lunes, 23 de agosto de 2021

                            Confederación Imperial Galáctica


Libro - 15

El Embajador


3











Fecha estelar - 5342

Brazo de la Galaxia

Sistema Estelar CHIN

Orbitando Chin

Superacorazado Colossus

 

Al Almirante Tagard, el Vicealmirante Alkard y la Coronel Sigrid estaban reunidos en el Superacorazado Colossus, en el despacho del primero, a la espera de la llegada del Embajador enviado por el gobierno. La nave que los transportaba, el Crucero Ligero de la Clase Experimental B-52 acababa de entrar al sistema y se dirigía hacia la posición del Colossus escoltado por los dos Destructores de la Flota que acudieron a su encuentro para identificarlo. Ninguno sabía quién era el embajador, las ordenes que se recibieron de su Alteza, solo indicaban la llegada estimada del Crucero con este a bordo, e instrucciones de que tratasen de ayudarlo en todo lo posible. Tagard desde luego no le arrendaba la ganancia, ya que iba a debutar con problemas bastante serios, solo dos días antes, la Flota había vuelto a entrar en combate con Naves Ukur-Uruk.


Las torpederas desplegadas en los sistemas cercanos, informaron de la presencia de una Flota de lo que parecían ser naves de diseño de los Ukur-Uruk. Estimaron una composición de una veintena de naves de carga protegidas por unas cuarenta naves de guerra de tamaño algo inferior al de un Destructor. En previsión de algo similar, la Genius, la Nave de Apoyo de la Flota, había reparado un tanto precariamente dos de las naves CHIN que fueron seriamente dañadas, integrándolas un rudimentario sistema automatizado, lo justo para que les permitiese ejecutar ordenes simples. Cuando se recibió la presencia de la flota en dirección al sistema, ambas naves fueron enviadas para interceptarla. Aunque aparentemente las dos iban armadas, en realidad su capacidad de combate era nula, incluso su maniobrabilidad daba asco, de hecho, se podía decir que su casco se sujetaba con pinzas de lo dañadas que estaban. Pero fue más que suficiente para lo que se pretendía con ellas, que era ver la reacción de la flota al ser interceptada tratando de ser identificadas. En cuanto las dos naves entraron en rango de disparo, las naves de Guerra Ukur-Uruk de la escolta las destruyeron.

Una vez verificadas sus intenciones, realmente no tuvieron la menor oportunidad, cuando se acercaron lo suficiente al Planeta Chin, la Flota del Almirante Tagard, que había permanecido escondida al otro lado del Planeta y en la cara oculta de las dos lunas del mismo, cayó sobre la flota devastándola. No dieron el menor cuartel, todas las naves de guerra de la flota saltaron por los aires al recibir las andanadas de los Acorazados y Cruceros de Batalla de la Flota, no hubo supervivientes. Por el contrario, los cargueros, según los planes, serian tomados por unidades de Asalto de la Flota desde los Cruceros Pesados. Seis de los Veinte fueron capturados, los catorce restantes se trataron de inmolar acelerando para embestir con su mase a los Acorazados, por lo que estos no tuvieron otra opción que destruirlos. De Cinco de ellos no se consiguió extraer prácticamente nada útil, ya que sus tripulaciones antes de sucumbir destruyeron todo lo que podría haber sido útil, sin embargo, del sexto sí. Gracias a un par de afortunados disparos del Crucero que lo Asaltó, y que provocaron una descompresión masiva en las zonas habitables de la tripulación, matando a casi todos, sus bancos de datos fueron recuperados intactos.

Al llegar, el Crucero Ligero B-52 fue acompañado hasta una de las dársenas de trabajo de la Genius para que le realizasen una rápida inspección de seguridad tras su viaje. Desde allí partió la lanzadera que transportaba al Embajador al Colossus, en cuyo hangar ya esperaban el Almirante Tagard, el Vicealmirante Alkard y la Coronel Sigrid para recibirlo. Al entrar al sistema el Crucero mando un mensaje codificado de alta prioridad para el Almirante Tagard, informándole de que en sus bodegas transportaban material de importancia para la flota. Entre la gran cantidad de material que abarrotaba incluso parte del Hangar del Crucero, destacaban seis contenedores fuertemente Blindados que debían de ser entregados en los arsenales de la Genius mientras realizaban la inspección de control de los hipersensibles sistemas de la nave tras su viaje. El Almirante supo de inmediato que portaban esos seis contenedores, cada uno protegía un Misil de Antimateria destinado a la nave del Almirante Stratos. Para Tagard esto implicaba que su Alteza esperaba que este usase en algún momento de su misión, los seis que actualmente descansaban en lo más profundo de las entrañas de la UEP Estrella Oscura.

La recepción del Embajador en el Hangar de proa del Colossus fue bastante graciosa, especialmente por el modo en que se abrieron los ojos del Almirante Tagard, el Vicealmirante Alkard y la Coronel Sigrid al ver quien descendía de la Lanzadera procedente del Crucero B-52. Se trataba de Lady Dalemar, una hembra *Myrrsh, una raza de felinos con ciertas particularidades un tanto especiales, por no decir que incongruentes. Sin embargo, la sorpresa de la llegada de Lady Dalemar como Embajadora, no fue por ser una Myrrsh, sino porque se trataba de la mayor detractora de su Alteza el Príncipe Jhored en toda la Confederación Imperial. Cuando la embajadora se dio cuenta de las caras que ponían los tres, no pudo evitar soltar una especie de ronroneo gutural, que era el equivalente a una carcajada humana. Tras los saludos solicito reunirse con los tres junto a sus dos ayudantes, para ser informada de la situación. De la lanzadera bajaron la embajadora, dos ayudantes, y cinco miembros de las fuerzas especiales Valkirr en funciones de escolta, las cuales se presentaron de inmediato a la coronel Sigrid, entregándole un paquete de órdenes. Por cierto, que las cinco se lo pasaron tan bien con los entrenamientos a los que les sometió la general Samantha cuando llegaron a Mar-Shagan, que fue un auténtico alivio poder partir para su misión, incluso llegaron a echar de menos el infierno por el que las hizo pasar Selena en el Represor.

En la sala de reuniones, junto con el Almirante Tagard, el Vicealmirante Alkard y la Coronel Sigrid, se reunieron la Embajadora Dalemar con sus dos ayudantes, Tag Zolar y Nueren Rueem, dos humanos, mientras las Valkirr esperaba de guardia en la parte exterior de la sala. La embajadora fue la primera en hablar…

-        Cuando se recuperen de la sorpresa de mi presencia aquí, quizá podrían ponerme al día de los últimos acontecimientos que hayan tenido lugar… -se rio con un leve mayido-.

-        Perdón por nuestra poca profesionalidad excelencia, pero no nos esperábamos que como embajador le enviasen a usted, ha sido una sorpresa -replico Tagard-.

-        Bueno, en eso no les puedo culpar, yo aun no me explico cómo su Alteza fue capaz de acorralarme sin que me diese cuenta para que aceptase este… ehh…

-        ¿Muerto? -intervino Sigrid con una sonrisa-.

-        Eh, si coronel, si, posiblemente "muerto" es lo que mejor se adapta… Creo que fueron unos veinte noes, un pensado alegato a no ser la adecuada… y aquí me tienen… sin saber realmente como… -su expresión parecía de perplejidad-.

-        Créanos que la comprendemos, es difícil llevarle la contraria a su Alteza y evitar aceptar lo que quiere, salvo que se salga corriendo después del primer "no". De todos modos, si me permite sincerarme, realmente si nos ha sorprendido no es porque no la creamos capacitada, sino por su posición política en contra de su Alteza… -replicó el Vicealmirante Alkard-.

-        Alto, un momento, que quede claro que yo no estoy en contra de su Alteza, de hecho, si alguien me garantizase que durante los próximos mil años el seria quien nos dirigiese, tendría mi apoyo más absoluto en todo lo que pretendiese. A lo que yo me opongo es al sistema actual y a quien pudiese llegar tras su Alteza con su poder actual. Aunque debo de matizar, que por lo que he podido observar sobre sus hijos, posiblemente con ellos también tendremos una excelente sucesión digna de su padre… -dijo la embajadora-.

-        ¿Y cree que sus planteamientos de tener éxito serían capaces de "controlar" a su Alteza? -preguntó irónico el Almirante Tagard-.

-        Ni de broma, pretendo crearlos para sus posteriores sucesores. Soy más que consciente de que para frenar a su Alteza a base de normas haría falta un milagro, para él solo supondrían una "mayor diversión"… -se rio la embajadora-. Pero bueno, pasemos a lo que nos ha traído aquí. Por cierto, según he visto desde la nave en que llegué, deduzco que han tenido problemas recientemente… ¿no?

-        Si, el sistema fue nuevamente atacado, aunque la composición de las naves no supuso un problema. Según los datos obtenidos de un carguero capturado, se trataba de un grupo de transporte que enviaron los Uruk-Ukur para llenarlo de esclavos con destino a sus centros de comercio…

-        ¿Nuestras bajas? -inquirió la embajadora-.

-        Ninguna, sus naves de escolta tenían una capacidad de fuego muy limitada. Incluso nuestros Destructores habrían terminado con ellos sin grandes daños… -replicó el Almirante-.

-        No obstante, decidimos que el ataque lo llevasen a cabo nuestros Acorazados y Cruceros de Batalla. Realmente no tuvieron la menor oportunidad -remachó el Vicealmirante-.

-        Bien, supongo que en un par de días podremos arreglar un encuentro con algún representante de los Chin.

-        Incluso mañana mismo si lo desea, estaban impacientes por su llegada… y no les culpo, su situación es francamente mala, incluso me atrevería a decir que critica. Lo único que se interpone entre ellos y su destrucción es esta flota… y son muy conscientes de ello -dijo el Almirante-.

-        Pues poco podremos hacer, una alianza no es una opción, y no podemos destacar de modo permanente una Flota tan lejos de nuestras fronteras… -replicó la embajadora- creo que me mandaron aquí para dar las malas noticias… y no me gusta.

-        ¿Qué instrucciones recibió de su Alteza? -inquirió el Almirante mientras se miraba perplejo con Sigrid y Alkard-.

-        Muy pocas, me puso al día sobre las distintas especies que han encontrado, su comportamiento, y especialmente, el hecho de que destacar naves nuestras tan lejos no es viable, ni económicamente, ni logísticamente. Bueno, y me dio un informe codificado para que se lo entregase al Almirante Stratos o a usted, al que primero me encontrase, para que lo "ojeasen" mientras me terminaban de poner al día -replicó, tendiendo una ficha de datos al Almirante-.

-        Deduzco que su Alteza se olvidó de mencionarle, que los Chin son descendientes de la Tierra. Sus antepasados escaparon de la destrucción del planeta por los Orent y llegaron aquí -dijo Sigrid-.

-        Es una broma, ¿verdad? -replicó la embajadora mientras sus dos ayudantes se medió incorporaron sobresaltados-.

-        Para nada, se ha verificado mediante análisis genéticos… los Chin son descendientes de los Terrestres, según los datos, de lo que se conocía como pueblos asiáticos… Por lo que pienso que no es probable que su Alteza la mandase para dar malas noticias…

-        Bien, ahora mismo estoy de acuerdo con usted, ese dato cambia absolutamente todo el panorama, si son descendientes o ancestros de alguno de los pueblos de la Confederación, el abandonarles ya no es una opción válida. Pero, de todos modos, seguimos con el mismo problema, sigue sin ser viable mantener una flota aquí estacionada de modo permanente… Es un problema muy serio y tras esta noticia está claro que algo hay que hacer al respecto, sin olvidarme de, como dicen los humanos, las ganas de sacudir un poco el polvo a su Alteza por su "olvido"… ¿alguien tiene alguna idea? -preguntó la embajadora mirando a los demás-.

-        Yo desde luego no, pero parece que su Alteza sí que tenía algo en mente cuando la mandó aquí para ese problema concreto con este informe… creo que no la dijo nada para divertirse un poco… -sonrió sarcástico Tagard mientras miraba la ficha de datos en su terminal-.

-        ¿Qué quiere decir? -se interesó Lady Dalemar comenzando a enfadarse-.

-        Su Alteza, como responsables de los Depósitos de la Flota y responsables de Mar-Shagan, nos informa "amablemente" al Almirante Stratos y a mí, que por orden suya se está procediendo a reemplazar nuestros dos astilleros antiguos de preguerra que aún estaban en servicio para el desguace de naves, tras lo cual sus elementos esenciales serán almacenados en un Carguero Pesado en la sección PRG 87 del Deposito… -replicó irónico-.

-        Pero que cabrón… -dijo riéndose Sigrid-.

-        No entiendo… -replicó la embajadora sorprendida-.

-        La sección PRG 87 de Mar-Shagan, entre otras cosas, almacena una docena de naves de Preguerra de la Flota, las únicas para las que esos dos astilleros desmontados serian útiles. Los marines de Mar-Shagan han hecho muchas prácticas en esas naves -replicó Sigrid-, y le aseguro que de ser necesario podrían ponerse operativas en pocos días.

-        Esas naves son un estorbo en los depósitos, no sirven para nada que no sea entrenar a los Marines del Depósito, o reconvertirlas en algo como las naves hospital, lo cual durante la guerra tuvo su sentido, pero ahora mismo, ya no. Si la base de datos general que ha enviado su Alteza no miente, en el conjunto de los Depósitos, junto con dos antiguos escudos planetarios obsoletos de clase 3, existen un total de 61 de estas naves, aunque por lo que estoy viendo, al menos cuatro o cinco de ellas dudo que sean "activables" -explicó el Almirante-.

-        ¿Me está usted tratando de decir que su Alteza no solo no me ha dicho nada de este lio de la procedencia de los Chin, sino que además pretende…? -se atragantó con una especie de rugido mientras las garras aparecían completamente extendidas en sus manos, lo que en un Myrrsh equivalía casi al previo de un ataque letal debido a su monumental enfado-.

-        Digamos excelencia, que su Alteza acaba de poner en sus manos, los medios para garantizar la seguridad de los Chin por sus propios medios a corto plazo. Esos dos Astilleros que se están reemplazando para nosotros no tienen valor ni como repuestos. En caso de daños serios en cualquier nave de la Flota en servicio actualmente, no nos servirían para nada o para francamente poco más allá del uso que se le daba, que es desmantelar naves dadas de baja. Sin embargo, si serían capaces de reparar e incluso construir cualquiera de los diferentes modelos de naves de Preguerra que están en los depósitos -replicó Tagard-.

-        Entiendo, se podría negociar la entrega de los dos astilleros y las naves… Pero son preguerra, completamente obsoletas… -dijo Tag Zolar, interviniendo por primera vez mientras su superior trataba de calmar su furia-.

-        Para nosotros sí, pero no para ellos. De acuerdo a lo que hemos visto hasta el momento, esas naves serian lo más avanzado de todo este cuadrante del Brazo y perfectamente adaptables a su nivel tecnológico sin grandes problemas, al cual además se verá notablemente mejorado por ello… Además, no olvidemos que también hay la posibilidad de transferirles dos Escudos Planetarios de clase 3 que tan poco sutilmente ha referido su Alteza. Eso les garantizaría la seguridad de su mundo y el de una colonia, lo que les permitiría comenzar a expandirse con cierta tranquilidad -replicó el Vicealmirante-.

-        Si, nuestros Acorazados tardarían apenas un par de horas o tres en hacerlos pedazos, pero para el nivel tecnológico que hemos visto, esos escudos de clase 3 aguantarían perfectamente días antes de colapsar… Eso le daría un amplio margen de maniobrabilidad a las naves que les transfiriésemos para poder moverse a placer sin temor a dejar su mundo desguarnecido… -asintió el Almirante Tagard-.

-        Además, el número de naves tampoco es tan amplio como para permitirles veleidades expansionistas de cierta importancia, y con dos Astilleros, tardaran lo bastante en crear una flota como para poder pensar en algo semejante -replicó el Vicealmirante-.

-        Pero si supondrían una fuerza defensiva muy a tener en cuenta para cualquiera que pretenda darles problemas, no solo es que tendrían que eliminarla, sino que se enfrentarían a más que posibles represalias por su parte si no lo lograban… Y para eso sí que tendrían suficientes naves… -dijo el Vicealmirante Alkard-.

-        ¿De qué tipos de naves estaríamos hablando? -inquirió la embajadora-.

-        Algunos Acorazados, Cruceros de Batalla y Cruceros Ligeros, pero principalmente, Cruceros Pesados y Destructores. Un conjunto que les daría un equilibrio entre potencia y movilidad…

-        ¿Qué número total se podría entregar y como de rápido si se decide hacerse…?

-        Realmente no lo sé, estimo que sobre 55 de los 61 totales con seguridad, los seis restantes son muy dudosos. Pero sobre el tiempo soy incapaz de decirle nada en este momento. Vera embajadora, son naves muy antiguas, y aunque se les han hecho todos los mantenimientos debidos, han pasado todo este tiempo en un estado que denominamos como "de sueño". Habría que "despertarlas" una por una para saberlo con certeza, pero posiblemente, por muy bien que estén, es probable que necesiten pasar brevemente por el Astillero para ajustes menores o alguna pequeña calibración en sus sistemas. Nada importante, pero habría que hacerlo si queremos que sean totalmente operativas…

-        Entiendo, me parece lógico… Aunque supongo que de esa parte a estas alturas ya se habrá ocupado su Alteza… -replicó sarcástica la embajadora-.

-        Eso puede darlo por seguro. De momento, por lo que veo en estos datos, el Crucero en el que ha llegado también ha traído un pequeño obsequio para los Chin, los emisores necesarios para instalar al menos uno de los escudos planetarios de clase 3 de que hablábamos -sonrió el Almirante Tagard-.

-        ¿Está seguro? Porque esto sería muy importante a la hora de negociar, nos ofrece la posibilidad de dejarles a los Chin muy claro que hablamos completamente en serio y más importante aún, que respaldamos lo que acordemos con ellos… -explicó la embajadora-.

-         Del todo, según la ficha de datos que me ha dado es lo que contiene gran parte del material que ha traído a la Genius, por eso el Crucero veía tan sobrecargado, incluyendo un transmisor de última generación, lo que, junto con el escudo, permitirá a esta flota poder moverse...

-        Entiendo, el escudo les dará la protección y el sistema de comunicaciones permitiría avisarle a usted en caso de ataque… Muy inteligente por parte de su Alteza… Y no le digo como me cabrean sus puñeteros jueguecitos… -replicó la embajadora con un ronroneo que sonaba a enfado-.

-        Si, créame si le digo que todos la entendemos en eso -se rio Sigrid-, se lo he visto hacer unas cuantas veces y si, se suelen enfadar mucho por eso, sí. Aunque reconozco que cuando estas alrededor de su Alteza, eso te sirve para estar cien veces mas alerta de lo normal.

-        Con todo esto voy a dar por sentado, que en unos días también recibiremos los datos exactos al respecto de esas naves de los Depósitos. De todos modos, aún tenemos que contactar con su Alteza, esperábamos a su llegada antes de enviar un nuevo misil de Frecuencia con las últimas novedades. Incluiremos en estas una petición de "datos" precisos al respecto… -sonrió Tagard volviendo a la cuestión-.

-        Pero aún existe un problema logístico con ello… Sobre el papel todo esto está muy bien, las naves de Preguerra, la entrega de los dos Astilleros o el escudo restante, pero ¿cómo se trae todo hasta aquí, porque en el crucero B-52 está claro que no entra? – replicó Nueren Rueem-.

-        Si, podría ser un problema dada la enorme distancia hasta nuestro territorio… Una tripulación reducida sería viable, pero si se encuentran con problemas, esas naves no están diseñadas como para que actúen de forma eficaz en modo automático como las más modernas con que contamos, necesitarían tripulaciones completas -asintió Tagard-. Las dos opciones más sensatas serian que viniesen fuertemente escoltadas, o con una tripulación que después habría que devolver a sus puestos de origen, lo que implicaría un segundo problema…

-        Eso, o que nosotros enviemos naves para escoltarlas hasta aquí con tripulantes extras Chin para el regreso, lo que también nos podría permitir llevarle para que se fuesen familiarizando de paso con ellas… -dijo pensativo el Vicealmirante-.

-        Pero el problema es que eso supondría debilitar esta flota, lo que no creo que sea algo que su Alteza quiera en modo alguno o que nos convenga tal y como se están desarrollando las cosas por aquí… Si, el problema es interesante… -dijo el Almirante Tagard-.

-        De todos modos, eso es cuestión de su Alteza, estoy razonablemente segura de que también ha pensado en algo. Mientras tanto, voy a hacer aquello para lo que ahora tengo muy claro que su alteza me quería a mi aquí… para encargarme de esto… -respondió la embajadora-.

-        ¿Y qué es lo que tiene que hacer excelencia? -preguntó curiosa Sigrid-.

-        Muy simple, que los Chin se trabajen duro nuestra ayuda… pese a que su Alteza ya tiene pensado concedérsela de todas formas… -replicó todo lo sarcástica que puede ser una Myrrsh enfadada-.

-        Entiendo, pensándolo detenidamente, como su Alteza, también creo que, para esta situación, tiene dos factores importantes a su favor excelencia… -sonrió Tagard-.

-        Si, muchísima paciencia, y posiblemente por lo que me están contando, no ser humana… -se rio la embajadora-. Algún dato más que crean importante, aunque no esté confirmado… -continuó-.

-        Bueno, quizá… es posible que la forma de gobierno Chin sea algún tipo de matriarcado… -replico Sigrid-, pero es más una intuición que algo objetivo.

-        ¿Por algún motivo?

-        Soy Valkirr, nuestro modo de gobierno es un matriarcado, y la sensación que he tenido con los Chin con los que hemos interactuado, pese a ser solo hombres, era muy similar… Pero como digo, es… una corazonada… No tengo nada objetivo que lo apoye…

-        Muy bien, de todos modos, tomare en cuenta esa posibilidad… Prefiero ser cautelosa por demás que cometer un error que nos complique las cosas… -asintió la embajadora-.

-        Entonces entiendo que esto es todo por el momento, ¿no? -pregunto el Almirante-.

-        Si, en cuanto me reúna con los Chin, veremos qué situación real tenemos… ¿Cuánto tiempo puede mantener la Flota aquí Almirante? -indago la embajadora-.

-        Unos meses, de hecho, debo de quedarme en esa zona hasta que reciba noticias del Almirante Stratos… Eso no implica que no pudiese destacar algunas naves si fuese necesario… Pero el grueso nos quedaremos por aquí…

-        Bien… descansemos algo y prepáreme por favor una reunión con los Chin para mañana -explico la embajadora-.

-        ¿Esta sala sería aceptable para ello? -preguntó Tagard-.

-        No, prefiero que no sea en la flota, a ser posible intente que la reunión sea en su planeta… -dijo la embajadora pensativa-.

-        Así se hará… -afirmo el Almirante mientras todos se levantaban-.

La embajadora pretendía acudir a terreno de los Chin, hasta ese momento todas las reuniones habían tenido lugar en la Flota. Con ello pretendía dar un cambio en la percepción de estos sobre las posibles negociaciones tras su llegada, intentaba que se formase entre la población Chin la idea de que su gobierno podía jugar más cartas de las que realmente poseían. En cierto modo lo hizo por un comentario de su Alteza cuando le estuvo explicando lo que esperaba de ella, nada de alianzas, nada de promesas imposibles, pero debía de tratar dejar tras de sí acuerdos positivos de amistad con los Chin sin dañar la imagen de su gobierno, lo que en aquel momento no le pareció una expectativa muy sensata. Algo con lo que ahora tras ponerse de verdad al día, estaba completamente de acuerdo con su Alteza, ya que no en vano eran una parte perdida de uno de los pueblos que formaban la Confederación Imperial.

La forma en que su Alteza se estuvo expresando cuando habló con ella, por algún motivo que no terminaba de comprender, le pareció que este diferenciaba entre la negociación sobre la situación militar y la política que había que tratar de llevar con los Chin. También fue consciente, que la inclusión en el Crucero B-52 de lo necesario para montar un Escudo de Clase 3 en su planeta madre junto con un transmisor avanzado, le daba en esos momentos una importantísima carta que jugar con los Chin, tanto con su gobierno, con su estamento militar o con la misma población civil, al garantizarles de forma prácticamente inmediata una cierta seguridad adicional aunque la flota del Almirante Tagard tuviese que partir en algún momento por necesidades puntuales… Y esto podría ser algo decisivo para ganarse su confianza.

Durante la primera semana, y principalmente gracias al "regalo" del escudo planetario de Clase 3 para su mundo, los Chin estuvieron de lo más receptivos a cualquier tipo de apreciación por parte de la Embajadora, la cual, por cierto, resulto en un auténtico shock cuando se presentó como tal, ya que no esperaban que fuese de otra especie diferente a la humana, pese a haber podido observar una importante variedad de ellas entre el personal de la Flota. Otra sorpresa, resulto el hecho de que fuese una hembra y el hecho de que sus guardianas también fueran hembras, y aunque humanas, la altura o la propia envergadura de las Guerreras Valkirr era digno de mención. Efectivamente, tal y como sospecho Sigrid, los Chin se regían en un matriarcado, aunque si un tanto peculiar. Formaban un Reino bajo el gobierno directo de una Emperatriz, pero, sin embargo, todos los miembros del gabinete de gobierno de la misma debían de ser hombres, más concretamente, eunucos criados y entrenados específicamente desde su infancia para desempeñar dichos puestos.

El principal problema que observó a los pocos días la embajadora que tenían los Chin con ella, es que no eran capaces de interpretar sus expresiones o reacciones corporales durante las conversaciones como si lo hacían con por ejemplo el Almirante Tagard. Por el contrario, ella hasta cierto punto, si estaba acostumbrada a tratar con humanos, lo que le concedía cierta ventaja, y no, ni por un solo instante dudo que eso era algo con lo que de algún modo ya contaba de antemano su Alteza cuando la embarco en este lio. De lo que no tenía ni idea, era de como demontres podía haber llegado a esta conclusión desde donde estaba sin haber visto o conocido nunca a ningún Chin, pero estaba claro que una vez más, por improbable que le hubiese podido parecer de haberlo sabido antes de viajar hasta allí, su Alteza había vuelto a acertar. Este era un motivo más para tener muy en cuenta las "veladas insinuaciones" que recibió de su Alteza antes de partir sobre los Chin.

La Embajadora aprovechó el regalo del escudo, para diferenciar de forma marcada la negociación política de la militar, ya que remitió al estado mayor Chin a tratar directamente con el Almirante sobre dicho asunto tal y como le sugirió su Alteza. Dejo claro que ella sería la encargada de negociar cualquier tipo de aspecto, pero que, en el ámbito militar, una vez llegado a un acuerdo, debían de ponerse de acuerdo con el Almirante, pues era quien tenía los conocimientos necesarios sobre dicho ámbito. De hecho, esta aparente división de funciones, pareció agradar sobremanera a los Chin, pues daba a entender que el poder político establecía generalidades, para después pasar con los detalles a la parte experta de su "equipo", algo que según observo la embajadora era más o menos como funcionaban los Chin. La embajadora observo, que, si bien en todas las reuniones estuvieron presentes la Emperatriz y el presidente de su Gobierno, en cada tema específico, ambos procuraban derivar siempre la conversación en la dirección de alguien en concreto que parecía tener unos especiales conocimientos sobre el tema en cuestión. La embajadora una vez más, no podía dejar de pensar en cómo puñetas podía haber supuesto su Alteza todo esto desde la Capital de la Confederación Imperial.

El trato sobre el escudo resultó un poco peliagudo cuando se les explicó detalladamente a los Chin cómo funcionaba. En la cultura Chin, la máxima era la eficiencia, surgió un problema con la planificación que acordaron para la construcción de los edificios necesarios para el Escudo. El Almirante pidió la creación de siete emplazamientos para los emisores, y tres para las plantas de energía que abastecerían al escudo. El problema surgió cuando los ingenieros Chin se dieron cuenta de que el Escudo estaba diseñado para usarse con cinco emisores y dos plantas energéticas únicamente, sobrando dos de los enclaves solicitados para los emisores, y uno de los de las plantas. Le llevo un tiempo explicarse al Almirante, y al final por sugerencia de la embajadora, recurrió a los ingenieros de la Genius para que tratasen directamente con los ingenieros de los Chin ante el mando militar, que escuchaba atentamente.

La explicación de los ingenieros fue simplemente práctica, el escudo necesitaba cinco emisores, pero estos debían de someterse a revisiones periódicas de mantenimiento, por lo que el emisor en dicho periodo quedaría inhabilitado, y sin uno solo de ellos, el escudo no funcionaria. Igual ocurría con las plantas energéticas, requería de dos por necesidad, pero también necesitaban un periodo de mantenimiento. Si bien con las plantas, la tercera se construía como precaución, puesto que en caso de fallo siempre se podría acudir a la red planetaria sin mayor problema que el desabastecimiento que crearía el consumo del escudo, algo que era preferible evitar, pues podría afectar a producción esencial en momentos de emergencia planetaria, algo que podría llegar a ser un problema serio en el momento "inadecuado".

Pero otro asunto eran los emisores, los ingenieros explicaron que el sexto era vital, pues cada revisión de un emisor implicaba de veinte a treinta días en los que estaría inutilizado dejando fuera de servicio el escudo, algo que debía de evitarse a toda costa. Recalcaron el hecho de que eran cinco los emisores, siete si se ajustaban a los requerimientos especificados, necesitando todos ellos la revisión antes o después, lo que implicaba un tiempo muy extenso en ello. Luego, explicaron que el séptimo emisor se construía en previsión, poco probable si se quería, aunque nunca descartable del todo, de alguna posible avería mientras alguno de los otros emisores estaba en mantenimiento, lo que nuevamente podría dejar el escudo inoperativo en un momento problemático. Tras las explicaciones por parte de los ingenieros, el Almirante Tagard termino diciendo, que ciertamente esto evidentemente era caro económicamente, y que obviamente se podía ver como un uso ineficaz de los recursos, pero que, por experiencia propia de la Confederación, correr el riesgo de no tener el escudo disponible en caso de necesidad, era algo que debía de considerarse como inasumible del todo.

Tagard explicó que el escudo no suponía la invulnerabilidad, pero sí que concedía estar completamente a salvo el tiempo necesario para que el planeta recibiese la ayuda de su propia flota si esta se encontraba en algún otro lugar. Tagard finalmente y para terminar, indico a los Chin, que no creía necesario tener que explicarle a nadie de los presentes la diferencia entre lo que le pasa a un planeta que tiene un escudo que impide que le puedan bombardear al menos durante un largo periodo de tiempo, y uno que no goza de dicha protección. Tras lo dicho por el Almirante, todos miraron por inercia hacia los enormes "ventanales" de la sala, a través de los que se podía ver una gran cantidad de medios retirando los escombros formados por las destrozadas naves de Guerra Chin y Ukur-Uruk en la zona orbital del planeta. Todos los presentes sabían que también se estaba trabajando duramente en reparar toda la destrucción que los bombardeos habían llevado sobre la superficie al no tener un escudo cuando los Ukur-Uruk atacaron Chin, lo que para ellos suponía un perfecto ejemplo de la validez de lo explicado por Tagard y los ingenieros.

Tras la reunión, se tomó la decisión por parte de los Chin de la construcción lo más rápidamente posible de los siete emisores y tres plantas geotérmicas de energía para el escudo para tenerlo operativo cuanto antes. Tras esto, la embajadora dejo clara la imposibilidad en estos momentos por parte de la Confederación Imperial, tanto de una alianza plena, como del despliegue permanente de naves de guerra en su sistema, dada la distancia del mundo Chin hasta las fronteras propias. Antes de que nadie pudiese reclamar por ello, la embajadora, declaro que, no obstante, había recibido instrucciones de su gobierno para paliar esta situación. Argullo que en base a que eran hermanos perdidos de una parte de los pueblos que conformaban la Confederación, no pensaban abandonarlos, por ello debía de hablarse de la posibilidad de transferirles algunas naves de guerra de sus depósitos de reservas de la Flota para que tuviesen una buena defensa. También indicó, que, si bien eran naves antiguas con respecto a las que ellos habían podido ver, sí que eran muchísimo más avanzadas que cualquier cosa que tuviesen sus vecinos. Indicando, además, de la posible entrega de un segundo equipo de escudo por si en algún momento decidían establecer una colonia, dos astilleros capaces de reparar o construir nuevas naves, también incluido por supuesto, el traspaso de la tecnología necesaria para poder hacerlo viable y que podría integrarse sin muchos problemas con la suya propia actual, que gracias a ello además avanzaría significativamente. También se aseguró, de que todo esto era sin esperar compensaciones a cambio, más allá de que recibiesen las Naves del Almirante Tagard en caso de necesitar ser reabastecidas, obviamente, pagando por los servicios.

Evidentemente y pese a la petición sobre la Flota, algo que según los Chin ni siquiera debería de haber sido planteado, tanta dadiva gratuita levantó ciertas suspicacias, por ello solicitaron una cierta explicación sobre ello a la embajadora. Los Chin procedían de la tierra, y aunque perdieron mucho al llegar debido a que tuvieron que canibalizar todo para sobrevivir, aun conservaban buena parte de sus archivos, aunque pocos históricos. Pero entre estos, había alguno que identificaban los distintos tipos de sistemas de gobierno existentes, y el que parecía referenciar la Embajadora lo catalogaron como "electoralista", y según sus textos antiguos, era un sistema en el que nadie daba nada por nada. La contestación de la embajadora los dejo en completa confusión mental, cuando esta les explicó, que todo esto era ofrecido en realidad por el Príncipe Heredero del Trono Imperial de la Confederación, así como un poco por encima el modo de gobierno existente. Fue un auténtico shock político para los Chin, ya que no podían comprender como podía coexistir un sistema Imperialista totalitario con uno electoralista a la vez y en armonía sin que chocasen continuamente, terminando por destruirse a sí mismos al ser diametralmente opuestos…

Esto a su vez trajo una petición no prevista por la embajadora y que en un principio encontró de la máxima complicación posible, aunque más tarde ante la rapidez de los acontecimientos cuando pidió instrucciones, dudaría seriamente si alguien que últimamente la cabreaba mucho pese a no estar presente, no lo había previsto también incluso ya antes de mandarla hasta allí. Era pensar la embajadora en su Alteza y automáticamente comenzar a asomar las garras en sus manos…

La Emperatriz Chin, "repentinamente" y sin que incluso su propio gobierno lo supiese, decidió que ella también debía de enviar a su propio representante para agradecer la intervención del Trono Imperial, y en especial al Príncipe Jhored, en la ayuda que los Chin estaban recibiendo de la Confederación Imperial y conocer más de tan peculiar sistema de gobierno. Por ello le solicito a la embajadora que, por favor, mirase el modo de conseguir tal cosa, creando un enorme revuelo en su corte con ello ya que obviamente debían de tener listo a alguien para cuando la Embajadora diese el visto bueno al enviado…

 

 

Continuara

 

 

*Myrrsh - Los Myrrsh son una raza eminentemente incongruente en su sociedad y comportamiento. Son acérrimos pacifistas, pese a que curiosamente se trata de una raza de Guerreros altamente jerarquizados en Clanes. Gustan sobretodo del arte, la cultura, la investigación y el comercio, disgustándoles profundamente los conflictos, aunque eso no quiere decir que no sean guerreros extremadamente peligrosos. Mas, bien al contrario, nadie en su sano juicio querría tener enfrente a un Myrrsh enfadado porque son letales y no piensan mucho cuando llega el momento, tienen tendencia a no hacer heridos. Sus tres sistemas estelares están situados en el 1º Cuadrante, disponen de pocas fuerzas defensivas, aunque todas ellas podrían se clasificadas como de Elite, equivalentes sus fuerzas terrestres a los Cazadores de Hiperbórea, y las navales a las Unidades de Asalto de la Flota. A los veinte años, todos los Myrrsh tienen obligación de pasar dos años de servicio militar inexcusablemente, después de eso, cada tres años, también deben de reincorporarse para instrucción durante otros cuatro meses de duro entrenamiento hasta que cumplen los 70 años. Solo en casos muy excepcionales se salvan de esto último. Un planeta Myrrsh, para defenderse, puede poner en orden de batalla a la casi práctica totalidad de su población en menos de tres días y no dudarían ni un segundo en exterminar a quien se enfrenten…


3 comentarios:

  1. Interesante. Cautivante y adictivo.

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  2. - La Estrella Oscura y las UNEX dando vueltas por el brazo sin que sepamos donde están o que hacen exactamente.
    - Otros seis misiles de antimateria preparados para usar.
    - Llevar la flota preguerra a los Chin, aquí pienso que igual juegas con las puertas y los agujeros de gusano.
    - Un embajador Chin en la Corte del Rey Arturo ;-PPP, el pobre hombre flipara.
    y aún quedan dos capítulos de sorpresas.
    GRACIAS por hacernos participes de tu imaginación.

    Un saludo,
    VGG

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