir, todo lo demás, incluido ropa, transporte, alojamiento, etc., va por nuestra cuenta, por supuesto también se incluye en ello un paseo turístico guiado por el Palacio Imperial y la Capital. ¿Os parece bien la idea? –sonrieron Jhored y Kilara.
La verdad es que en los rostros de la pareja pudo leerse perfectamente la emoción que todo esto estaba suponiendo para ellos. Tanto Jhored, como Selena sabían perfectamente que esa última parte de la invitación, entregada de un modo tan “precipitado” en ese instante, era únicamente una maniobra de distracción para que no se pusiesen a analizar despacio lo que realmente iba a suponerles la asistencia a su boda del Príncipe Heredero al Trono Imperial y su Prometida, incluido el que fuese tan solo dos días después de su anuncio. Ambos sabían que antes o después los novios se darían cuenta que por la presencia de su Alteza y su prometido habría guardias armados en su ceremonia.
Ambos suponían también que a la larga y tras pensarlo detenidamente ni a Thelma, ni a Doker les iba a hacer mucha gracia descubrir el despliegue de los Marines de Asalto en su boda cuando el plan de seguridad les fuese presentado. Sin embargo dudaban de que pensasen hasta que fuese muy tarde en los medios de comunicación y como caerían sobre ellos tras la boda. Otra de las cosas que su Alteza y Selena también pensaban omitir cuidadosamente hasta el último instante y únicamente dirían si era estrictamente necesario por culpa de una pregunta directa, era mencionar la presencia durante todo el proceso de la ceremonia y el posterior banquete, de miembros uniformados del SISI, de la temida Guadaña, paseándose entre los invitados. Diez de ellos estarían presentes de uniforme como escoltas, mientras que los dos restantes del grupo se encargarían de permanecer en la residencia que ahora mismo ocupaban como encargados de la seguridad de la misma y de organizar los posibles refuerzos o de tomar otras medidas si había problemas.




CONTINUARA

4 comentarios:

  1. En serio, esto no es vida: me estoy mordiendo las uñas a la espera de un nuevo capítulo y, cuando aparece, me quedo, otra vez, mordiéndome las uñas esperando un nuevo capítulo. Es la pescadilla que se muerde la cola.

    Gracias, una vez mas, por tus series.

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  2. Querido Xan, creo que va a ser tu día de suerte, porque esto preparando el cuarto capítulo para subirlo, espero que me de tiempo hoy mismo.

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  3. Como dijo xan , mordiendome las uñas .

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