Confederación Imperial Galáctica
Libro - 6
El Compromiso
3
8º Cuadrante Militar del Imperio
Sistema Scarrat
Orbita del planeta Scarrat
Crucero de Batalla “Intrepido”
Su Alteza y su
Prometida, la Marquesa de Volterra estaban en la sala principal de descanso de
oficiales del Crucero de Batalla en el que se encontraban, acompañados de
Selena, la sombra del Príncipe. Kilara no parecía nada contenta con lo que
fuese que le hubiera explicado solo unos instantes antes Jhored. Selena por su
parte mantenía en todo momento una cara completamente inescrutable, pero
cualquiera que la conociese bien, se habría percatado enseguida de lo mucho que
estaba disfrutando con lo que fuese que en esos instantes estaba mascullándole
medio entre dientes Kilara a su prometido. No era algo muy habitual ver sudar a
su Alteza.
Lo cierto es que
por una vez el Príncipe fue pillado a contrapié. Jhored no esperaba semejante
reacción de su prometida, y todo porque alguien había tenido la ocurrencia de
alquilarles una pequeña “casita” a unos pocos kilómetros del lugar en donde se
celebraría la boda cuando ella ya tenía todo perfectamente pensado, planeado y
organizado para poder quedarse con su amiga. Obviamente, haciendo uso de su
recién descubierta sabiduría al tratar con Kilara, ni se le ocurrió decir que
había sido él quien había concebido la idea en cuestión y dado las ordenes
pertinentes al respecto, pues eso llevaría a otras explicaciones que acabaría llevándole
directamente a una situación mucho más comprometida que la actual. En realidad
su Alteza no pensaba mentirle a su prometida, eso era totalmente cierto, pero
dado que no preguntó de modo especifico y únicamente se estaba quejando, pues considero
que tampoco era estrictamente necesario en su opinión, el explicar algo que muy,
pero que muy probablemente, crease aún más tensiones entre ambos de las que se
avecinaban.
El alquiler en cuestión,
era una finca de varios kilómetros cuadrados de grande, con una casa principal,
una mansión en realidad, de tres plantas con una veintena larga de habitaciones
con baño propio más un par de espaciosos baños de invitados en cada una de las
dos primeras plantas, salones espaciosos de varios usos, etc. La última planta estaba
exclusivamente reservada a los dormitorios para empleados y personal más
variado, en este caso serían ocupados por parte de los Marines de escolta… Además
existían tres pequeñas casitas en el exterior, un invernadero, cenador,
caballerizas, y algunas otras cosas más, todo ello rodeado de una densa
arboleda de Itialos, una especie autóctona que podía llegar a medir más de
cuarenta metros de altura y cuyos troncos tenían un grosor de también varios
metros, los cuales habían sido convenientemente plantados con el único fin de
crear intimidad. Esto impedía que se viese nada desde el exterior de la misma,
ya que incluso el camino de entrada hacia un par de curvas en su interior. Vamos,
era lo que vulgarmente se conocería como “Mansión” muy amplia, lujosa y
totalmente “privada”. De cara al exterior, en ella se alojarían ellos dos y
seis parejas “amigas” de ambos que, según la versión oficial ante los novios, si
bien no habían sido invitados a la boda, sí que habían decidido aprovechar el
viaje de Jhored y Kilara, tanto para hacerles compañía, como para hacer turismo
entre amigos.
Obviamente en
realidad, dichas parejas estaban compuestas por Selena y once de sus compañeros
del SISI, la temida Guadaña, seis hombres y cinco mujeres. Y eso que a Kilara
nadie le había dicho que en torno a la “casita” ya se habían desplegado algunas
medidas de seguridad. Por ejemplo existía una lanzadera de Asalto oculta en la
zona del invernadero junto con dos escuadrones completos de Marines procedentes
del “Represor” en las casitas externas, más otro alojado en el interior de la
Mansión. Pero sobre todo, de lo que nadie le había informado a Kilara es de la
presencia perfectamente ocultos, de ocho Robots de Combate y Custodia SKII en
torno a la casa principal, y muchísimo menos aún, que otros dos de ellos
estarían en el interior de la misma perfectamente camuflados, uno de ellos en
la propia zona de su habitación. Kilara a estas alturas de relación, ya había
visto en un par de ocasiones imágenes e informes de los efectos de destrucción
que un MKII en el cumplimiento de su misión era capaz de producir, y prefería
mantenerlos cuanto más alejados de ella, muchísimo mejor. Jhored sabía que
Kilara había visto en su planeta algún accidente provocado por maquinaria con
una programación defectuosa con resultados catastróficos para las personas a su
alrededor, y aunque pudiese ser considerado como una “tontería”, ella había
extrapolado estos incidentes en su cabeza a lo que podría suceder de haber sido
uno de estos Robots armados hasta los dientes a los que les hubiese pasado.
En esos instantes
aun con todas esas medidas de seguridad, y pese a estar todo un Superacorazado,
con sus cazas, bombarderos, lanzaderas, marines, y una flota completa de
escolta en órbita geosincrónica estacionado justo sobre sus cabezas, se podrían
haber considerado como pasivas. Jhored sabía que eso cambiaria en el mismo
momento en que el compromiso se hiciese público. En ese mismo momento el
Represor ocuparía el puesto del Superacorazado “Punto Blanco” sobre la “casita”,
y en su perímetro exterior del conjunto arbolado se desplegaría de modo
permanente un regimiento completo de Marines de Asalto del mismo con sus
Armaduras de combate completas para la protección de la pareja. También se
incorporarían de modo abierto tres lanzaderas de asalto armadas y no menos de cuatro
a seis Cazas Estelares de la Clase Escorpión basados también en la zona abierta
junto a la Mansión. A esto habría que añadirle la lanzadera Blindada personal
de su Alteza, marcada en sus costados con el escudo Imperial. Y en la parte
central de la zona boscosa, rodeando la propiedad, se desplegarían varias
plataformas móviles con plataformas telescópicas de armas laser con capacidad
antiaérea de altura limitada y varios lanzadores de misiles rastreadores de
hipervelocidad, comúnmente llamados cazamisiles, aunque en este caso eran del
tipo de “blancos múltiples”.
Un hecho
prácticamente desconocido para el común de los mortales en la Confederación
Imperial Galáctica, que aún seguía en vigor pese a todo el tiempo trascurrido,
era un edicto fechado casi dos años después de que su Alteza Imperial hiciese
su aparición y aun en plan guerra, por el que se decretaba que cualquier
planeta en presencia del Emperador o del miembro de la Familia Imperial situado
en el primer escalón del Trono más consortes y/o descendencia directa, se
consideraría bajo la ley marcial a todos los efectos para cualquier causa o
suceso relacionado con los mismos. Kilara era una de esos mortales que
desconocían dicho decreto por irregular, pero a la que una vez casada se le
aplicaría por su servicio de seguridad de la Guadaña en caso de ser considerado
necesario. En pocas palabras, ese decreto prácticamente otorgaba a la escolta
cercana del SISI de los mencionados derechos sobre la vida o la muerte de
cualquiera que se relacionase con sus protegidos, lo que siempre era una
situación tan peligrosa como peliaguda, pues como ya era conocido a estas
alturas, era un cuerpo a quienes no les temblaba la mano en absoluto ante nadie
si era considerado un peligro.
Cuando Kilara
pudo observar por los visores nocturnos de la lanzadera en la que se
desplazaban el edificio junto a sus alrededores le encanto casi tanto como le
emociono, aunque por principios trato de no dar muestras ni de lo uno, ni de lo
otro, algo totalmente inútil para los sagaces ojos de Selena que no la perdían
de vista. Para cuando su Alteza y su prometida se levantaron a la mañana
siguiente, todos los preparativos de seguridad habían sido concluidos. Aunque Selena esperaba con ansia que pasasen los
cuatro días que aún quedaban para que su compromiso fuese hecho público y que
entonces, pudiese de verdad establecer la escolta que ella quería disponer para
sus “Altezas”. Kilara acompañada de Jhored y las parejas de “amigos” visitaron
la propiedad montados sobre Ummit, denominados también como “caballos de
Scarrat”. Eran unos animales locales de seis patas y unos dos metros y medio de
Altura, no muy rápidos pero si extraordinariamente resistentes. Después del
paseo y tras regresar justo para la hora de la comida, Kilara decidió que era
el momento de ir al encuentro de su amiga… y marcó el inicio de los problemas
para su Alteza Imperial el Príncipe Jhored.
Kilara quedo con
su amiga Thelma y con Doken, su prometido en el sitio donde se celebraría la
boda de acuerdo a los ritos Scarrat. Al llegar ambos salieron a recibirnos,
Thelma y Kilara se abrazaron nada más verse, después de ello entre ambas
organizaron las presentaciones, incluidas las de nuestras “parejas de amigos”.
Estaban mostrándonos todo aquello y explicando Thelma muy ilusionada como se
desarrollaría la boda, cuando todos pudieron observar como su alegría se
apagaba casi de modo inmediato al ver avanzar a un hombre de forma rápida desde
una de las puertas del enorme salón que tenían reservado para la cena tras la
ceremonia. De un modo aparentemente normal, un par de las parejas que los
acompañaban se interpusieron en el camino que traía hacia el grupo. Estaba casi
a punto de llegar y de ser interceptado, cuando una voz le hizo detenerse en
seco y darse media vuelta…
·
Señor Stiulg,
¡¡deténgase de inmediato!! ¿Qué cree usted que está haciendo?, ya se le ha
dicho que deje inmediatamente de molestar a los invitados de esta ceremonia.
Selle las puertas intermedias que crea oportunas, establezca medidas entre los
diferentes jardines que usaremos, lo que quiera, pero no moleste… -dijo una
joven de pelo rubio que se acercaba al tal Stiulg con paso rápido y mirada
encendida por el enfado.
·
Señorita de
Voerse, solo trato de hacer mi trabajo, y este consiste en garantizar su
seguridad y la de todos sus invitados, de modo que voy a obtener los datos
biométricos de estas personas para asegurarme de que no haya problemas, ¿está
claro?
·
He dicho… -la
rubia fue interrumpida.
·
Me da igual lo
que usted diga. Y ahora, todos ustedes, pónganse en fila y sitúen sus dedos
índices y corazón en este aparato de medición… -dijo en tono desabrido
dirigiéndose al grupo de su Alteza.
·
¿Me permite por
favor ver la documentación que le acredita el poder solicitarnos algo así…? -
le replicó Jhored poniéndose ante él, secundado por Selena y su “pareja”,
mientras que el resto empezaban a tomar posiciones de forma discreta, con sus
manos ya casi rozando las culatas de sus ocultas armas y a tan solo un dedo de
hacer algo mucho más drástico.
·
No es necesario,
si quiere asistir a esta boda, ponga aquí sus dedos…
·
No, de ningún
modo si antes no me demuestra que es usted alguien para exigirme algo
semejante. Y le informo que si no lo es, más le vale dejar de tocar las narices
antes de que tomemos medidas legales contra usted y quien le haya contratado,
¿me he expresado por mi parte con claridad, Sr. Stiulg? –replico su Alteza sin
perder la sonrisa ni un solo instante.
·
Creo que no tiene
usted idea de con quien está hablando –replicó Stiulg con gesto duro.
·
Pues mire, no.
Pero vera, me resulta muy gracioso que diga usted eso, porque en realidad quien
no tiene aquí ni idea de con quien está hablando en estos instantes es usted. Ni
creería lo cerca que se encuentra en estos momentos del desastre… -respondió
Jhored con sus manos en los bolsillos y una provocativa sonrisa en los labios
que no acompañaba la dureza que mostraban sus ojos.
·
¡¡¡SUFICIENTE!!!
–el grito llegó de la puerta por la que tanto Stiulg como la rubia habían
entrado, y en esta ocasión procedía de un joven moreno que también se acercaba
a grandes zancadas con cara de muy poquitos amigos.
·
Excelencia, yo
únicamente trato de… -el joven lo atajo con un solo gesto.
·
Me da igual
Stiulg, su trabajo es de esas puertas hacia dentro, ya le ha dicho mi prometida
que no toleraremos que se siga molestando a esta pareja y a sus invitados.
Hubo entre ambos
un silencioso enfrentamiento de voluntades que al final el Joven moreno pareció
ganar de primeras, pero al ver la cara con que el tal Stiulg se retiró, estuvo
muy claro que no pensaba dejar aquello de aquel modo, y tanto Jhored como
Selena barruntaron problemas incluso antes de hacerse oficial el compromiso. El
joven y la rubia, que resultó ser su prometida se presentaron como Kelmer,
Conde de Tielmar, y Jessy de Voerse. Tras una agradable aunque intrascendente
charla y después de que la pareja se marchase de la mano por el mismo sitio por
el que habían llegado, tanto Thelma como Doker pusieron a todo el mundo al
tanto de quienes eran la pareja, algo que obviamente todos sabían ya de
antemano.
Después de eso,
Thelma suspirando, dijo que al final no íbamos a tener otro remedio que ceder a
la petición de Stiulg con el fin de ahorrarnos problemas. Kilara de inmediato
le dirigió de soslayo una mirada a Jhored, quien de forma igualmente discreta
le hizo un leve gesto en dirección a Selena, quien miro a esta. Selena al ver
la mirada de Kilara, son suavidad movió en sentido negativo la cabeza, dando de
aquel modo la situación al respecto por zanjada. Kilara trato de hacer un
aparte con Jhored, lográndolo durante apenas un par de minutos…
·
Habla tú con
Selena por favor… -pidió Kilara.
·
No servirá de
nada –alzó un poco la mano para detenerla antes de que pudiese hablar-. No
cielo, no se trata de que no quiera, recuerda lo que te expliqué sobre ella y
mis limitaciones en su trabajo.
·
No dependía de ti
–apretó los dientes.
·
En esto no, en lo
referente a la seguridad su autoridad esta incluso por encima de la mía.
·
¿Entonces qué
hacemos? Porque ese va a volver de nuevo, y quizá esa amable pareja no esté
cerca para impedir… -fue interrumpida por Selena.
·
Creo que lo más
aconsejable seria salir de aquí e invitar a su amiga y prometido a “la casa” a
cenar con el fin de que ustedes puedan recordar viejos tiempos –expuso Selena,
dejando flotar en el aire el sobreentendimiento de que, en otro caso, si ese
sujeto volvía, habría problemas muy serios.
·
Y decirles a los
dos la verdad –remachó Jhored.
·
Pero… -Kilara fue
interrumpida por Jhored.
·
Cielo, si no es
ahora, se enteraran de ello dentro de cuatro días, cuando ya sea oficial. Y si
no, en caso de que lo rechacen por “imposible” será cuando nos presentemos en
la boda. Piénsalo detenidamente, ahora mismo podemos decírselo de un mejor modo,
prepararlos ahora para que cuando la noticia se haga oficial, ya lo tengan
asumido en ese momento y no les sorprenda con la guardia baja.
·
Marquesa, creo
que lo que su Alteza propone es la mejor opción, y con ello tendremos también
otras ventajas…
·
Piénsalo Kilara, saberlo
hará que tu amiga y su prometido puedan pararle los pies a ese cretino del tal
Stiulg. Con nuestra presencia la importancia de su boda ahora mismo ha dado un
giro de 180º en relación a la otra –explicó Jhored rematando la idea de Selena.
·
Sí, eso es
cierto, y se sabrían respaldado por nosotros, ¿no?
·
Marquesa, eso
puede darlo por sentado, incluso si usted quiere y su Alteza no se opone, desde
el mismo momento en que el compromiso se haga público puedo asignar a uno de
mis subordinados para que los acompañe, incluso una de las parejas para que se
hagan cargo de todo si lo desea así –expuso Selena con gesto serio.
Lo que Selena no
dijo, pero que el Príncipe Jhored capto al vuelo, es que desde el mismo
instante en que el compromiso fuese público, las cosas en ese lugar, gustase o
no sí que iban a dar de verdad un giro de 180º. Tenia intención de que todas
esas medidas de seguridad que Stiulg había implantado recortando opciones a la
ceremonia de Thelma y Doker, se le iban a volver en su contra por el mero hecho
de la presencia en la ceremonia de la pareja “Imperial”. En esta ocasión iban a
ser Selena y su equipo quienes iban a meter sus narices hasta en el último
preparativo de la otra boda, incluidos invitados, novios, padres de estos y
equipo de seguridad. Otro hecho que Jhored y Selena sabían que Kilara no había
pensado con suficiente detenimiento, era sobre la repercusión que tendría tanto
su presencia en esta ceremonia, como las dos invitaciones para su propia boda
que llevaba para Thelma y Doker. Ambos tenían negocios “modestos” que no obstante
suponían auténticas fortunas a nivel planetario, y en ambos casos, tras la
demostración práctica de su conexión con ellos, estos también se iban a ver
sacudidos tras esta boda.
Kilara consiguió
convencer a su amiga para que aceptase la invitación a cenar y que les
acompañasen directamente cuando se fuesen a la mansión. Los Marines que estaban
de guardia en la zona exterior se las apañaron para no ser vistos mientras el
vehículo terrestre de la pareja se acercaba hasta la Mansión, y la puerta de
entrada pareció abrirse mediante un sencillo sistema de visión tridimensional
al que tuvieron que llamar para hacer saber que ya estaban allí. Cuando
llegaron, lo primero que hizo Kilara fue darles un pequeño paseo por el
interior de la Residencia Principal, negándose Selena de forma discreta a que
los enseñase de momento el exterior de la finca. La cena fue un éxito del que
todo el mundo disfruto, por lo menos hasta el momento en que pasaron al salón
para poder charlar más cómodamente.
Para sorpresa de
Jhored, Kilara en un momento dado, nerviosa, empezó a dar vueltas en torno a
ellos dos mientras hablaba con su amiga Thelma y su prometido, al punto que
decidió ser el quien hiciese las presentaciones formales. En ese momento y ante
un movimiento de cabeza de Selena el resto del grupo de protección cercano se
marchó a sus ocupaciones, quedándose únicamente dos de las mujeres, que se
situaron ante cada una de las dos puertas que conducían al salón en el que se
encontraban. Pero antes de que Jhored pudiese decir nada, fue Doker quien se
adelantó con cara de curiosidad…
·
¿Pasa algo?, lo
pregunto porque se han ido todos, bueno, menos vosotros y ellas dos… que están
ahí paradas –señalo a ambas agentes con cara de curiosidad.
·
No se preocupe
por ellos, simplemente han regresado a sus obligaciones. Ellos les explicaran “ahora”
lo que sucede –se adelantó Selena, señalando al final con la cabeza a su Alteza
y a la Marquesa de Volterra, remarcando el “ahora”.
·
Kilara, ¿qué
ocurre?, me estáis asustando… -hablo nerviosa Thelma.
·
Thelma, Doker
–inspiro con fuerza Kilara antes de seguir-, os presento a mi prometido, el Príncipe
Jhored Thalant, heredero del Trono Imperial. Ella es Selena, su escolta
personal y agente del SISI, o la Guadaña, como ahora se conoce comúnmente al
cuerpo al que pertenece.
Thelma que se
había medio incorporado se quedó a medio movimiento mirándola fijamente,
mientras que a Doker, su prometido se le abría la boca más de un palmo, así
como los ojos hasta casi salírsele de las orbitas. Repentinamente, ambos se
miraron para después empezar a reírse a carcajadas, abrazándose mutuamente para
darse golpecitos en la espalda tratando de que se les pasase el ataque de risa.
Entre tanto todo el mundo los miraba, Kilara sorprendida por su reacción,
Jhored, Selena y las dos agentes en cambio, lo hacían con rostro inescrutable.
Cuando por fin fueron capaces de detenerse, el primero en hablar fue Doker…
·
Muy bueno Kilara,
ya me dijo Thelma que eras una bromista y que debía de tener cuidado cuando
hablase contigo no me hicieses alguna de las tuyas…
·
Así que una
bromista, eh. ¿Y eras buena cariño? –preguntó Jhored mirando a su prometida con
tono humorístico y enarcando una ceja.
·
Era genial
Jhored, realmente buena gastándolas, además la gente de primeras nunca se daba
cuenta, no nos reímos ni nada en la universidad con ello –Thelma parecía de
nuevo estar al borde de la risa.
·
Señorita Thelma,
señor Doker –dijo Selena avanzando ante ellos y deteniéndose a un paso de
ambos-, mi nombre es Selena, tal y como la Marquesa de Volterra ha dicho, soy
agente del SISI y escolta personal de su Alteza Imperial aquí presente… Mis
credenciales… -les mostro a ambos la tarjeta metálica con impresiones digitales
tridimensionales que la habilitaba como tal.
Las caras alegres
se les cortaron a ambos de raíz con solamente ver la tarjeta acreditativa de
Selena, ambos la habían reconocido perfectamente, era una de esas cosas que se
conocían porque si, era muy fácil saber cómo eran. Aunque lo cierto es que al
tratarse de la Guadaña y con la fama que tenía, se prefería no tener que ver
nunca alguna de verdad ante la cara. También eran muy conscientes los dos dada la
“seriedad” de esa organización, que nadie en su sano juicio jugaría con
falsificaciones ni aun para una broma, era de locos pensar en hacer algo así,
sobre todo debido a las consecuencias que aquello podría acarrear al infractor.
La creyeron en el acto, además de que al moverse para sacarla, Selena también
les había permitido ver “accidentalmente” la culata de su arma, lo que lo convertía todo
en aun más realista si cabe. Ambos se pusieron repentinamente pálidos y
empezaron a tener problemas para respirar por la impresión. Jhored se puso
rápidamente en pie haciendo una seña a una de las agentes, que por transmisor
pidió de inmediato que acudiese alguien del equipo médico que se alojaba en las
instalaciones.
Por si alguno de
ambos novios tenían aun alguna mínima duda todavía de que pudiese ser todo una
elaborada broma, el oficial médico que les atendió junto a los dos sanitarios
militares con uniformes de la Flota que le acompañaban terminaron de despejar
las escasísimas dudas que aún les pudiese haber quedado de que aquello, por
imposible que pudiese parecerles, no era ninguna charada. La pareja por
separado y casi a la vez, tomaron consciencia de que llevaban buena parte del día
en compañía, de risas, cenando y gastando bromas, de su Alteza, el Príncipe
Heredero de la confederación Imperial. Y por si eso no fuese poco, también
había estado rodeados en todo momento por agentes del temible SISI, sin saber,
ni lo uno, ni lo otro. Podría decirse que sus cerebros en esos instantes
estaban en cortocircuito, tratando de procesar toda la información como
buenamente podían.
Cuando ambos se
recuperaron, lo primero que vieron fue al Príncipe sentado frente a ellos e
inclinado en su dirección con los codos apoyados sobre sus muslos. Los dos a la
vez trataron de levantarse en el acto, pero desde su espalda, las fuertes manos
de Selena les sujeto a ambos por uno de sus hombros a una señal de Jhored,
haciendo que permaneciesen en sus respectivos sitios…
·
Está bien,
calmaos los dos –alzo una mano impidiéndoles decir nada-. No, por favor, escuchadme
primero. Aquí y ahora solo somos tu amiga Kilara –señalo a Thelma- y su
prometido Jhored, nada más que eso, dos amigos que podéis tratar en confianza
como a tales aun en caso de que salgamos por ahí los cuatro. Pero eso cambiara
pronto, y entonces sí que en público deberéis los dos de seguir el protocolo, ese
será el instante en que yo entonces pase a ser su Alteza Imperial y en que a
Kilara deberéis tratarla como Marquesa de Volterra o como Excelencia.
·
Pero Jhored, ¿se
puede saber que estás diciendo? Thelma es mi amiga, no hace falta que me llame
“marquesa de Volterra” ni de ninguna otra forma –le espetó sorprendida y algo
enfadada Kilara.
·
Ahora mismo no
como ya he dicho, pero en cuanto el compromiso se haga público y estemos ante
más personas que nos reconoceran, sí. Y Kilara, te guste o no sabes que es de
ese modo, has estado presente conmigo y mi Tío en ambas situaciones. Sabes
perfectamente que en público siempre lo trato de “Su Majestad el Emperador” o
“Su Majestad Imperial”, nunca jamás por su nombre de pila o tuteándolo, aquí
funciona exactamente igual y con mucho mayor motivo. Seguir el protocolo es
imperativo.
·
Alteza…
·
Jhored, Thelma,
de momento Jhored, por favor…
·
Está bien,
Jhored. Creo que he entendido perfectamente a que se refería, en cuanto se haga
público el compromiso y hagáis vuestra aparición en público ambos os
convertiréis en personajes oficiales, mas allá de ser simplemente dos amigos
invitados a nuestra boda, ¿no?
·
Si, así es
Thelma, pero hay muchísimo más que todo eso. Es la razón por la que quería que
Kilara os invitase aquí, para poder hablar con ambos y que entendáis lo que tenéis
entre manos, si aún queréis que todavía asistamos a vuestro enlace cuando todo
se haga público.
·
¡¡¡Jhored!!!,
pero que dices, no puedes hablar en serio –saltó Kilara como si le hubiesen
mordido.
·
Vaya lio –musito
Doken pasándose las manos por la cara-. Creo que puedo hablar también por
Thelma cuando digo que deseamos que asistáis a la boda, esto para nosotros no
cambia nada en absoluto, a ella le hacia una enorme ilusión tener a Kilara aquí
–sujeto la mano de Thelma al hablar-. Pero imagino que vuestra presencia
oficial supondrá algunas modificaciones en lo que habíamos planeado para la
ceremonia, ¿no?.
·
Si, muchísimas,
empezando por la seguridad, de la que ahora mismo no disponéis y de la que yo
misma me encargare de organizar además de por supuesto, supervisar –intervino
Selena haciéndose cargo del peso de la conversación al entrar está en sus
cometidos.
·
Necesitareis una
lista de los invitados o algo así, ¿no? ´-dijo Thelma un poco perdida.
·
La seguridad de
“la otra boda” ya ha hecho las verificaciones por nosotros, tranquilos que no
será necesario molestar a nadie de vuestra boda –sonrió irónica Selena-. En ese
sentido la única diferencia es que en esta ocasión la impermeabilidad entre
ambas ceremonias sí que va a ser real, nadie pasara de una a otra en ninguna de
las dos direcciones, o por lo menos de las suya a la vuestra con total
seguridad –dijo Selena, no añadió que por su parte en cuestión de saber quién
era quien, ellos también había hecho ya su trabajo en ese aspecto. Tampoco
añadió que tenía toda la sana intención de importunar hasta donde pudiese al
tal Stiulg y quienes lo habían contratado, los “poderosos” papas de los novios.
·
Por cierto, me
comentaste que pensabais felicitar a la otra pareja, ¿no? –preguntó Kilara a
Thelma mirando de reojo a Selena.
·
Si, pensábamos ir
los dos a felicitarlos durante el banquete. Jessy y Kelme lucharon mucho para
que no nos la anularan, también para que nos permitiesen movernos y gracias a
ellos dos, por lo menos a nosotros su seguridad no nos restringió los
movimientos –explicó Thelma.
·
Bien, Selena… -se
dirigió Kilara, dejándole a esta la petición en el aire.
·
Si a su Ateza no
le parece mal, me encargare personalmente también de que ellos no tengan ningún
problema tampoco en acceder a “nuestra” boda o a cualquier otro lugar fuera de
los límites de la suya.
·
Incluso si ambos
lo deseáis, Kilara y yo podríamos acompañaros al otro salón a felicitar a la
pareja en vez de hacer que ellos pasen a vuestra boda a felicitaros… como
prefiráis hacerlo –sonrió Jhored.
·
Eso sería genial,
me gustaría poder felicitarlos en su propia ceremonia, se lo merecen –se emocionó
Thelma.
·
Pues dalo por
hecho…
·
Gracias… -se secó
las lágrimas Thelma.
·
Más cosas, ahora
vamos con nuestra boda –Jhored tendió la mano a Kilara-, tenemos aquí vuestras
invitaciones. A vosotros solo os queda únicamente conseguir tiempo en vuestras
agendas para poder asistir, todo lo demás, incluido ropa, transporte, alojamiento,
etc., va por nuestra cuenta, por supuesto también se incluye en ello un paseo
turístico guiado por el Palacio Imperial y la Capital. ¿Os parece bien la idea?
–sonrieron Jhored y Kilara.
La verdad es que
en los rostros de la pareja pudo leerse perfectamente la emoción que todo esto
estaba suponiendo para ellos. Tanto Jhored, como Selena sabían perfectamente
que esa última parte de la invitación, entregada de un modo tan “precipitado”
en ese instante, era únicamente una maniobra de distracción para que no se
pusiesen a analizar despacio lo que realmente iba a suponerles la asistencia a
su boda del Príncipe Heredero al Trono Imperial y su Prometida, incluido el que
fuese tan solo dos días después de su anuncio. Ambos sabían que antes o después
los novios se darían cuenta que por la presencia de su Alteza y su prometido habría
guardias armados en su ceremonia.
Ambos suponían
también que a la larga y tras pensarlo detenidamente ni a Thelma, ni a Doker
les iba a hacer mucha gracia descubrir el despliegue de los Marines de Asalto en
su boda cuando el plan de seguridad les fuese presentado. Sin embargo dudaban
de que pensasen hasta que fuese muy tarde en los medios de comunicación y como
caerían sobre ellos tras la boda. Otra de las cosas que su Alteza y Selena también
pensaban omitir cuidadosamente hasta el último instante y únicamente dirían si
era estrictamente necesario por culpa de una pregunta directa, era mencionar la
presencia durante todo el proceso de la ceremonia y el posterior banquete, de
miembros uniformados del SISI, de la temida Guadaña, paseándose entre los
invitados. Diez de ellos estarían presentes de uniforme como escoltas, mientras
que los dos restantes del grupo se encargarían de permanecer en la residencia
que ahora mismo ocupaban como encargados de la seguridad de la misma y de
organizar los posibles refuerzos o de tomar otras medidas si había problemas.
CONTINUARA
En serio, esto no es vida: me estoy mordiendo las uñas a la espera de un nuevo capítulo y, cuando aparece, me quedo, otra vez, mordiéndome las uñas esperando un nuevo capítulo. Es la pescadilla que se muerde la cola.
ResponderEliminarGracias, una vez mas, por tus series.
Querido Xan, creo que va a ser tu día de suerte, porque esto preparando el cuarto capítulo para subirlo, espero que me de tiempo hoy mismo.
ResponderEliminarComo dijo xan , mordiendome las uñas .
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