Confederación Imperial Galáctica
El Embajador
Fecha estelar - 5342
Brazo de la Galaxia
Orbitando Chin
Superacorazado Colossus
Al Almirante Tagard, el Vicealmirante
Alkard y la Coronel Sigrid estaban reunidos en el Superacorazado Colossus, en
el despacho del primero, a la espera de la llegada del Embajador enviado por el
gobierno. La nave que los transportaba, el Crucero Ligero de la Clase
Experimental B-52 acababa de entrar al sistema y se dirigía hacia la posición
del Colossus escoltado por los dos Destructores de la Flota que acudieron a su
encuentro para identificarlo. Ninguno sabía quién era el embajador, las ordenes
que se recibieron de su Alteza, solo indicaban la llegada estimada del Crucero
con este a bordo, e instrucciones de que tratasen de ayudarlo en todo lo
posible. Tagard desde luego no le arrendaba la ganancia, ya que iba a debutar
con problemas bastante serios, solo dos días antes, la Flota había vuelto a
entrar en combate con Naves Ukur-Uruk.
Las torpederas desplegadas en los
sistemas cercanos, informaron de la presencia de una Flota de lo que parecían
ser naves de diseño de los Ukur-Uruk. Estimaron una composición de una veintena
de naves de carga protegidas por unas cuarenta naves de guerra de tamaño algo
inferior al de un Destructor. En previsión de algo similar, la Genius, la Nave
de Apoyo de la Flota, había reparado un tanto precariamente dos de las naves
CHIN que fueron seriamente dañadas, integrándolas un rudimentario sistema
automatizado, lo justo para que les permitiese ejecutar ordenes simples. Cuando
se recibió la presencia de la flota en dirección al sistema, ambas naves fueron
enviadas para interceptarla. Aunque aparentemente las dos iban armadas, en
realidad su capacidad de combate era nula, incluso su maniobrabilidad daba asco,
de hecho, se podía decir que su casco se sujetaba con pinzas de lo dañadas que
estaban. Pero fue más que suficiente para lo que se pretendía con ellas, que
era ver la reacción de la flota al ser interceptada tratando de ser
identificadas. En cuanto las dos naves entraron en rango de disparo, las naves
de Guerra Ukur-Uruk de la escolta las destruyeron.
Una vez verificadas sus intenciones,
realmente no tuvieron la menor oportunidad, cuando se acercaron lo suficiente
al Planeta Chin, la Flota del Almirante Tagard, que había permanecido escondida
al otro lado del Planeta y en la cara oculta de las dos lunas del mismo, cayó
sobre la flota devastándola. No dieron el menor cuartel, todas las naves de
guerra de la flota saltaron por los aires al recibir las andanadas de los
Acorazados y Cruceros de Batalla de la Flota, no hubo supervivientes. Por el
contrario, los cargueros, según los planes, serian tomados por unidades de
Asalto de la Flota desde los Cruceros Pesados. Seis de los Veinte fueron
capturados, los catorce restantes se trataron de inmolar acelerando para
embestir con su mase a los Acorazados, por lo que estos no tuvieron otra opción
que destruirlos. De Cinco de ellos no se consiguió extraer prácticamente nada
útil, ya que sus tripulaciones antes de sucumbir destruyeron todo lo que podría
haber sido útil, sin embargo, del sexto sí. Gracias a un par de afortunados
disparos del Crucero que lo Asaltó, y que provocaron una descompresión masiva
en las zonas habitables de la tripulación, matando a casi todos, sus bancos de
datos fueron recuperados intactos.
Al llegar, el Crucero Ligero B-52 fue
acompañado hasta una de las dársenas de trabajo de la Genius para que le
realizasen una rápida inspección de seguridad tras su viaje. Desde allí partió
la lanzadera que transportaba al Embajador al Colossus, en cuyo hangar ya
esperaban el Almirante Tagard, el Vicealmirante Alkard y la Coronel Sigrid para
recibirlo. Al entrar al sistema el Crucero mando un mensaje codificado de alta
prioridad para el Almirante Tagard, informándole de que en sus bodegas
transportaban material de importancia para la flota. Entre la gran cantidad de
material que abarrotaba incluso parte del Hangar del Crucero, destacaban seis
contenedores fuertemente Blindados que debían de ser entregados en los
arsenales de la Genius mientras realizaban la inspección de control de los
hipersensibles sistemas de la nave tras su viaje. El Almirante supo de
inmediato que portaban esos seis contenedores, cada uno protegía un Misil de
Antimateria destinado a la nave del Almirante Stratos. Para Tagard esto
implicaba que su Alteza esperaba que este usase en algún momento de su misión,
los seis que actualmente descansaban en lo más profundo de las entrañas de la
UEP Estrella Oscura.
La recepción del Embajador en el Hangar
de proa del Colossus fue bastante graciosa, especialmente por el modo en que se
abrieron los ojos del Almirante Tagard, el Vicealmirante Alkard y la Coronel
Sigrid al ver quien descendía de la Lanzadera procedente del Crucero B-52. Se
trataba de Lady Dalemar, una hembra *Myrrsh, una raza de felinos con ciertas
particularidades un tanto especiales, por no decir que incongruentes. Sin
embargo, la sorpresa de la llegada de Lady Dalemar como Embajadora, no fue por
ser una Myrrsh, sino porque se trataba de la mayor detractora de su Alteza el
Príncipe Jhored en toda la Confederación Imperial. Cuando la embajadora se dio
cuenta de las caras que ponían los tres, no pudo evitar soltar una especie de
ronroneo gutural, que era el equivalente a una carcajada humana. Tras los
saludos solicito reunirse con los tres junto a sus dos ayudantes, para ser
informada de la situación. De la lanzadera bajaron la embajadora, dos
ayudantes, y cinco miembros de las fuerzas especiales Valkirr en funciones de
escolta, las cuales se presentaron de inmediato a la coronel Sigrid, entregándole
un paquete de órdenes. Por cierto, que las cinco se lo pasaron tan bien con los
entrenamientos a los que les sometió la general Samantha cuando llegaron a Mar-Shagan, que
fue un auténtico alivio poder partir para su misión, incluso llegaron a echar
de menos el infierno por el que las hizo pasar Selena en el Represor.
En la sala de reuniones, junto con el
Almirante Tagard, el Vicealmirante Alkard y la Coronel Sigrid, se reunieron la
Embajadora Dalemar con sus dos ayudantes, Tag Zolar y Nueren Rueem, dos humanos,
mientras las Valkirr esperaba de guardia en la parte exterior de la sala. La
embajadora fue la primera en hablar…
-
Cuando se
recuperen de la sorpresa de mi presencia aquí, quizá podrían ponerme al día de
los últimos acontecimientos que hayan tenido lugar… -se rio con un leve
mayido-.
-
Perdón por
nuestra poca profesionalidad excelencia, pero no nos esperábamos que como
embajador le enviasen a usted, ha sido una sorpresa -replico Tagard-.
-
Bueno, en eso no
les puedo culpar, yo aun no me explico cómo su Alteza fue capaz de acorralarme
sin que me diese cuenta para que aceptase este… ehh…
-
¿Muerto?
-intervino Sigrid con una sonrisa-.
-
Eh, si coronel,
si, posiblemente "muerto" es lo que mejor se adapta… Creo que fueron
unos veinte noes, un pensado alegato a no ser la adecuada… y aquí me tienen…
sin saber realmente como… -su expresión parecía de perplejidad-.
-
Créanos que la
comprendemos, es difícil llevarle la contraria a su Alteza y evitar aceptar lo
que quiere, salvo que se salga corriendo después del primer "no". De
todos modos, si me permite sincerarme, realmente si nos ha sorprendido no es
porque no la creamos capacitada, sino por su posición política en contra de su
Alteza… -replicó el Vicealmirante Alkard-.
-
Alto, un momento,
que quede claro que yo no estoy en contra de su Alteza, de hecho, si alguien me
garantizase que durante los próximos mil años el seria quien nos dirigiese,
tendría mi apoyo más absoluto en todo lo que pretendiese. A lo que yo me opongo
es al sistema actual y a quien pudiese llegar tras su Alteza con su poder
actual. Aunque debo de matizar, que por lo que he podido observar sobre sus
hijos, posiblemente con ellos también tendremos una excelente sucesión digna de
su padre… -dijo la embajadora-.
-
¿Y cree que sus
planteamientos de tener éxito serían capaces de "controlar" a su
Alteza? -preguntó irónico el Almirante Tagard-.
-
Ni de broma,
pretendo crearlos para sus posteriores sucesores. Soy más que consciente de que
para frenar a su Alteza a base de normas haría falta un milagro, para él solo supondrían
una "mayor diversión"… -se rio la embajadora-. Pero bueno, pasemos a
lo que nos ha traído aquí. Por cierto, según he visto desde la nave en que
llegué, deduzco que han tenido problemas recientemente… ¿no?
-
Si, el sistema
fue nuevamente atacado, aunque la composición de las naves no supuso un
problema. Según los datos obtenidos de un carguero capturado, se trataba de un
grupo de transporte que enviaron los Uruk-Ukur para llenarlo de esclavos con
destino a sus centros de comercio…
-
¿Nuestras bajas?
-inquirió la embajadora-.
-
Ninguna, sus
naves de escolta tenían una capacidad de fuego muy limitada. Incluso nuestros
Destructores habrían terminado con ellos sin grandes daños… -replicó el
Almirante-.
-
No obstante,
decidimos que el ataque lo llevasen a cabo nuestros Acorazados y Cruceros de
Batalla. Realmente no tuvieron la menor oportunidad -remachó el Vicealmirante-.
-
Bien, supongo que
en un par de días podremos arreglar un encuentro con algún representante de los
Chin.
-
Incluso mañana mismo
si lo desea, estaban impacientes por su llegada… y no les culpo, su situación
es francamente mala, incluso me atrevería a decir que critica. Lo único que se
interpone entre ellos y su destrucción es esta flota… y son muy conscientes de
ello -dijo el Almirante-.
-
Pues poco
podremos hacer, una alianza no es una opción, y no podemos destacar de modo
permanente una Flota tan lejos de nuestras fronteras… -replicó la embajadora-
creo que me mandaron aquí para dar las malas noticias… y no me gusta.
-
¿Qué
instrucciones recibió de su Alteza? -inquirió el Almirante mientras se miraba
perplejo con Sigrid y Alkard-.
-
Muy pocas, me
puso al día sobre las distintas especies que han encontrado, su comportamiento,
y especialmente, el hecho de que destacar naves nuestras tan lejos no es viable,
ni económicamente, ni logísticamente. Bueno, y me dio un informe codificado
para que se lo entregase al Almirante Stratos o a usted, al que primero me
encontrase, para que lo "ojeasen" mientras me terminaban de poner al día
-replicó, tendiendo una ficha de datos al Almirante-.
-
Deduzco que su
Alteza se olvidó de mencionarle, que los Chin son descendientes de la Tierra. Sus
antepasados escaparon de la destrucción del planeta por los Orent y llegaron
aquí -dijo Sigrid-.
-
Es una broma,
¿verdad? -replicó la embajadora mientras sus dos ayudantes se medió
incorporaron sobresaltados-.
-
Para nada, se ha
verificado mediante análisis genéticos… los Chin son descendientes de los
Terrestres, según los datos, de lo que se conocía como pueblos asiáticos… Por
lo que pienso que no es probable que su Alteza la mandase para dar malas
noticias…
-
Bien, ahora mismo
estoy de acuerdo con usted, ese dato cambia absolutamente todo el panorama, si
son descendientes o ancestros de alguno de los pueblos de la Confederación, el
abandonarles ya no es una opción válida. Pero, de todos modos, seguimos con el
mismo problema, sigue sin ser viable mantener una flota aquí estacionada de
modo permanente… Es un problema muy serio y tras esta noticia está claro que algo
hay que hacer al respecto, sin olvidarme de, como dicen los humanos, las ganas
de sacudir un poco el polvo a su Alteza por su "olvido"… ¿alguien
tiene alguna idea? -preguntó la embajadora mirando a los demás-.
-
Yo desde luego
no, pero parece que su Alteza sí que tenía algo en mente cuando la mandó aquí
para ese problema concreto con este informe… creo que no la dijo nada para
divertirse un poco… -sonrió sarcástico Tagard mientras miraba la ficha de datos
en su terminal-.
-
¿Qué quiere
decir? -se interesó Lady Dalemar comenzando a enfadarse-.
-
Su Alteza, como
responsables de los Depósitos de la Flota y responsables de Mar-Shagan, nos
informa "amablemente" al Almirante Stratos y a mí, que por orden suya
se está procediendo a reemplazar nuestros dos astilleros antiguos de preguerra
que aún estaban en servicio para el desguace de naves, tras lo cual sus
elementos esenciales serán almacenados en un Carguero Pesado en la sección PRG
87 del Deposito… -replicó irónico-.
-
Pero que cabrón…
-dijo riéndose Sigrid-.
-
No entiendo…
-replicó la embajadora sorprendida-.
-
La sección PRG 87
de Mar-Shagan, entre otras cosas, almacena una docena de naves de Preguerra de
la Flota, las únicas para las que esos dos astilleros desmontados serian útiles.
Los marines de Mar-Shagan han hecho muchas prácticas en esas naves -replicó
Sigrid-, y le aseguro que de ser necesario podrían ponerse operativas en pocos
días.
-
Esas naves son un
estorbo en los depósitos, no sirven para nada que no sea entrenar a los Marines
del Depósito, o reconvertirlas en algo como las naves hospital, lo cual durante
la guerra tuvo su sentido, pero ahora mismo, ya no. Si la base de datos general
que ha enviado su Alteza no miente, en el conjunto de los Depósitos, junto con
dos antiguos escudos planetarios obsoletos de clase 3, existen un total de 61
de estas naves, aunque por lo que estoy viendo, al menos cuatro o cinco de
ellas dudo que sean "activables" -explicó el Almirante-.
-
¿Me está usted tratando
de decir que su Alteza no solo no me ha dicho nada de este lio de la
procedencia de los Chin, sino que además pretende…? -se atragantó con una
especie de rugido mientras las garras aparecían completamente extendidas en sus
manos, lo que en un Myrrsh equivalía casi al previo de un ataque letal debido a
su monumental enfado-.
-
Digamos
excelencia, que su Alteza acaba de poner en sus manos, los medios para
garantizar la seguridad de los Chin por sus propios medios a corto plazo. Esos
dos Astilleros que se están reemplazando para nosotros no tienen valor ni como
repuestos. En caso de daños serios en cualquier nave de la Flota en servicio
actualmente, no nos servirían para nada o para francamente poco más allá del
uso que se le daba, que es desmantelar naves dadas de baja. Sin embargo, si serían
capaces de reparar e incluso construir cualquiera de los diferentes modelos de
naves de Preguerra que están en los depósitos -replicó Tagard-.
-
Entiendo, se
podría negociar la entrega de los dos astilleros y las naves… Pero son
preguerra, completamente obsoletas… -dijo Tag Zolar, interviniendo por primera
vez mientras su superior trataba de calmar su furia-.
-
Para nosotros sí,
pero no para ellos. De acuerdo a lo que hemos visto hasta el momento, esas
naves serian lo más avanzado de todo este cuadrante del Brazo y perfectamente
adaptables a su nivel tecnológico sin grandes problemas, al cual además se verá
notablemente mejorado por ello… Además, no olvidemos que también hay la
posibilidad de transferirles dos Escudos Planetarios de clase 3 que tan poco
sutilmente ha referido su Alteza. Eso les garantizaría la seguridad de su mundo
y el de una colonia, lo que les permitiría comenzar a expandirse con cierta
tranquilidad -replicó el Vicealmirante-.
-
Si, nuestros
Acorazados tardarían apenas un par de horas o tres en hacerlos pedazos, pero
para el nivel tecnológico que hemos visto, esos escudos de clase 3 aguantarían
perfectamente días antes de colapsar… Eso le daría un amplio margen de
maniobrabilidad a las naves que les transfiriésemos para poder moverse a placer
sin temor a dejar su mundo desguarnecido… -asintió el Almirante Tagard-.
-
Además, el número
de naves tampoco es tan amplio como para permitirles veleidades expansionistas
de cierta importancia, y con dos Astilleros, tardaran lo bastante en crear una
flota como para poder pensar en algo semejante -replicó el Vicealmirante-.
-
Pero si
supondrían una fuerza defensiva muy a tener en cuenta para cualquiera que
pretenda darles problemas, no solo es que tendrían que eliminarla, sino que se
enfrentarían a más que posibles represalias por su parte si no lo lograban… Y
para eso sí que tendrían suficientes naves… -dijo el Vicealmirante Alkard-.
-
¿De qué tipos de
naves estaríamos hablando? -inquirió la embajadora-.
-
Algunos
Acorazados, Cruceros de Batalla y Cruceros Ligeros, pero principalmente,
Cruceros Pesados y Destructores. Un conjunto que les daría un equilibrio entre potencia
y movilidad…
-
¿Qué número total
se podría entregar y como de rápido si se decide hacerse…?
-
Realmente no lo
sé, estimo que sobre 55 de los 61 totales con seguridad, los seis restantes son
muy dudosos. Pero sobre el tiempo soy incapaz de decirle nada en este momento.
Vera embajadora, son naves muy antiguas, y aunque se les han hecho todos los
mantenimientos debidos, han pasado todo este tiempo en un estado que
denominamos como "de sueño". Habría que "despertarlas" una
por una para saberlo con certeza, pero posiblemente, por muy bien que estén, es
probable que necesiten pasar brevemente por el Astillero para ajustes menores o
alguna pequeña calibración en sus sistemas. Nada importante, pero habría que
hacerlo si queremos que sean totalmente operativas…
-
Entiendo, me
parece lógico… Aunque supongo que de esa parte a estas alturas ya se habrá
ocupado su Alteza… -replicó sarcástica la embajadora-.
-
Eso puede darlo
por seguro. De momento, por lo que veo en estos datos, el Crucero en el que ha
llegado también ha traído un pequeño obsequio para los Chin, los emisores
necesarios para instalar al menos uno de los escudos planetarios de clase 3 de
que hablábamos -sonrió el Almirante Tagard-.
-
¿Está seguro?
Porque esto sería muy importante a la hora de negociar, nos ofrece la
posibilidad de dejarles a los Chin muy claro que hablamos completamente en
serio y más importante aún, que respaldamos lo que acordemos con ellos…
-explicó la embajadora-.
-
Del todo, según la ficha de datos que me ha
dado es lo que contiene gran parte del material que ha traído a la Genius, por
eso el Crucero veía tan sobrecargado, incluyendo un transmisor de última
generación, lo que, junto con el escudo, permitirá a esta flota poder
moverse...
-
Entiendo, el
escudo les dará la protección y el sistema de comunicaciones permitiría
avisarle a usted en caso de ataque… Muy inteligente por parte de su Alteza… Y
no le digo como me cabrean sus puñeteros jueguecitos… -replicó la embajadora
con un ronroneo que sonaba a enfado-.
-
Si, créame si le
digo que todos la entendemos en eso -se rio Sigrid-, se lo he visto hacer unas
cuantas veces y si, se suelen enfadar mucho por eso, sí. Aunque reconozco que
cuando estas alrededor de su Alteza, eso te sirve para estar cien veces mas
alerta de lo normal.
-
Con todo esto voy
a dar por sentado, que en unos días también recibiremos los datos exactos al
respecto de esas naves de los Depósitos. De todos modos, aún tenemos que
contactar con su Alteza, esperábamos a su llegada antes de enviar un nuevo
misil de Frecuencia con las últimas novedades. Incluiremos en estas una
petición de "datos" precisos al respecto… -sonrió Tagard volviendo a
la cuestión-.
-
Pero aún existe
un problema logístico con ello… Sobre el papel todo esto está muy bien, las
naves de Preguerra, la entrega de los dos Astilleros o el escudo restante, pero
¿cómo se trae todo hasta aquí, porque en el crucero B-52 está claro que no
entra? – replicó Nueren Rueem-.
-
Si, podría ser un
problema dada la enorme distancia hasta nuestro territorio… Una tripulación
reducida sería viable, pero si se encuentran con problemas, esas naves no están
diseñadas como para que actúen de forma eficaz en modo automático como las más
modernas con que contamos, necesitarían tripulaciones completas -asintió
Tagard-. Las dos opciones más sensatas serian que viniesen fuertemente
escoltadas, o con una tripulación que después habría que devolver a sus puestos
de origen, lo que implicaría un segundo problema…
-
Eso, o que
nosotros enviemos naves para escoltarlas hasta aquí con tripulantes extras Chin
para el regreso, lo que también nos podría permitir llevarle para que se fuesen
familiarizando de paso con ellas… -dijo pensativo el Vicealmirante-.
-
Pero el problema
es que eso supondría debilitar esta flota, lo que no creo que sea algo que su
Alteza quiera en modo alguno o que nos convenga tal y como se están
desarrollando las cosas por aquí… Si, el problema es interesante… -dijo el
Almirante Tagard-.
-
De todos modos,
eso es cuestión de su Alteza, estoy razonablemente segura de que también ha
pensado en algo. Mientras tanto, voy a hacer aquello para lo que ahora tengo
muy claro que su alteza me quería a mi aquí… para encargarme de esto… -respondió
la embajadora-.
-
¿Y qué es lo que
tiene que hacer excelencia? -preguntó curiosa Sigrid-.
-
Muy simple, que
los Chin se trabajen duro nuestra ayuda… pese a que su Alteza ya tiene pensado concedérsela
de todas formas… -replicó todo lo sarcástica que puede ser una Myrrsh
enfadada-.
-
Entiendo, pensándolo
detenidamente, como su Alteza, también creo que, para esta situación, tiene dos
factores importantes a su favor excelencia… -sonrió Tagard-.
-
Si, muchísima
paciencia, y posiblemente por lo que me están contando, no ser humana… -se rio
la embajadora-. Algún dato más que crean importante, aunque no esté confirmado…
-continuó-.
-
Bueno, quizá… es
posible que la forma de gobierno Chin sea algún tipo de matriarcado… -replico
Sigrid-, pero es más una intuición que algo objetivo.
-
¿Por algún
motivo?
-
Soy Valkirr,
nuestro modo de gobierno es un matriarcado, y la sensación que he tenido con
los Chin con los que hemos interactuado, pese a ser solo hombres, era muy
similar… Pero como digo, es… una corazonada… No tengo nada objetivo que lo
apoye…
-
Muy bien, de
todos modos, tomare en cuenta esa posibilidad… Prefiero ser cautelosa por demás
que cometer un error que nos complique las cosas… -asintió la embajadora-.
-
Entonces entiendo
que esto es todo por el momento, ¿no? -pregunto el Almirante-.
-
Si, en cuanto me
reúna con los Chin, veremos qué situación real tenemos… ¿Cuánto tiempo puede
mantener la Flota aquí Almirante? -indago la embajadora-.
-
Unos meses, de
hecho, debo de quedarme en esa zona hasta que reciba noticias del Almirante
Stratos… Eso no implica que no pudiese destacar algunas naves si fuese
necesario… Pero el grueso nos quedaremos por aquí…
-
Bien… descansemos
algo y prepáreme por favor una reunión con los Chin para mañana -explico la
embajadora-.
-
¿Esta sala sería
aceptable para ello? -preguntó Tagard-.
-
No, prefiero que
no sea en la flota, a ser posible intente que la reunión sea en su planeta…
-dijo la embajadora pensativa-.
-
Así se hará…
-afirmo el Almirante mientras todos se levantaban-.
La embajadora pretendía acudir a terreno
de los Chin, hasta ese momento todas las reuniones habían tenido lugar en la
Flota. Con ello pretendía dar un cambio en la percepción de estos sobre las
posibles negociaciones tras su llegada, intentaba que se formase entre la
población Chin la idea de que su gobierno podía jugar más cartas de las que
realmente poseían. En cierto modo lo hizo por un comentario de su Alteza cuando
le estuvo explicando lo que esperaba de ella, nada de alianzas, nada de
promesas imposibles, pero debía de tratar dejar tras de sí acuerdos positivos de
amistad con los Chin sin dañar la imagen de su gobierno, lo que en aquel
momento no le pareció una expectativa muy sensata. Algo con lo que ahora tras
ponerse de verdad al día, estaba completamente de acuerdo con su Alteza, ya que
no en vano eran una parte perdida de uno de los pueblos que formaban la
Confederación Imperial.
La forma en que su Alteza se estuvo
expresando cuando habló con ella, por algún motivo que no terminaba de
comprender, le pareció que este diferenciaba entre la negociación sobre la situación
militar y la política que había que tratar de llevar con los Chin. También fue
consciente, que la inclusión en el Crucero B-52 de lo necesario para montar un
Escudo de Clase 3 en su planeta madre junto con un transmisor avanzado, le daba
en esos momentos una importantísima carta que jugar con los Chin, tanto con su
gobierno, con su estamento militar o con la misma población civil, al
garantizarles de forma prácticamente inmediata una cierta seguridad adicional
aunque la flota del Almirante Tagard tuviese que partir en algún momento por
necesidades puntuales… Y esto podría ser algo decisivo para ganarse su
confianza.
Durante la primera semana, y
principalmente gracias al "regalo" del escudo planetario de Clase 3
para su mundo, los Chin estuvieron de lo más receptivos a cualquier tipo de
apreciación por parte de la Embajadora, la cual, por cierto, resulto en un
auténtico shock cuando se presentó como tal, ya que no esperaban que fuese de
otra especie diferente a la humana, pese a haber podido observar una importante
variedad de ellas entre el personal de la Flota. Otra sorpresa, resulto el
hecho de que fuese una hembra y el hecho de que sus guardianas también fueran
hembras, y aunque humanas, la altura o la propia envergadura de las Guerreras
Valkirr era digno de mención. Efectivamente, tal y como sospecho Sigrid, los
Chin se regían en un matriarcado, aunque si un tanto peculiar. Formaban un
Reino bajo el gobierno directo de una Emperatriz, pero, sin embargo, todos los
miembros del gabinete de gobierno de la misma debían de ser hombres, más
concretamente, eunucos criados y entrenados específicamente desde su infancia
para desempeñar dichos puestos.
El principal problema que observó a los
pocos días la embajadora que tenían los Chin con ella, es que no eran capaces
de interpretar sus expresiones o reacciones corporales durante las
conversaciones como si lo hacían con por ejemplo el Almirante Tagard. Por el
contrario, ella hasta cierto punto, si estaba acostumbrada a tratar con
humanos, lo que le concedía cierta ventaja, y no, ni por un solo instante dudo
que eso era algo con lo que de algún modo ya contaba de antemano su Alteza
cuando la embarco en este lio. De lo que no tenía ni idea, era de como demontres
podía haber llegado a esta conclusión desde donde estaba sin haber visto o
conocido nunca a ningún Chin, pero estaba claro que una vez más, por improbable
que le hubiese podido parecer de haberlo sabido antes de viajar hasta allí, su
Alteza había vuelto a acertar. Este era un motivo más para tener muy en cuenta
las "veladas insinuaciones" que recibió de su Alteza antes de partir
sobre los Chin.
La Embajadora aprovechó el regalo del
escudo, para diferenciar de forma marcada la negociación política de la
militar, ya que remitió al estado mayor Chin a tratar directamente con el
Almirante sobre dicho asunto tal y como le sugirió su Alteza. Dejo claro que
ella sería la encargada de negociar cualquier tipo de aspecto, pero que, en el
ámbito militar, una vez llegado a un acuerdo, debían de ponerse de acuerdo con
el Almirante, pues era quien tenía los conocimientos necesarios sobre dicho
ámbito. De hecho, esta aparente división de funciones, pareció agradar
sobremanera a los Chin, pues daba a entender que el poder político establecía
generalidades, para después pasar con los detalles a la parte experta de su
"equipo", algo que según observo la embajadora era más o menos como
funcionaban los Chin. La embajadora observo, que, si bien en todas las
reuniones estuvieron presentes la Emperatriz y el presidente de su Gobierno, en
cada tema específico, ambos procuraban derivar siempre la conversación en la
dirección de alguien en concreto que parecía tener unos especiales
conocimientos sobre el tema en cuestión. La embajadora una vez más, no podía
dejar de pensar en cómo puñetas podía haber supuesto su Alteza todo esto desde
la Capital de la Confederación Imperial.
El trato sobre el escudo resultó un poco
peliagudo cuando se les explicó detalladamente a los Chin cómo funcionaba. En
la cultura Chin, la máxima era la eficiencia, surgió un problema con la
planificación que acordaron para la construcción de los edificios necesarios
para el Escudo. El Almirante pidió la creación de siete emplazamientos para los
emisores, y tres para las plantas de energía que abastecerían al escudo. El
problema surgió cuando los ingenieros Chin se dieron cuenta de que el Escudo
estaba diseñado para usarse con cinco emisores y dos plantas energéticas
únicamente, sobrando dos de los enclaves solicitados para los emisores, y uno de
los de las plantas. Le llevo un tiempo explicarse al Almirante, y al final por
sugerencia de la embajadora, recurrió a los ingenieros de la Genius para que
tratasen directamente con los ingenieros de los Chin ante el mando militar, que
escuchaba atentamente.
La explicación de los ingenieros fue
simplemente práctica, el escudo necesitaba cinco emisores, pero estos debían de
someterse a revisiones periódicas de mantenimiento, por lo que el emisor en
dicho periodo quedaría inhabilitado, y sin uno solo de ellos, el escudo no
funcionaria. Igual ocurría con las plantas energéticas, requería de dos por
necesidad, pero también necesitaban un periodo de mantenimiento. Si bien con
las plantas, la tercera se construía como precaución, puesto que en caso de
fallo siempre se podría acudir a la red planetaria sin mayor problema que el
desabastecimiento que crearía el consumo del escudo, algo que era preferible
evitar, pues podría afectar a producción esencial en momentos de emergencia
planetaria, algo que podría llegar a ser un problema serio en el momento
"inadecuado".
Pero otro asunto eran los emisores, los
ingenieros explicaron que el sexto era vital, pues cada revisión de un emisor
implicaba de veinte a treinta días en los que estaría inutilizado dejando fuera
de servicio el escudo, algo que debía de evitarse a toda costa. Recalcaron el
hecho de que eran cinco los emisores, siete si se ajustaban a los
requerimientos especificados, necesitando todos ellos la revisión antes o
después, lo que implicaba un tiempo muy extenso en ello. Luego, explicaron que
el séptimo emisor se construía en previsión, poco probable si se quería, aunque
nunca descartable del todo, de alguna posible avería mientras alguno de los
otros emisores estaba en mantenimiento, lo que nuevamente podría dejar el
escudo inoperativo en un momento problemático. Tras las explicaciones por parte
de los ingenieros, el Almirante Tagard termino diciendo, que ciertamente esto
evidentemente era caro económicamente, y que obviamente se podía ver como un
uso ineficaz de los recursos, pero que, por experiencia propia de la
Confederación, correr el riesgo de no tener el escudo disponible en caso de
necesidad, era algo que debía de considerarse como inasumible del todo.
Tagard explicó que el escudo no suponía
la invulnerabilidad, pero sí que concedía estar completamente a salvo el tiempo
necesario para que el planeta recibiese la ayuda de su propia flota si esta se
encontraba en algún otro lugar. Tagard finalmente y para terminar, indico a los
Chin, que no creía necesario tener que explicarle a nadie de los presentes la
diferencia entre lo que le pasa a un planeta que tiene un escudo que impide que
le puedan bombardear al menos durante un largo periodo de tiempo, y uno que no
goza de dicha protección. Tras lo dicho por el Almirante, todos miraron por
inercia hacia los enormes "ventanales" de la sala, a través de los
que se podía ver una gran cantidad de medios retirando los escombros formados
por las destrozadas naves de Guerra Chin y Ukur-Uruk en la zona orbital del
planeta. Todos los presentes sabían que también se estaba trabajando duramente
en reparar toda la destrucción que los bombardeos habían llevado sobre la
superficie al no tener un escudo cuando los Ukur-Uruk atacaron Chin, lo que
para ellos suponía un perfecto ejemplo de la validez de lo explicado por Tagard
y los ingenieros.
Tras la reunión, se tomó la decisión por
parte de los Chin de la construcción lo más rápidamente posible de los siete
emisores y tres plantas geotérmicas de energía para el escudo para tenerlo
operativo cuanto antes. Tras esto, la embajadora dejo clara la imposibilidad en
estos momentos por parte de la Confederación Imperial, tanto de una alianza
plena, como del despliegue permanente de naves de guerra en su sistema, dada la
distancia del mundo Chin hasta las fronteras propias. Antes de que nadie
pudiese reclamar por ello, la embajadora, declaro que, no obstante, había
recibido instrucciones de su gobierno para paliar esta situación. Argullo que
en base a que eran hermanos perdidos de una parte de los pueblos que
conformaban la Confederación, no pensaban abandonarlos, por ello debía de
hablarse de la posibilidad de transferirles algunas naves de guerra de sus
depósitos de reservas de la Flota para que tuviesen una buena defensa. También
indicó, que, si bien eran naves antiguas con respecto a las que ellos habían
podido ver, sí que eran muchísimo más avanzadas que cualquier cosa que tuviesen
sus vecinos. Indicando, además, de la posible entrega de un segundo equipo de
escudo por si en algún momento decidían establecer una colonia, dos astilleros
capaces de reparar o construir nuevas naves, también incluido por supuesto, el
traspaso de la tecnología necesaria para poder hacerlo viable y que podría
integrarse sin muchos problemas con la suya propia actual, que gracias a ello
además avanzaría significativamente. También se aseguró, de que todo esto era
sin esperar compensaciones a cambio, más allá de que recibiesen las Naves del
Almirante Tagard en caso de necesitar ser reabastecidas, obviamente, pagando
por los servicios.
Evidentemente y pese a la petición sobre
la Flota, algo que según los Chin ni siquiera debería de haber sido planteado,
tanta dadiva gratuita levantó ciertas suspicacias, por ello solicitaron una
cierta explicación sobre ello a la embajadora. Los Chin procedían de la tierra,
y aunque perdieron mucho al llegar debido a que tuvieron que canibalizar todo
para sobrevivir, aun conservaban buena parte de sus archivos, aunque pocos
históricos. Pero entre estos, había alguno que identificaban los distintos
tipos de sistemas de gobierno existentes, y el que parecía referenciar la
Embajadora lo catalogaron como "electoralista", y según sus textos
antiguos, era un sistema en el que nadie daba nada por nada. La contestación de
la embajadora los dejo en completa confusión mental, cuando esta les explicó,
que todo esto era ofrecido en realidad por el Príncipe Heredero del Trono
Imperial de la Confederación, así como un poco por encima el modo de gobierno
existente. Fue un auténtico shock político para los Chin, ya que no podían
comprender como podía coexistir un sistema Imperialista totalitario con uno
electoralista a la vez y en armonía sin que chocasen continuamente, terminando
por destruirse a sí mismos al ser diametralmente opuestos…
Esto a su vez trajo una petición no
prevista por la embajadora y que en un principio encontró de la máxima complicación
posible, aunque más tarde ante la rapidez de los acontecimientos cuando pidió instrucciones,
dudaría seriamente si alguien que últimamente la cabreaba mucho pese a no estar
presente, no lo había previsto también incluso ya antes de mandarla hasta allí.
Era pensar la embajadora en su Alteza y automáticamente comenzar a asomar las
garras en sus manos…
La Emperatriz Chin,
"repentinamente" y sin que incluso su propio gobierno lo supiese,
decidió que ella también debía de enviar a su propio representante para
agradecer la intervención del Trono Imperial, y en especial al Príncipe Jhored,
en la ayuda que los Chin estaban recibiendo de la Confederación Imperial y
conocer más de tan peculiar sistema de gobierno. Por ello le solicito a la embajadora
que, por favor, mirase el modo de conseguir tal cosa, creando un enorme revuelo
en su corte con ello ya que obviamente debían de tener listo a alguien para cuando
la Embajadora diese el visto bueno al enviado…
Continuara
*Myrrsh - Los Myrrsh son una raza eminentemente
incongruente en su sociedad y comportamiento. Son acérrimos pacifistas, pese a que
curiosamente se trata de una raza de Guerreros altamente jerarquizados en
Clanes. Gustan sobretodo del arte, la cultura, la investigación y el comercio,
disgustándoles profundamente los conflictos, aunque eso no quiere decir que no
sean guerreros extremadamente peligrosos. Mas, bien al contrario, nadie en su
sano juicio querría tener enfrente a un Myrrsh enfadado porque son letales y no
piensan mucho cuando llega el momento, tienen tendencia a no hacer heridos. Sus
tres sistemas estelares están situados en el 1º Cuadrante, disponen de pocas
fuerzas defensivas, aunque todas ellas podrían se clasificadas como de Elite,
equivalentes sus fuerzas terrestres a los Cazadores de Hiperbórea, y las
navales a las Unidades de Asalto de la Flota. A los veinte años, todos los
Myrrsh tienen obligación de pasar dos años de servicio militar
inexcusablemente, después de eso, cada tres años, también deben de
reincorporarse para instrucción durante otros cuatro meses de duro
entrenamiento hasta que cumplen los 70 años. Solo en casos muy excepcionales se
salvan de esto último. Un planeta Myrrsh, para defenderse, puede poner en orden
de batalla a la casi práctica totalidad de su población en menos de tres días y
no dudarían ni un segundo en exterminar a quien se enfrenten…
Interesante. Cautivante y adictivo.
ResponderEliminar- La Estrella Oscura y las UNEX dando vueltas por el brazo sin que sepamos donde están o que hacen exactamente.
ResponderEliminar- Otros seis misiles de antimateria preparados para usar.
- Llevar la flota preguerra a los Chin, aquí pienso que igual juegas con las puertas y los agujeros de gusano.
- Un embajador Chin en la Corte del Rey Arturo ;-PPP, el pobre hombre flipara.
y aún quedan dos capítulos de sorpresas.
GRACIAS por hacernos participes de tu imaginación.
Un saludo,
VGG
F5, F5, F5, F5....
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